SooBin se había desmayado en los brazos de YeonJun. El peliazul sorprendido logró reaccionar a tiempo para sostener el cuerpo. Lo sostuvo como pudo y teniendo como única opción su habitación para llevar a SooBin, emprendió su camino, acomodando al mayor en su cama bajo las mantas para que pudiera entrar en calor y recuperara la consciencia.
Tomó lugar junto al pelinegro en la cama, observando a éste por unos minutos. Su piel estaba pálida y fría, lo comprobó al tocar su frente para luego despejarla de algunos mechones de cabellos, notando en ese momento las ojeras bajo los ojos de SooBin. Al parecer, no había estado durmiendo lo suficiente. YeonJun se preguntaba si era por el estudio o por otro motivo, aunque lo más seguro fuera que había algo más que mantenía despierto a SooBin por las noches y no lo dejaba descansar.
Cuando YeonJun notó que volvía el color al rostro del pelinegro se tranquilizó. Al parecer el que se hubiera desmayado había sido por lo agotado que se veía el chico. YeonJun no recordaba haberlo visto comer durante el día de ayer y hoy solo había tomado el café que le había dado en la mañana cuando lo encontró.
La mirada preocupada del peliazul se detuvo en los labios del contrario, al igual que su pulgar que se había deslizado por su mentón hasta llegar a ellos. Se sentían cálidos, eso era algo bueno, pensó YeonJun y fue sorprendido por el pelinegro que había abierto un poco sus ojos para ver quién lo acariciaba de esa forma, haciéndolo desear más que esa simple caricia.
Aún adormilado y algo confundido, SooBin se movió quedando acostado sobre su costado derecho. Bajó la mirada por el brazo de YeonJun que había apartado la mano de su rostro y cerró los ojos nuevamente. No recordaba cómo había llegado a la cama, ni siquiera era su habitación, pero eso no le importaba en ese momento. Lo único que quería era que el peliazul volviera a tocarlo.
Esperó unos segundos, aunque para él en ese momento parecieron minutos. No fue hasta que sintió que YeonJun se levantaba de la cama que volvió abrió sus ojos y lo vio salir por la puerta de la habitación.
SooBin mordió el interior de su mejilla sintiendo como sus ojos volvían a humedecerse por las lágrimas, ésta vez no por el desagradable recuerdo de su infancia, sino por la angustia que le daba el pensar que jamás podría tener una relación con alguien si siempre estaba a la defensiva o les pedía que no se acercaran a él. Parecía que YeonJun intentaba tomarse en serio las reglas, solo a veces, pero el pelinegro estaba deseando que se olvidara de ellas por completo, incluso él las había quemado para olvidarse.
Agotado se quedó dormido en la habitación de YeonJun durante toda la noche, no supo en dónde había dormido el peliazul ya que no había vuelto a aparecer en el dormitorio y no había tenido la fuerza suficiente para levantarse y buscarlo.
〄
Cuando despertó a la mañana siguiente, se encontró en la cocina con un montón de comida servida. Había una nota pegada en la puerta del refrigerador dirigida a él.
"Hola, espero que te sientas mejor. He dejado comida para que te alimentes mientras estoy fuera, regresaré a casa en la tarde. Si quieres, podemos hablar entonces. Si no quieres, entonces no te preocupes, todo a su momento. -YeonJun."
Por alguna razón SooBin deseó haberse encontrado con YeonJun apenas abrir los ojos, pero no había sido así. Se sentía aun algo desanimado y cansado por eso.
Comió todo lo que pudo porque la comida de YeonJun le hacía recordar a su madre, le hacía sentir bien y calmaba esa angustia que parecía apoderarse cada vez más de él.
〄
YeonJun volvió a casa después de haber visitado a la psicóloga de SooBin, pensó que mientras más pronto sabía qué papel tomaría en el tratamiento del pelinegro sería mejor. Realmente había sido de mucha ayuda conversar con la mujer que, muy cuidadosa de no exponer demasiado a su paciente, le había explicado al peliazul cómo podía ayudar a este para que pudiera avanzar en el tratamiento que ella ya había planificado.
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Primer Sentido: El Tacto | YeonBin.
FanfictionSooBin es un chico lleno de miedos e inseguridades y todo esto le ha llevado a tener una vida aislada de la gente. A sus diecinueve años nunca imaginó que un desconocido despertara en él el deseo de buscar ayuda y volver a tener una vida normal. →...