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Yo tenía un lindo vestido magenta oscuro con escote de corazón. Era largo. Lo recordaba. Mi madre se la pasó sacándome fotos y mi padre me dio condones para no hacer una imprudencia. Supuse que sería fácil. Esa noche estaba determinada a arreglar las cosas contigo.

¿Estaba determinada? Sí. ¿Estaba orgullosa? Sí. ¿Estaba sonriente? Sí. ¿Feliz? También. ¿Enamorada? Increíblemente sí. ¿Aterrada? ¡Por supuesto!

Maldita sea. Soy una estúpida. ¿Por qué mierda estaba parada frente al espejo al lado de la puerta? Mi madre me está mirando raro. Suspiré y me giré, mirándola.

—Cariño... —arrastró el apodo.

—No preguntes —pedí y besé su mejilla, saliendo de ahí.

...

Miles de sonidos resonaban por el lugar, aturdiéndome. Antes de entrar, prendí un cigarrillo y me mantuve fuera, debía calmarme. Debía disculparme contigo, ennoviarme, casarme y adoptar niños. ¡Fácil! Solté el humo y miré al cielo, termino el cigarrillo y te bus——mierda. Mi mirada se posó en ti. Y en tu jodido vestido corto estilo princesa azul con varias estrellas de estampado. No era momento para que aparecieras. Toda mi valentía, cayó drásticamente. Cruzamos miradas y te detuviste. Obviamente estabas acompañada por Connie, que al verme torció los labios, insegura por tu reacción. Mis piernas temblaron y me atreví a acercarme. Metí el cigarrillo entre mis labios y fui. Directo a ti.

Hasta que...

—¡Cuidado! —gritaste. Solté un quejido al sentir algo mojado descender por mi pecho, miré a este y vi un líquido anaranjado y luego miré al estúpido que tiró su refresco sobre mí. Me tomaste de la mano, mirándome —Spinel, ¿estás bien? —ahora mi vestido está arruinado.

—¡Mierda! —me quejé y miré a ese chico. —Maldita sea —despeiné mi cabello.

—Calma, nena, es solo un vestido —en efecto, este vestido salió doscientos dólares.

—¡Claro! —apreté mi puño, tentada a golpearlo.

—Vamos, Spinel —apretaste el agarre, llamando mi atención. Nuestros ojos se conectaron y pude jurar ver estrellas en ellos. —Vamos al baño —me arrastraste dentro del salón y fuimos a dicho lugar. Al llegar, agarraste papel y lo mojaste con cuidado. Miraste mi escote y luego a mí.

—Hazlo —apreté mis piernas. ¿Estaba pidiendo que me limpiaras tú misma un refresco? Bueno, sí, lo estaba haciendo. Dudaste, pero pasaste el papel por mi escote, llegando a limpiar también aquella piel de mis pechos expuesta. Me mordí el labio. —Nor——me detuve al mirarte. Ahí supe todo. Tenías lágrimas en los ojos, podía ver cómo descendían. —¡Nora! —soltaste el papel y tapaste tu boca, retrocediendo. No me miraste. Tomé tus manos.

—¿Qué sucede? —soltaste otro sollozo.

—Dijiste mi nombre —cerré mis ojos y suspiré.

—Mira... Si bien, me mentiste... —mis ganas de disculparme y de todo se fueron, los nervios y cobardía permanecieron —... Yo... —silencié. Me miraste por unos cuantos minutos y suspiraste.

—Lo entiendo... Lo siento —parpadeé sin comprender.

—¿Qué?

—No debí forzarte a perdonarme... Entiendo qué sientes, no saber qué eres pero... —me volviste a mirar —... ¡Conmigo no importa qué eres! Me hubiese encantado estar contigo —sonreíste —tuve miedo, mucho más que tú. Temía que sucediera... —nos señalaste —... ¡Esto! Temía que tú me odiaras —golpeaste tu frente —pero está bien. Te entiendo —me sonreíste. —Yo también me odio...

Nora | Stevnel [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora