Capítulo 12

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El camino al Penthouse fue en absoluto silencio. Después de pasar una tórrida y alucinante velada, se habían despedido sin muchos preámbulos. Sakura le había comunicado a Sasuke que no se verían en las próximas semanas, porque le explicó que Sasori saldría de la ciudad por un mes. A él no le hizo mucha gracia saber que no vería, por tanto tiempo, a la mujer que lo había hecho caer en las temidas redes del amor, pero no pudo decir nada al respecto más que aceptarlo a regañadientes. Sin embargo, le pidió su número de celular, a lo que ella se negó rotundamente puesto que ahí sí sería engaño y ella no estaba dispuesta a llevar el intercambio a otros parámetros.

Antes de que Sakura diese un paso hacia el interior del elevador, Sasuke la había tomado del codo, deteniéndola. En silencio, ahuecó sus mejillas entre sus grandes manos, la observó con intensidad y le dio un beso muy diferente a los que él la tenía acostumbrada, este carecía de sexualidad e incluso a Sakura se le antojo romántico por la forma en que Sasuke movía sus labios sobre los suyos. Era como una silenciosa despedida, de la que ella no estaba preparada. No obstante, estaba claro que así era y quizás por cuánto tiempo. Porque sí, Sasori se iba por un mes, pero eso se podía alargar indefinidamente.

Sasori ni siquiera le había dado la mano cuando se despidieron de sus intercambios, cosa que se le hizo muy extraña, puesto que el pelirrojo de una u otra forma siempre mantenía contacto físico con ella. Iba en el interior del acondicionado auto de su novio mirando como los árboles, las personas, las discotecas, todo pasaba ante sus ojos quedando atrás. Soltó un inaudible suspiró evocando lo que había experimentado hacía menos de una hora atrás. Tenía el aroma del perfume de Sasuke impregnado en su cuerpo, las marcas de sus manos en cada parte de su piel. Se mordió el labio al darse cuenta de que ya estaban en el edificio.

Sasori salió dando un sonoro portazo, ni siquiera le abrió la puerta del copiloto, cosa que también hacía siempre. ¿Qué demonios le pasaba?, ¿por qué ese cambio de actitud tan abrupto? Sakura jamás creyó que lo que el pelirrojo sentía eran los malditos celos. ¿Cómo podía tan siquiera pensar en eso, si lo vio disfrutando tanto como ella? Sin embargo, no había otra explicación para su frío comportamiento.

Sakura sacó todo el bendito aire de sus pulmones y se mordió la lengua para no discutir con él, era lo que menos quería, ¡por Dios! Se iba en tres días y no podían estar enojados por algo tan consensuado como el compartir habitación. ¿Era lo que ambos querían?, ¿no?, ¿y entonces?, ¿qué mierda le sucedía? Negó con la cabeza y se armó de valor para salir del auto, quería alcanzar a su novio que iba caminando a grandes zancadas y con los puños apretados.

El ambiente al interior del elevador se podía cortar hasta con una maldita hoja de papel, Sasori tenía la espalda tan rígida que le dolía. Esa postura que había adquirido no era más que una consecuencia de haber visto cómo su novia se metía con ese tipo, estaba con la maldita ira hasta el tuétano. Ya, en un principio si le gustó ver su cara de deseo, pero después todo cambió. En un momento, cuando la miró mientras él se follaba a Karin, vio algo distinto en Sakura. Algo que en los años que llevaban de novios no había revelado. Estaba tan malditamente entregada a ese tipo, tan perdida en él que su ira estalló cuando se fue a asear al baño y al volver, se dio cuenta de que otra vez estaban cogiendo. Pero en esa ocasión lo hicieron en silencio, disfrutando de la compañía del otro, como si se trataran de los más enamorados amantes.

¡Mierda!

La miraba de soslayo, estaba consciente de que ella con lo inteligente que era intuía que algo no andaba bien y, ¿cómo no? Si su cambio de actitud fue del puto cielo, al mismísimo infierno. Le hastió ver la posesividad con la que Sasuke trataba a Sakura, le enfermó ver que ella no hacía nada por frenarlo. ¡Se estaba volviendo loco! Se pasó la mano por el cabello, desordenándolo por completo. Antes de salir del elevador se soltó varios botones de la camisa, tenía calor y era de la pura ira. Las puertas se abrieron y él fue quien salió primero, ni siquiera le apetecía dirigirle la palabra a su novia porque sabía que, si abría la boca desataría el caos. Sin embargo, no pensó que ella sí quería hablar.

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