- c u a t r o

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por dentro era una película de terror. estaba sucia, había mierda de ratón en algunas esquinas, bastante polvo sobre los muebles y la televisión era muy vieja. ¿hacía cuánto que alguien no vivía allí?
lo único lindo, hasta ahora, era el hermoso y elegante candelabro que colgaba sobre el techo. tenía detalles de oro (falso), y plata (también falso).

la habitación estaba limpia. había una cama matrimonial en el centro, con acolchados calurosos y cuatro almohadas. un tocador con un gran espejo, el cual amó desde ese instante, y un enorme clóset viejo con olor a humedad.
el baño era pequeño, pero tenía bañera. tal vez no podría darse un baño de burbujas, pero sí uno de espuma con una relajante copa de champagne frío en su mano. sí, eso quería.

— me voy a duchar, explora el lugar si quieres, me da igual. — dijo junhui entrando al baño con una toalla azul en brazo.

no le dio mucha importancia a la suciedad, el dueño luego se iba a ocupar de eso, obviamente. así que, buscó en su mochila (que no había dejado en el maletero del avión) su protector solar, no tenía muchas intenciones de flecharse por el momento, y salió del lugar intentando verle algo agradable.

pero era estúpido, todo allí lo era. sólo quería volver a corea, irse a un spa con seungkwan y fumar marihuana toda la tarde para olvidarse de esas deudas malditas.
aunque le había dado muchas vueltas al asunto, y había entendido todo. la promesa que junhui le había hecho a su padrastro era justamente por eso, porque el gilipollas del novio de su madre sabía que iba a quedar en la ruina y no tuvo mejor idea que anotar todo lo que había "comprado" a nombre del ingenuo y mimado lee chan. si ese idiota estuviera vivo, sin dudas lo estaría golpeando fuertemente con un palo. sólo le había traído problemas que no tenía cómo solucionar, pues la ley pensaba que él había sido quien compró todas esas pastillas, quien no pagó el alquiler de la mansión y todos los gastos que conllevaba. y claro, ahora él era el culpable.

pateó una piedra, triste y enojado. tenía calor, su ropa estaba muy sucia y su rostro rojo por el sol, sólo quería estar en jacuzzi con varios hombres mimándolo por un par de dólares. ¿era mucho pedir?... en esas circunstancias, sí, era mucho.
caminó por el lugar, había un establo abierto con cinco caballos dentro. sonrió, tal vez conectarse con la naturaleza le daría fin a su mala racha. así que se acercó hasta allí, pero antes de entrar, una mano áspera ya conocida lo detuvo desde su muñeca.

— yo te aconsejaría que no entraras ahí. — junhui, con el cabello mojado y solamente unos vaqueros, lo miraba desde arriba. chan sintió fuertes deseos por besar sus clavículas, se veían tan bien con la luz del sol golpeando en ellas.

— ¿por qué? — su voz salió más como un jadeo. no supo si por la sed, o por lo que estaba viendo.

— no les gustan las personas nuevas. más tarde te los presento. —

— ¿y por qué más tarde? — preguntó soltándose de su agarre sin ser demasiado brusco. jun, con su típica y estúpida mirada seria, se encogió de hombros.

— hay mucho para hacer. limpiar la casa, alejar las hojas secas de la entrada, lavar el auto, cocinar, ¿por dónde quieres empezar? —

chan soltó una risita medio cegado por la luz del sol, y el chino se sintió con la mejor suerte del mundo al tener la vista de esos hermosos ojos verdes con miel siendo acariciados por los rayos, haciéndolos ver más claros de lo que ya eran. la piel pálida y el cabello azabache le hacían dar un aspecto más angelical, pero que por supuesto, no tenía, pues parecía más un demonio preguntón que un ángel delicado.

— por dormir, con permiso. — dijo sin más, se dio la vuelta queriendo volver a la cabaña. pero lo detuvo nuevamente.

— mi casa, mis órdenes. ahora ve y haz algo productivo, por favor. — insistió con el ceño fruncido. lo estaba intimidando otra vez y comenzaba a odiar eso.

cielo color verde - juno svtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora