16

334 45 27
                                    

Entre suspenso y suspenso. Miraba al cielo, entendía que había cometido un error. Estaba decaída como para juntarme con Steven, pero no podía dejar de pensar en ti, ¿a ti te pasará lo mismo?

—¡Hola! —exclamó una voz masculina a lo lejos. Me giré y le sonreí pero inmediatamente desapareció. Sus ojos estaban algo rojos e hinchados de tanto llorar, ¿qué habrá pasado?

—¿Steven? —me acerqué apresurada y tomé su rostro entre mis dedos. Intentaba evitar mi mirada pero a la vez sabía que él quería mirarme. Y cuando nuestros ojos, amantes, se encontraron, volvieron a llenarse de lágrimas y a romperse. —¿Steven? —insistí. Él me abrazó con fuerza y yo correspondí, aferrándome a él. Ambos sabíamos que estábamos rotos, por ende, sentí el cómo él lloraba, y yo me restregaba contra su chaqueta para parar de llorar.

...

Estaba inquietada. Su mirada estaba concentrada en un punto fijo de la mesa mientras absorbía aquel tubo que ascendía en esa bebida fría. Me atreví a mover mis dedos entre los suyos, teníamos las manos entrelazadas entre sí y yo intentaba mostrarle una sonrisa débil, para cuando él me miraba. Era inútil.

—Steven —supliqué de nuevo y amenacé con soltarlo, pero solo se aferró a mí. —¡Steven! —hablé firme. Él separó su boca y me miró mal.

—¡¿Qué quieres, Spinel?! —aquel chico dulce, sabio y bueno, se había ido. Sus ojos estaban llenos de melancolía y desastres en su mente.

—¿Qué pasó? —apreté el agarre y él imitó mi acción. Mi mano comenzaba a dolerme de la fuerza que aplicaba, por algo la relajé.

—Bien —suspiró y dejó la bebida de lado. —Ella me odia —aquellas palabras me dejaron helada. Instintivamente recordé las tantas veces que te alejaste y me diste la espalda, las veces que me confundías y volvías arrastrada. Sonriendo, haciendo una mueca y volviendo a sonreír. —Le pedí para salir y me rechazó. ¡Me odia! —con su otra mano tapó su rostro y logré ver entre sus dedos, salir varias lágrimas. Me aferré más a él e intenté sonreírle.

—Claro que no, bueno, y si te odia, ¡que se muera! No lo mere——me miró con desprecio.

“Desprecio”, siempre me pareció una palabra fuerte, que me resultaba muchas dudas. ¿Usualmente hay acumulado odio en dicha palabra? Es como “aborrecer”. ¿Tú me desprecias?

—Spinel, basta... —susurró y se paró. —... Por favor, sé que también tienes mucho que soltar —sabía a qué se refería: un despecho y si bien, él no estaba de acuerdo y me dijo que paremos dichos encuentros, ambos sabíamos nuestros deseos más culpables. Y entre ellos estaba él: Steven Universe. No me pude negar al instante como todas esas veces que me lo imaginé, porque sabía que ambos lo necesitábamos, ¡nos necesitábamos!

...

Mis manos fueron a parar a su pecho, nuevamente. Aquella escena era demasiado explícita y pornográfica, a no ser de la oscuridad de la habitación. Él me apegaba a sí y yo lo seguía besando. Nos besábamos como si fuera lo único en el mundo que deseáramos: desesperación, temor, melancolía, emociones negativas que se convertían en un pecado capital sin arrepentimiento. No lo amaba, lo apreciaba, aunque aquellos encuentros carnales me atraían, él sabía darme el sexo de mi vida.

Él me empujó, causando que agarrara la cortina rosada con fuerza y tirara de ella, desgarrándola. Noté cómo la luz del sol se metió por esos cristales transparentes. Solté una temblorosa risa divertida por la excitación, antes de sentir sus besos en mi cuello. Lo separé de mí, intentando observarlo mejor.

—Lindo tatuaje, bebé —burlé mirando aquel diamante invertido que se hizo encima del ombligo. Él se limitó a sonreír y clavar sus dedos en mis muslos, embistiéndome por fin. Solté otro gemido y puse los ojos en blanco. Sentí su mirada sobre mí y volvió a mi cuello, besándolo. Aquella ternura había desaparecido, sentía seguidamente sus dientes contra mi cuello —cosa que nunca se había dignado a hacer— y sus seguidos chupones causando en mí, miles de fantasías.

—Steven~ —me retorcí por décima vez debajo de él, gimiendo su nombre. Mi mente ya no estaba concentrada en ti, estaba concentrada en él y en curar sus lamentos. Estaba pensando en lo grandioso que él era, en lo cruel que fuiste y en lo vil que yo fui. Mi mente se bloqueó y me quedé quieta. A pesar de dicha acción, clavé con fuerza mis uñas en la espalda de él al pensar que yo tenía la culpa de todo.

¿Y si yo tenía la culpa? Quizás me evitabas por algún problema y yo me lo tomé a pecho. Quizás ni siquiera el problema era sobre mí, quizás tú querías declararte o volver a tener la misma onda que antes. Y yo le estaba haciendo esto. Estaba teniendo sexo con un chico que me estaba usando.

—Spinel —sentí la mano de Steven acariciar mi mejilla. —¿Estás bien? ¿Te duele? —susurró algo nervioso y preocupado. Mis ojos comenzaban a arderme y eso significaba una cosa: estaba llorando. Solté un sollozo y él se separó de mí, inmediatamente. —¡Lo siento, fui muy brusco! —me abrazó y yo me aferré a él. Acaricié su espalda y logré sentir las marcas que le dejé. —Lo siento, debí darme cuenta que no querías... —susurró y me separó. Agarró mi rostro entre sus manos. —¿... Spinel...? —susurró.

—E-Es mi culpa —él parpadeó confundido. —La ignoré porque me dolió que me evitara pero ella igualmente... Ella igualmente... —me detuve y solté otro sollozo. Él suspiró aliviado y se sentó a mi lado. Me abrazó por los hombros y me aferré a su cuerpo.

—¿Quieres hablar de eso? —susurró. —Pudiste decirme que no querías... —volvió a decir.

—¡Quería! Eres fantástico —admití y me incliné a él, besando sus labios con ternura. Él correspondió con tranquilidad y acarició mis cabellos. Me separé y acaricié su pecho depilado. —Pero... Pienso que tengo la culpa de todo —susurré. Volvimos a mirarnos y miró mis labios. También los miré, deseosa.

—¿Sabes que la chica que siempre amé eras——la puerta fue abierta por una chica morena.

—Oye——se detuvo al vernos a los dos. Yo fruncí el ceño. —¿Spinel? —cuestionó. Ella abrió la puerta.

—Connie... —entreabrí los labios y gruñí. Me levanté, robándole la manta a él. Steven se apegó a las sábanas y soltó un quejido.

—Spinel, puedo explicarlo... —se levantó, agarrando de mi brazo y yo me zafé.

—No, está bien, ya entendí todo —agarré mi ropa. Connie me miró de pies a cabeza y luego a Steven.

—¡¿Esto era lo que me ocultabas?! —gritó y me señaló.

—¡No! Bueno, sí —me vestí lo suficientemente rápido como para comenzar a caminar. Él se paró y se puso calzoncillos, caminando a mí. —Spinel, por favor.

—Déjame sola —hablé firme. Connie lo agarró del brazo, impidiéndole ir por mí.

Nora | Stevnel [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora