Capítulo 20

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Frustrado y duro como una jodida roca, Sasuke terminó de fumar su cigarrillo sin dejar de ver el edificio. Alzó su rostro al tiempo que el humo se filtraba por sus labios y que lanzaba la colilla al piso, ¿en cuál departamento viviría? Entrecerró los ojos al ver como un ventanal se iluminaba, ¿sería allí? Soltó un suspiro, lo mejor sería largarse de ahí antes de cometer una locura de la cual después se arrepentiría, porque Sakura ya le había dejado claro que, no.

Mierda, chasqueó la lengua, rodeó el deportivo y se subió. Mientras aceleraba, bajo la palma de sus manos todavía podía sentir el suave tacto de la piel erizada de Sakura. La chica, a pesar de estar tan deseosa como el, había sido muy consecuente al ponerle freno a sus ganas por ella, porque si le hubiera dado el pase en este momento la estaría penetrando como un maldito enfermo, susurrándole al oído ese: "Te amo", que tenía atorado en la garganta.

Se pasó la mano por el cabello mientras conducía. Ya faltaba poco para que su trabajo en la agencia terminase, ¿qué pasaría después?, ¿ya no la volvería a ver más? De solo pensar en eso, gruñó molesto. Eso era lo que menos quería, si por él fuese siempre estaría con ella, sin embargo, cuando ya terminase su desempeño allí ya no tendría nada más que hacer. Le dio un pequeño golpe al volante, lo que más le fastidiaba era el hecho que ella quisiera hablar con el estúpido ese, no obstante, estaba muy consciente de que Sakura debía poner las cartas sobre la mesa, solo esperaba que no fuese lo suficientemente ilusa como para perdonar aquella asquerosa traición.

Porque cuando te jodían una vez, siempre lo harían...

Sin darse cuenta, llegó hasta el club Dolce Capriccio. Apagó el motor del deportivo y mirando directo la entrada se pasó los dedos por los ojos, entonces abrió la puerta y al bajar le dio las llaves a uno de los tipos que estaban allí. Antes de poner un pie dentro del lugar, se paró en seco, ¿qué mierda se suponía que hacía ahí? Se sonrió, qué pregunta más estúpida se pudo hacer.

¡Era un jodido swinger! Un jodido swinger que se enamoró de su intercambio. Un jodido swinger que le gustaba su estilo de vida y que por ese motivo siguió su camino con las manos metidas en sus bolsillos. Al entrar, recogió su distintivo que lo marcaba como "disponible". Miró en derredor, había ciertas caras conocidas, como también muchas nuevas. Se fue directo a la barra.

—Buenas noches, Sasuke. Cuanto tiempo sin verte.

—Kiba, ¿qué tal? —saludó con cortesía.

—Pues bien, hombre, aquí atendiendo —se sonrió —. ¿Qué deseas beber esta noche?

—Un Martini —pidió al tiempo que se giraba sobre el asiento.

Entonces en ese preciso momento sus negros ojos chocaron los uno muy conocidos por él... Karin. Si, allí estaba la pelirroja mirándolo fijamente. ¡Jodida mala suerte! A pesar de malhumorarse por verla, no le quitó la vista de encima hasta que la ella cortó el contacto al dar un respingo por sentir una mano sobre su hombro. ¿No que era asqueroso aquel estilo de vida? Cómo podía ser a veces de cínica la gente, ¿no? La mujer con la que tuvo un noviazgo, después de gritarle cuanta barbaridad junta, ahí estaba, yéndose con un tipo que él jamás había visto. Se sonrió con ironía y giró su cuerpo cuando escuchó el sonido del vidrio chocar contra la superficie.

—Gracias, Kiba.

Deslizó el dedo por el borde de la copa, la aceituna que estaba en el líquido bailaba al son de su leve meneo. Se quedó quieto por varios minutos, hasta que sintió una delicada mano sobre su hombro, cerró los ojos con una sonrisa pintada en su rostro. Al girar sobre su asiento, esa misma sonrisa murió en sus labios. Creyó que sería Sakura, pero no era así, ¿cómo podía ser tan estúpido para no conocer su especial tacto? Se golpeó mentalmente. La chica que estaba frente a él tenía su azulado cabello corto hasta los hombros, sus ojos eran de un tono almendra. Sasuke se llevó la copa hasta los labios, al tiempo que recorría con sus ojos el cuerpo de la mujer. Vestido café ceñido a sus curvas, piel blanca, labios finos. Era una belleza.

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