Capítulo 3

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Aquel jueves durante la cena, Sakura le contó con más detalles el asunto del club. Le confidenció también, que Ino y Sai eran swingers. Sasori se sorprendió al igual que ella en un comienzo, pero después lo pensó mejor y le restó importancia como si fuese lo más natural del mundo. Bueno, tampoco era como si fuese algo tan anómalo, ¿no? Solo que era algo, ¿cómo decirlo?, ¿extraño?, ¿singular?

Luego de ponerse de acuerdo en ir a ese club junto a Ino y Sai, comieron, bebieron, rieron e hicieron el amor gran parte de la noche. Su complementación en la cama era increíble, podían estar horas y horas, tocándose, besándose. Terminaron rendidos, durmiendo en los brazos del otro con sus cuerpos enredados y completamente saciados.

Sakura fue la primera en despertar, e inmediatamente sus ojos viajaron hasta el otro lado de la cama y se dedicó a observar a Sasori, que dormía tranquilamente. Miró lo que se le asemejaba una sonrisa en los labios del chico, se veían tan guapo con su cabello rojizo todo despeinado, con sus párpados relajados y sus pestañas imperceptiblemente del mismo color de su pelo.

Apoyó la cabeza en el codo a la vez que entornaba sus verdes ojos, se dio cuenta que Sasori tenía una pequeña marca en su torso, carajo, se sonrió. Ni siquiera recordaba en qué momento le había succionado la piel, lo cierto era que ese hombre le hacía el amor como nadie. Hasta ese momento. La hacía olvidarse de todo, era como si se teletransportara a otro lugar en donde no existiera nada más que ellos dos.

Si tan solo supiera que lo mejor, estaba por venir...

De repente, dio un respingo al sentir una mano sobre su cadera, cerró los ojos dejándose deleitar por el roce de esas yemas sobre su piel desnuda. Un beso sobre su cuello la hizo abrir los párpados y se encontró con unos ojos color almíbar que la escrutaban en silencio. Sasori, dejó salir un suspiro de sus labios a la vez que volvía a acercar el rostro, esta vez hasta el hombro de la chica, tan solo para rozar sus labios en el lugar. Le encantaba la suavidad y frescura que esta tenía.

En ese instante, pensaba en la suerte que tuvo de conocer a esa mujer que, estaba con los ojos cerrados y su cabello largo completamente enmarañado. Recordó como en la madrugada había empuñado esa mata de hebras rosas, obligándola a echar su cabeza hacia atrás para entrar de lleno en su interior. De solo pensar en eso, su miembro cobró vida.

Sakura, desde el día que la vio se prendó de ella. Su simpatía, su sonrisa, su sofisticación, todo de ella le había encantado y cuando estuvo a punto de terminar su caso, decidió pedirle una cita. Al conocerla más a fondo, no entre las cuatro paredes del bufete, se encandiló de su sencillez y se enamoró como un adolescente de ella. Inspiró el aroma de su piel, acercándola más a su torso. Sus manos vagaron a lo largo de su espalda, provocando que ella soltara un suspiro de esos tentadores labios que lo volvían enfermo de placer.

—No me quiero levantar, Saku —se quejó con la voz soñolienta.

—Flojo —dijo con una sonrisa.

—Tú tienes la culpa —protestó, lo que provocó una carcajada en ella.

—¿Y yo por qué?

Sasori le sonrió juguetón, levantó la sábana y Sakura formó una, "o", con sus rosados labios —. No te hagas la tonta. Tienes la culpa de que despertara así —tomó la mano de la chica y la posó sobre su erecto miembro.

Estaba caliente, suave, duro como una roca. Sasori lo movió y Sakura se rio con ganas, siempre hacía lo mismo cuando ella lo empuñaba en su fina mano. La chica se deleitó un momento con la lisura de aquel falo que, cada vez se ponía más rígido. Comenzó a mover su mano de arriba, abajo, lenta y tortuosamente. Quería hacerlo sufrir un poco, cosa que había conseguido. Sasori, cerró los ojos mordiéndose el labio y comenzó un lento e insinuante meneo con sus caderas. Se acercó hasta su oreja para morderle el lóbulo, logrando que el chico soltara un gemido.

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