SooBin visitaba a la psicóloga por quinta vez, en las primeras sesiones habían averiguado cuál podría ser procedimiento que iban a tomar para comenzar el tratamiento del pelinegro.
No iba a ser algo complicado siempre y cuando SooBin pusiera de su parte, y claro, siempre que alguien lo apoyara.
-Sé que entiendes cuáles podrían ser algunas de las alternativas para tratar tu asunto, y sé que también sabes cuán importante es que te esfuerces para poder avanzar, porque todo esto es para ti.
SooBin solo asintió mientras sostenía en sus manos una lista de cosas que debía hacer, el plan de la psicóloga era que se expusiera a todo lo que él temía realmente. Y había hecho una lista. Era tal cual la lista de reglas que había tenido, además la psicóloga le había sugerido que escribiera en un diario lo que sentía al realizar cada una de las situaciones.
Sus manos comenzaron a sudar de tan solo leer lo que debía hacer, su corazón latía deprisa como si hubiera estado ejercitando y se dio cuenta que estaba a punto de sufrir un ataque de pánico. De inmediato SeulMin se dio cuenta de que el pelinegro no estaba escuchando y por el temblor en sus manos parecía que no se encontraba bien. Se acercó al chico mirándolo de frente para que supiera que ella seguía allí y escuchara lo que le decía.
-SooBin, tienes que respirar.. Inhala, un, dos, tres, cuatro, ahora exhala. Lentamente... Así lo haces bien. -El azabache escuchaba a la mujer mientras se le nublaba la vista e intentó respirar como le pedía, tomando una respiración profunda y expulsando todo el aire de sus pulmones, sintiendo que en sus manos desaparecía esa sensación de hormigueo. Continuó con las respiraciones, intentando no agitarse y cerrando los ojos al sentir su cuerpo agotado, como si le hubiera arrollado un auto. Hasta su pecho dolía y un dolor de cabeza se estaba acercando, lo podía sentir.
-Vamos a llamar a YeonJun, tendrás que venir con él la próxima vez. -Abrió los ojos al escuchar a SeulMin y no le quedó de otra que asentir, era su única opción. YeonJun sería su guardián, observaría si cumplía o no realmente con alguna de las cosas que debía hacer hasta la próxima sesión con la psicóloga, que sería dentro de una semana. Así que tenía siete días para hacer todo lo que podía.
Cuando salió de la clínica se encontró con el peliazul en la entrada comiendo un helado, tenía otro en su otra mano y lo vio sonreír cuando se acercó a él, recibiendo el helado que le ofrecía.
-¿Cómo te fue hoy?
-Bien, supongo. -Dijo SooBin comiendo luego del helado, no quería contarle todo a YeonJun, aun se sentía muy incómodo con lo cercano que se habían vuelto, pero aunque habían momentos en que se olvidaba por completo de su fobia, luego de las veces en que YeonJun lo había tocado, solía tener pesadillas y recordaba nuevamente su trauma. Quería que eso no pasara más, quería poder tocar y ser tocado sin que luego vinieran a invadirlo un montón de sensaciones que lo hacían sentir asqueado de su propio cuerpo.
Caminaron en silencio a casa, YeonJun no se atrevió a preguntarle más ya que se veía algo cansado. Cuando llegaron al edificio subieron al ascensor y vio a SooBin sacando un papel de su bolsillo para mostrárselo.
-Es lo que me pidió hacer SeulMin.
YeonJun tomó la lista de cosas que debía hacer el pelinegro, leyendo el documento que explicaba detalladamente lo que debía hacer. Se sorprendió por lo simple que eran, pero imaginó que para SooBin todas esas cosas que parecían ser normales para el resto, para él eran situaciones que prefería evitar.
-¿Quieres que te ayude con esto?
-Sí, no creo que pueda hacerlo sólo. -Susurró el pelinegro bajando del ascensor y caminando hacia su departamento, el peliazul lo siguió. Notó que en el documento salía una fecha límite para realizar todo lo que la lista pedía, era posible, siempre y cuando SooBin no sufriera alguna crisis, pensó el menor.
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Primer Sentido: El Tacto | YeonBin.
FanfictionSooBin es un chico lleno de miedos e inseguridades y todo esto le ha llevado a tener una vida aislada de la gente. A sus diecinueve años nunca imaginó que un desconocido despertara en él el deseo de buscar ayuda y volver a tener una vida normal. →...