Capítulo 27

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Sasuke al volver al living, vio a Sakura sentada con los brazos rodeando su cuerpo, tenía la mirada perdida en algún punto del piso y con su rostro completamente serio. Musitó una maldición mientras deslizaba su palma húmeda por el pantalón que, estaba lleno de polvo. Eso era lo de menos en ese momento. Caminó hasta ella poniéndole el vaso de agua frente a los ojos, Sakura parpadeó un par de veces y lo tomó dándole las gracias con asentimiento de cabeza. Antes de beber, se fijó que los nudillos de él, estaban heridos e involuntariamente su estómago se apretó.

El agua pasó por su garganta como un río de piedras, sin embargo, y a pesar de que dolió al tragar, su faringe se refrescó haciéndola soltar el aire que se había estancado en algún lugar de su cuerpo. Sasuke tomó asiento frente a ella, sus curiosos ojos negros inspeccionaron el departamento con un genuino interés. Era mucho más acogedor de lo que pensó, sin lugar a duda, tenía el estilo de Sakura en cada rincón. Apoyó la espalda en el sofá al tiempo que se pasaba la mano por el cabello, podía sentir los pequeños pedazos de vidrios enredados en su mata oscura.

Ninguno de los dos decía nada, solo se limitaron a mirarse a los ojos y con el solo hecho de hacerlo se estaban comunicando silenciosamente. Sasuke podía ver la culpa, la decepción y el dolor que expresaban los opacos ojos verdes de Sakura. Ella podía darse cuenta que él todavía estaba enfadado y frustrado, ¿cómo no? Lo que había sucedido hacía casi dos horas atrás, era absolutamente inverosímil, rayaba en lo surrealista, en lo absurdo. Todavía no podía creer que Sasori hubiese llegado tan lejos. ¿En qué rayos estaba pensando? No, absolutamente que no lo había estado haciendo cuando decidió actuar de esa manera tan agresiva.

Sakura dejó el vaso sobre la mesita y se puso de pie, Sasuke siguió cada uno de sus movimientos, hasta que ella desapareció por completo de su campo visual. Alzó la cabeza, cerró los ojos y suspiró. No le agradaba para nada como habían pasado las cosas, sin embargo, hacía tanto tiempo que deseaba ponerlo en su lugar, pero sin Sakura estando presente, sin ella poniéndose en peligro como lo hizo. Solo esperaba que ese imbécil los dejara en paz porque si de nuevo se lo encontraba, nadie lo iba a detener. Podía ser el mismo Dios, pero con Sakura nadie se metía, mucho menos ese pelirrojo con cara de puto barato.

Dio un salto cuando sintió el ardor sobre su ceja, abrió los ojos abruptamente encontrándose con Sakura inclinada hacia él, con un algodón empapado de alcohol y presionando su corte. Miró como ella se mordía el labio mientras le limpiaba con cuidado, podría jurar que, por la expresión de su rostro, Sakura estaba maldiciendo una y otra vez. Sasuke se inclinó hacia adelante, dejando sus codos descansar sobre sus rodillas. Entonces, Sakura se arrodilló entre sus piernas sin dejar de dar suaves golpecitos, sacando la sangre que se había secado.

Veía su ceño profundamente fruncido, sus mejillas sonrosadas, sus ojos empañados, y su nariz brillosa. Maldita sea, había estado llorando en silencio. No quería que él se diese cuenta, sabía que tampoco quería preocuparlo. Pero, muy tarde, lo había hecho y Sakura no tenía ni idea del nudo que sentía Sasuke en el medio de su pecho al verla así. Para intentar romper con esa tensión involuntaria en la que se habían envuelto, Sasuke levantó su mano y pasó el pulgar entre las cejas de Sakura.

—Tienes algo allí —dijo mientras rozaba la pequeña arruga que se le había formado.

—¿Qué cosa? —preguntó mirándolo a través de sus dedos. Cuando su ceño estuvo otra vez liso, Sasuke sonrió.

—Listo —respiró entre sus dientes cuando Sakura se dirigió hasta su boca. ¡Cómo escocía! —. ¡Ah!

—¿Qué tenía? —Sakura había ladeado la cabeza y tomado la barbilla de Sasuke para que le mostrase mejor su perfil.

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