Capítulo 13

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Sus ojos se abrieron de golpe, su cuerpo estaba rígido y entumecido por el frío, su garganta se encontraba tan seca como sus ojos. Intentó mover el cuello, pero le dolió como el infierno. ¿Dónde estaba? El lugar se encontraba en la más absoluta de las penumbras. Sus dedos estaban tiesos, al igual que todos sus huesos. ¿Qué demonios había pasado? Se sentó al tiempo que, por acto reflejo, se frotaba los ojos. Entonces un punzante dolor se hizo presente en sus rodillas y al tocarse palpó algo húmedo y áspero en una de ellas, eso la hizo volver a la cruda realidad de lo que había sucedido horas atrás.

A duras penas se puso de pie...

La fotografía estaba hecha pedazos a su costado, los muebles estaban repartidos por todo el living. Ahora recordaba con claridad la discusión que había tenido con Sasori, se pasó la mano por el rostro para intentar apaciguar la tormenta que se volvía a desatar en su interior. ¿En serio había pasado todo eso?, ¿de verdad que con Sasori se habían dicho todas esas cosas?, ¿Sasori, realmente la había dejado sola? Cada una de esas preguntas que rondaban en su confundida cabeza se fueron haciendo realidad cuando, al prender la luz, vio el desastre en el que se había convertido lo que era, o lo que fue, su hogar junto a su novio. Parecía una maldita pesadilla, pero no. Las pruebas fehacientes de lo que había pasado estaban ante sus opacos ojos verdes.

Revivió cada una de las palabras dichas, cada uno de los injustificados insultos que su novio le dijo, cada una de las bofetadas que ella le dio cuando la trató de zorra. Arrastró los pies hasta su habitación sin tomar en cuenta el agudo malestar que sentía en sus rodillas, no le importaba. Se fijó que ya estaba amaneciendo, ni siquiera tenía noción de la hora y por inercia recordó que era domingo, ¿qué más daba el día que era? Si su relación con Sasori se había, ¿terminado? Mierda, nunca pensó que pasaría algo así.

Por supuesto no podía echarle la culpa a Sasuke de lo que ella sentía cuando estaba con él. La atracción que sentía ella hacía ese hombre era innegable, pero de ahí a estar enamorada como había dicho Sasori, no era. Estaba tan equivocado con respecto a sus sentimientos y le dolió mucho su desconfianza y su poca credibilidad hacia ella.

Se mordió su reseco labio inferior, sus ojos estaban adoloridos y apagados, el hermoso verde que poseían estaba oscurecido al igual que su corazón, que su alma, que toda ella. Si algo tenía que reprocharse era el hecho de que cuando estaba con ese pelinegro del pecado se olvidaba de todo lo demás, de eso sí que estaba muy consciente y se maldecía por ello. Por un poner un freno a su real sentir.

El shock con el que quedó después de la discusión no le permitió siquiera acordarse de que estaba solo envuelta en la toalla. Su cabello aún estaba húmedo y al llegar a la habitación fijó su vista en la cama que ambos compartían, aún estaba hundida en la parte que Sasori estuvo acostado y no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran. Una gruesa lágrima recorrió su mejilla, llegando hasta su mentón, sentía como se balanceaba de un lado a otro intentando desprenderse de su piel, así como ella intentaba desprenderse de todas y cada una de las palabras que Sasori le gritó, y que aún repercutían en su cabeza.

Tantas promesas que hicieron para su futuro, tantos planes que tenían juntos. Al parecer el amor por parte de Sasori se estaba muriendo, eso la hizo sollozar con ímpetu. Tan solo quería volver el tiempo atrás, deseaba arreglar las cosas con él y haber actuado de otra forma cuando lo vio descontrolarse. No podía ser que todo se acabara así, tan abruptamente.

Sasori había infravalorado el amor que ella decía tenerle, había menospreciado sus palabras y su intento por acercarse a él. El resentimiento que vio en sus ojos marrones lo tenía incrustado en su retina, eso más que ninguna otra cosa la había despedazado, le había lacerado el alma.

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