07

350 62 22
                                        

—Por fin llegas —tu vestido era tiernamente lindo, pero estabas sudando. ¿Por qué tardaste tanto? Oh, cierto, nunca especifiqué cuál shopping.

—Lo siento, fue el tráfico —te excusaste. Pudiste haberme dicho y reclamado pero para quedar bien lo dijiste. 

—No te preocupes —comenzamos a caminar. Estabas jugando con la punta de tu vestido. Yo te miraba de reojo de vez en cuando. —¿Qué te pasa? —me detuve. Tú tapaste tu rostro, sonrojada y frustrada. Realmente no te entiendo, Nora, ¿qué mierda te pasa?

—N-Nada —susurraste. —Es que eres muy linda —tu forma de coquetear me irrita. Pretendes que con tu dulzura y ternura voy a ceder pero no, ni loca saldría con una chica. Y aunque seas linda, no me agrada dicho hecho.

—Igual tú —me limité a decir. Te coloreaste más y soltaste un chillido. No puedo soportarlo. —Pensé que sería diferente —admití. Me miraste confundida y tus manos sudaron. —Quiero decir: no pude sacarte de mi cabeza —hablé irritada —pensé que serías divertida o me tirarías los trastos o algo, ¡pero no! Eres demasiado tímida como para hacerlo. Incluso gemí tu nombre en medio del sexo con un chico lindo —te sonrojaste más. —Cuatro veces —hablé claramente.

—Lo siento —retrocediste. Yo me giré a ti y te señalé, furiosa.

—¡Y te disculpas! —bufé. —Me estresas, nena —me encogí en mis hombros, frustrada.

—Lo siento... —susurraste nuevamente.

—No te disculpes —ordené. Dudaste varios minutos y hablaste:

—Lo siento —solté un quejido y te tomé de la mano.

—Vamos a un bar —ordené. Llegamos al bar gay del otro día, el bar donde cantó este chico. Busqué con la mirada esperanzada por ver a ese chico, pero no está.

—Qué lindo ambiente —susurraste. Cruzamos miradas repetidas veces y te removías incómoda. Nos sentamos en una mesa.

—Trabaja una amiga mía aquí —busqué conversación. Si fuera por ti, estaríamos en un largo silencio incómodo.

—Ah, ¿sí? Bueno, espero que nos haga algún descuento —soltaste una temblorosa risa. Te miré de reojo y dejaste de reír, bajando la mirada. Sardonyx se nos acercó. Mala señal. Me había asegurado de que ella no trabajara en ese momento, no quería que te conociera. No aún.

—Hola, hola~ —me entregó una cerveza y te miró, examinándote. —¿Eres la novia de Spinel? —recuerdo que la miré mal y tú te sonrojaste, bajando más la mirada.

—¿Ella me denominó así? —cuestionó.

—¡No! —miré mal a Sardonyx. —No lo hice —suavicé mi tono de voz. Te veías entristecida. Lo siento, Nora, no me atraes.

—Claro —ironizó Sardonyx. —¿Qué deseas tomar, bombón? ¿Eres menor de edad? ¿Quieres algo sin alcohol? —parpadeaste y sonreíste.

—Soy Nora, tengo veintiún años y no deseo algo con alcohol: ¿puede ser un licuado de frutilla? —jugaste con el borde de tu vestido. Yo te miré y luego a Sardonyx.

—Claro, bombón —ella y yo cruzamos miradas. Notaste la tensión.

—No la llames “bombón” —ordené. Sardonyx soltó una risa y se retiró. Di un trago a mi cerveza.

—¿Por qué fumas? —me retracto: sabes sacar tema de conversación pero me pone irascible.

—No te incumbe —escupí. Bajaste la mirada. ¿Te estás arrepintiendo de haberte involucrado conmigo? No soy tan agradable, mis novios siempre pensaron que soy tóxica, acaso tú... ¿Igual? —Bien, por ansiedad —asentiste con cuidado.

—Perdón por haberte acosado junto con... Connie —te encogiste. Me sentí halagada sobre que te hayas disculpado sobre eso.

—No me acosaste —sonreí.

Nora | Stevnel [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora