- t r e c e

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era lunes nuevamente. esta vez el día estaba cálido, no tan caluroso, el sol alumbraba delicadamente. y el viento acompañaba para alivianar el calor.

durante la semana se acostumbró a tener diez hombres con chaleco antibalas alrededor de la cabaña. no hablaban con él más que lo justo, y eso se le hacía algo insoportable, pues cuando jun no estaba, se aburría e intantaba hablar con ellos, pero mantenían distancia y acababa rendido viendo el techo en la habitación hasta que su compañero llegara.
con él las cosas iban bastante bien, no más que una u otra discusión tonta que acababa en besos suaves y lentos en la cama. porque, buenas nuevas, desde aquel día habían duplicado las dosis de besos, nada que pasara a mayores más que unas caricias. estaban bien con eso, él lo estaba, quería suponer que jun también. sin embargo, lejano a las comidas de boca, no había cambiado el raro comportamiento de junhui. se preocupaba como siempre, no lo dejaba salir solo a los alrededores si él no lo acompañaba o alguno de los hombres lo hacía, pero de un momento a otro le decía que podía irse a los cojones que a él no le importaría en lo más mínimo. seguía en sus trece de nada de información demasiado personal, su vida no era algo que debía importarle. pero chan era demasiado curioso y a veces se pasaba de la raya con las preguntas.

se había acabado el atado que yixing le dio, y estaba esperando que algún día él viniera y así poder pedirle uno nuevo a cambio de no sé, otro beso.
pero desde esa vez, no supo nada de él. hoy se suponía que debería venir, pero no fue así.

salió de la cabaña para buscar a jun y decirle que ya no le quedaba shampoo sólido, de todos modos nada podría pasarle estando casi setenta personas allí. porque, aún seguía algo asustado. aquél momento interrumpía sus sueños de vez en cuando.

los hombres de chaleco lo vieron salir y amagaron con comenzar a seguirlo, pero les sonrió y los frenó con una mano.

— no os preocupéis, hay demasiada gente, nada pasará. —

y dicho esto caminó unos metros dirigiéndose al huerto, tal vez su objetivo estuviera ahí. aunque se frenó de golpe.
sus fosas nasales fueron llenadas con ese olor, el mismo que tenía aquel hombre en la mano; nafta con hierbas. se paralizó y sus ojos comenzaron a vagar por todo el lugar con rapidez, intentando buscar a quien traía ese horrible aroma. no podía estar lejos, y habiendo tanta gente podría distinguirlo con facilidad por el olor.

no se percató de que retenía la respiración hasta que una mano se posó en su hombro y se alejó completamente asustado. pero se relajó cuando vio que sólo era jun.

— por dios... casi me matas. —

él lo miró preocupado y confundido.
— ¿sucede algo? — preguntó.

— creo que sí... ¿sientes ese olor? — levantó el dedo índice olfateando con fuerza. y junhui aspiró, intentando decifrar qué olor.

— sólo huelo a nafta. —

— exacto, nafta con hierbas. — le dio la razón acercándose a él. se puso de puntas de pie y sus labios quedaron muy cerca de su oído. — es el mismo olor que tenía ese hombre el lunes pasado, él está aquí ahora. —

y apenas lo dijo, junhui cogió su mano entrelazando sus dedos y comenzó a analizar todas las personas, conocía a cada una de ellas, no había nadie que nunca hubiera visto.

— ¿estás seguro? —

— completamente. — murmuró como si lo que dijeran fuese confidencial. jun rió ante ello y caminó con él tomado de la mano hasta el interior del huerto, tratando de buscar la fuente de ese olor.

pero a medida que se alejaban, menos se sentía.

— sé que soy el patrón, pero no puedo estar olfateando a mis clientes. tal vez el olor viene de la camioneta y se mezcla con todo lo del huerto ahora que lo están removiendo. —

cielo color verde - juno svtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora