Capítulo cinco

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—¿Qué te pasa?

El muchacho rubio miro con abatimiento a la mujer frente a él.

—Soy un idiota. —la mujer se sobresaltó, no era propio del joven decir tales adjetivos.

—Uy ¿Qué pasó ahora? ¿Volviste a tirar el yogurt en vez del empaque?

—No... ¿Cómo se me ocurrió decirle algo así? ¿Quién soy yo para decírselo?—se cuestionó Alex, dejando caer su cabeza en las teclas del piano, creando un sonido desagradable.

—No hagas eso.—le reprochó Ema, su maestra de música y mejor amiga.

Ema era una mujer que le llevaba una cabeza de altura a Alex, con cabello tintado de color morado, su piel blanca se veía bronceada al lado del joven de ojos esmeraldas, sus ojos café oscuro parecían casi negros incluso sus cejas tupidas eran más claras con los labios delgados y mentón afilado, camisa de cuadros color violeta y una chaqueta negra de mezclilla con pantalones del mismo material y color, todo con tenis blancos con cordones bicolores.

Se podría decir que su presentación era violeta.

—¿Tiene que ver con, "la innombrable"? —preguntó la de cabello morado haciendo comillas en el aire y usando un tono de suspenso al final.

—Sí.— suspiró —Le dije que cuidara su tono conmigo, que supiera su lugar. ¿Por qué cometí tal tontería? ¿Qué soy ahora, el Rey acaso?¿O una deidad?

—Bueno, técnicamente las únicas personas más "poderosas" que tú son tus padres.

—Yo no lo veo así.

—Una cosa es lo que ves y otra lo que es—El joven no estaba conforme con esa respuesta, seguía abatido con la cabeza presionando las teclas del piano de cola—Alex, ven.— Le llamó la alfa de cabello corto—Dime que ves ahí.—dijo tomándole del hombro y posicionando al joven en el gran ventanal de su recamara.

—Una ciudad— respondió él, cabizbajo.

—Tu ciudad. En unos años todo esto—acarició la ventana—será tuyo. ¿No puedes estar un poco orgulloso? Agradecido incluso.

—¿Qué mérito tengo para merecer reinar? Yo no luche contra nadie para defender mi país, yo no me rebelé contra el sistema, yo no lo luché por los derechos de los abandonados. ¡Ni siquiera puedo salir de mi casa!

—¿Quién habla de meritocracia en la Familia Real? Naciste siendo hijo de tu padre, en tu familia no hay mejor mérito que la suerte de haber nacido.

Ema luchaba por comprender a su amigo, sin embargo ella sabía perfectamente que Alex no quería ser Rey, no porque le disgustara, sino porque sentía que no lo merecía.

¿Qué es merecer exactamente para alguien como Alex?

Él no lo vale. Pensaba.

Los orbes jade del adolescente se posaron en un estanque que se encontraba en el jardín del "castillo".

A veces le parecía hasta tentador saltar. ¿Podrá el esperma del Rey volar?

—No quiero hablar de esto—volteando su cabeza dijo mirando por sobre el hombro a la mujer.

Ema dio dos pasos al costado, había sentido un cambio en el ambiente y prefirió dejar de lado el tema y dar por terminado el tema de hoy—Está bien, recuerda practicar más la página siete del folleto—Le aconsejó viéndole fijamente provocando que al voltear se golpeara con la pared rosa pastel y cayera sentada, creando así una suave risa en el rubio de ojos verdes.

—¿Estás bien?

—Creo que se me movieron las extensiones.—dijo acariciando su morada cabellera.

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