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YeonJun se había acomodado entre las piernas del pelinegro, ambos sobre la cama, jadeantes luego de una sesión de besos que los había dejado deseosos de más. Lentamente el peliazul comenzó a desabotonar la camisa del menor mientras dejaba un camino de besos sobre su pecho, bajando por su abdomen plano ahora descubierto, succionando su piel para dejar pequeñas marcas como venganza, pero que solo él tendría el privilegio de ver.
La piel del pelinegro estaba caliente, podía sentir como se erizaba bajo su tacto cuando deslizó sus dedos por un costado de su torso, viajando lentamente hacia su bajo vientre, deleitándose por el movimiento del cuerpo del chico en busca de más contacto. Al rozar sus dedos por el borde del pantalón del menor, escuchó su nombre salir de los rojos e hinchados labios del contrario.
-YeonJun... -Volvió a escuchar el peliazul y detuvo sus caricias, alejándose lo suficiente para ver al menor que lo observaba con sus mejillas rojas y la respiración agitada, notando como tragaba saliva antes de volver a hablar. -Quiero vendar tus ojos.
YeonJun alzó sus cejas, no esperaba aquello, pero parecía que esa noche muchas cosas iban a pasar y no podía dejar de sorprenderse de lo diferente que estaba SooBin desde hace unas horas atrás.
Aceptó en silencio, viendo al pelinegro levantándose lentamente para alcanzar la chaqueta que el peliazul le había quitado. De ésta sacó un pañuelo del bolsillo y con una leve sonrisa en los labios se arrodilló frente al menor que no apartaba la mirada.
-Si realmente no quieres tú-
-Vamos a hacerlo. -Lo cortó de inmediato YeonJun, viendo al menor quien parecía el más nervioso en ese momento.
Tomó las manos temblorosas del pelinegro que sostenía las esquinas de la venda y lo ayudó a colocarla sobre sus ojos, aguantando por un segundo la respiración cuando sintió el calor del menor cerca de él una vez sus ojos estuvieron cubiertos.
Realmente sus sentidos se habían despertado y ahora entendía, de alguna forma, que lo que había hecho con SooBin la vez que él había vendado sus ojos, había sido una experiencia que podría haberlo asustado demasiado, porque de alguna forma te sentías vulnerable, estabas confiando ciegamente en el otro y eso, aunque asustaba un poco a YeonJun, no quería imaginar cómo de asustado podría haber estado SooBin cuando lo hizo.
Sintió el nudo detrás de su cabeza y luego los suaves dedos del chico deslizándose por su cuello, haciendo que se estremeciera bajo su tacto.
-Prometo que si te sientes incómodo pararé... -Escuchó el peliazul susurrar a SooBin, sonriendo levemente ya que no necesitaba cuidado con él.
-Haz lo que quieres hacer, SooBin. Conmigo no tienes que tener cuidado, confío en ti.
Esas fueron las últimas palabras del mayor antes de sentir el roce de los húmedos labios de SooBin, buscando ser besado como hace unos minutos atrás mientras sus manos se deslizan bajo su camisa. No quiso hacer esperar al pelinegro y lo besó, volviendo a apoderarse de sus labios, escuchando un gemido ahogado en su garganta cuando metió su lengua en la boca del chico para explorar cada rincón con paciencia.
Pronto ambos están acostados, YeonJun sobre su espalda mientras que SooBin se acomoda, sentándose a horcajadas sobre el estómago del peliazul, deslizando en una caricia sus manos por el pecho del mayor. Poco a poco el pelinegro se inclinó sobre el cuerpo del contrario, dejando un pequeño beso en la clavícula del chico, escuchando como aguantaba la respiración y luego dejaba escapar el aire lentamente entre sus labios. Una sonrisa se formó en sus labios cuando de reojo vio cómo YeonJun agarraba las sábanas de la cama, como si estuviera controlándose.
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Primer Sentido: El Tacto | YeonBin.
Hayran KurguSooBin es un chico lleno de miedos e inseguridades y todo esto le ha llevado a tener una vida aislada de la gente. A sus diecinueve años nunca imaginó que un desconocido despertara en él el deseo de buscar ayuda y volver a tener una vida normal. →...