O9.

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SooBin:
Las cosas se están saliendo de control y no es algo bueno.

Gyu:
¿De qué hablas?

SooBin:
Creo que no debí seguir tu maldito consejo.

Gyu:
¿Perdón? No entiendo nada, je.

SooBin:
Creo que siento una pequeña, muy pequeña atracción hacia YeonJun...

Gyu:
¿Hablas en serio? ¿Qué hicieron ahora?

SooBin:
Nada. Me pidió que eliminara una de las reglas idebería hacerlo?

Gyu:
Lo único que te digo es que si quieres ser una persona normal quema esa jodida lista de reglas, jamás conseguirás salir con alguien si a todos le enseñas eso.

SooBin:
Pensé que por eso nos habíamos vuelto amigos.

Gyu:
Yo soy un caso especial y YeonJun también. Deja llevarte y acepta que te gusta de una vez.

SooBin:
No es tan fácil...

Para SooBin era fácil aceptar que se sentía atraído hacia alguien. La razón por la que su diagnóstico era TOC, era porque había ocultado muy bien lo que realmente había vivido, por vergüenza.. Había tomado la mala decisión de guardar ese episodio traumático para él y había creado una fachada impenetrable, ocultándose detrás de ese espectáculo de excesiva obsesión con la limpieza y la fobia que sentía al ser tocado.

Ni siquiera su madre sabía realmente lo que le había ocurrido, ni tampoco quería que se enterara. Él había intentado superarlo sólo, pero con el paso del tiempo ese peso era cada vez más grande. Lo estaba superando.

Los recuerdos que tenía de aquella noche no eran muy claros, recordaba que tenía 9 años y estaba en casa de un compañero de clases. Habían más chicos, pero SooBin solo se llevaba bien con el chico que era dueño de casa, incluso lo consideraba su mejor amigo. El resto para el pelinegro no eran más que chicos malos que habían intentado muchas veces golpearlo en la escuela y lo insultaban cada que podían.

Esa noche, él no sabía que ellos se unirían a la noche de películas que normalmente compartía el pelinegro y su único amigo, pero cuando comenzaron a llegar, se dio cuenta que lo mejor sería regresar a su casa. Lo que no esperaba es que su "amigo", tenía la intención de unirse al grupo y estos le habían permitido su ingreso si les entregaba a SooBin para molestar.

El grupo tenía planeado molestar a SooBin de todas las formas que conocían, todos ellos tenían entre 9 y 15 años, todos participaron en el plan y ninguno se dio cuenta de que su estupidez, terminaría dejando en el pequeño SooBin una herida que jamás sanaría, porque habían abusado de él de las maneras más repugnantes, siendo solo niños.

Los mayores del grupo lo habían tocado mientras le susurraban cosas obscenas, le repetían una y otra sobre vez su delicada figura similar a una chica. Todos querían ver si realmente era un hombre y ellos lo averiguaron sin ninguna pisca de pudor ni remordimiento. Todo eso ocurrió mientras los menores se reían y sostenían sus brazos y piernas para que no pudiera defenderse, con seis pares de ojos observando, incluso algunos de ellos disfrutando el espectáculo como si fuera un juego.

Desde ese día, SooBin había cambiado. No se había atrevido a decirle a nadie sobre lo que había pasado y, a pesar de su edad, había decidido superar ello por si mismo. Desde entonces, cada que alguien lo tocaba, recordaba esa noche, y es por eso que poco a poco comenzó a hacerse un hábito el limpiar su ropa y su cuerpo cada vez que alguien lo tocaba. Al comienzo no podía dejar de llorar mientras se restregaba la piel hasta irritarla, buscando con eso eliminar esa sensación de asco hacia sí mismo. Y así fue hasta que un día su madre lo llevó al psicólogo y durante las sesiones logró engañar de alguna forma a todos, escondiendo ese amargo suceso solo para él.

SooBin sabía que si el quería podía dejar de lado ese recuerdo y volver a ser "normal", lo había intentado unas veces, pero estaba muerto de miedo de que, una vez lo hiciera con alguna persona, ésta se volviera en su contra como lo había hecho su amigo. Sabía que debía superarlo, pero no era algo fácil de hacer.

En medio de la noche SooBin se levantó asustado. Había tenido una pesadilla de aquella noche y al tocarse una de sus mejillas se dio cuenta de que había estado llorando. Su respiración era agitada como si hubiera estado corriendo y su ritmo cardíaco iba aumentando.. Estaba teniendo un ataque de pánico.

Buscó a oscuras en el mueble junto a su cama una bolsa de papel y la llevó a su boca para respirar como le había enseñado su madre de pequeño cada que sufría de sus ataques. Había aprendido mucho luego de ingresar a estudiar a la universidad, sabía que eso realmente podía ayudarle a calmar un ataque, pero no era la solución para eliminar de raíz la causante de ellos.

Se quedó sentado en la cama unos minutos luego de conseguir respirar bien, se sentía tan agotado de rechazar a la gente y a veces, en momentos de crisis, deseaba realmente que alguien lo tocara y lo calmara con suaves caricias. Pero todos los de su alrededor habían tomado distancia porque él se los había pedido, y ahora no sabía cómo revertir la situación en que se encontraba.

Miró su celular y revisó los últimos mensajes que le había enviado a BeomGyu antes de dormir.

Leyó una y otra vez el mensaje donde su amigo le decía que quemara la lista de reglas y sin pensarlo se levantó de la cama.

Buscó un encendedor en su escritorio y sacó la carpeta en donde tenía las hojas con las reglas.

Las llevó hasta la terraza teniendo cuidado de no hacer mucho ruido para no despertar a YeonJun y comenzó a quemar una por una las hojas en donde se podían leer cada regla. Fue dejando caer las cenizas dentro del cesto de basura, con eso no sólo estaba intentando eliminar las reglas que había establecido para protegerse de algo que el resto no tenía ninguna culpa, sino que también buscaba sanar esas heridas que tenía.

Se sentó en el suelo y terminó por apoyar su espalda en la barandilla, viendo como el fuego devoraba lo que al final, solo le hacían recordar lo que había vivido cuando pequeño.

En ese momento, se prometió intentar en serio, por un vez en su vida, cambiar toda su vida.

Quizás debería hablar con alguien más sobre ello, pensó y recordó que uno de sus profesores una vez le dio el contacto de una psicóloga que trataba fobias. Ese sería su primer paso, conseguir una hora con ella mañana mismo.

SooBin sabía muy bien que lo que tenía era hafefobia, un miedo excesivo a ser tocado y a tocar. Y todo debido a un episodio traumático que no se había atrevido a contarle a nadie. Que pensó que podría manejar por su cuenta, pero que había terminado por arruinar su vida.

Primer Sentido: El Tacto | YeonBin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora