- v e i n t i d ó s

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se habían acostado cerca de las cinco de la mañana, presos del alcohol corriéndoles por las venas y por el sueño. pues, de no haber sido así, hubieran seguido de largo.
y estarían durmiendo aún, si yixing no estuviera en su habitación abriendo de par en par las cortinas para que de una maldita vez se levantaran.

— jo...der, vete a los cojones, yixing. — se quejó junhui con una jaqueca de los mil demonios escondiendo su rostro de la luz en el cuello de un chan que comenzaba a despertar.

— ¡venga! ¡que es de día y ya llegaron los clientes! — exclamó firme.

de inmediato junhui se sentó en el colchón y se despeinó aún más el cabello. habían olvidado por completo que era día de venta. lo peor era que hacía sólo una hora que se habían acostado, pues los clientes siempre llegaban a las seis y media de la mañana. incluso se sentía un poco borracho todavía.

— pírate de la habitación, aún estamos acostados. — se quejó el chino. comenzaba a caerle mal su amigo.

yixing se rió. chan, en cambio, luchaba por abrir los ojos.

— qué va, si somos amigos. — sonrió mirando al coreano, que no traía camiseta por alguna extraña razón.

jun, reaccionó y lo cubrió con las frazadas hasta el cuello. luego, se puso de pie, no sin antes haberle dejado un beso en la frente. y empujó a yixing afuera de la habitación.

— es mi novio a quien miras, yixing. así que sé más respetuoso. — advirtió con el dedo índice.

al chino mayor no pareció importarle. y a él le dolía demasiado la cabeza como para seguir discutiendo, así que se metió al baño y se dio una corta ducha de agua fría, pero no tan fría. se sentía del asco, no entendía cómo dino hacía para sentirse súper normal luego de haberse bebido hasta el agua del inodoro.

y cuando salió del baño, lo vio en la cocina lo más bien, con su bata de más de diez mil dólares puesta y cortando manzanas. aunque lucía muy cansado.

— puedes ir a dormir si quieres. — le dijo, tomándolo por sorpresa.

chan sonrió sin mirarlo.

— qué va, te estoy haciendo algo para la resaca. yo me siento bien. —

le agradeció dándole un apretón en la mejilla y quitó el cepillo de dientes junto a una pasta dental coreana de la mesada, al parecer su pequeño novio no había podido esperar a que saliera del baño para cepillarse los dientes y lo había hecho en la cocina.

luego de haber soportado el estruendoso ruido de la licuadora funcionando, se bebió lo que le había dado simplemente porque necesitaba energías y tomar algo que no fuera alcohol. luego de eso fue hacia el huerto, saludó y controló que todo funcionara correctamente. también soltó a los caballos para que disfrutaran la brisa mañanera.

probablemente estuvo dos horas allí afuera, de paso, acomodó el lío que habían hecho cerca de la piscina la noche anterior. y después de que todos se fueron de allí, entró a la casa yixing seguía en el huerto, pero poco le importó.

— chan. — llamó al no verlo en la cocina.

y al no recibir respuesta caminó hacia la habitación, pero él se adelantó y se chocaron sin querer. chan se rió, lucía raro.

— ah... qué chistoso. — dijo luego de secarse las lágrimas de la risa.

junhui olfateó, sospechando, y sintió un asqueroso olor a hierbas y a químico. así que, con preocupación y enojo (más enojo que otra cosa), lo cogió de las mejillas para verle los ojos.
sus hermosas perlas verdes estaban opacadas por un horrible rojizo. sabía que eso iba a pasar en algún momento.

frunció el ceño y sin decirle nada, lo empujó hasta el baño, abrió la llave de agua fría y lo metió debajo del agua con ropa y zapatos.

— pero... aún no quiero bañarme...— murmuró quieto mojándose, con un puchero mirando al piso.

jun no se dejó persuadir por su ternura y fue hasta la habitación. buscó debajo de las almohadas, del colchón, en el cajón. y acabó entre las prendas de chan, encontrando dos bolsitas, una de cocaína y otra de unas hierbas que parecían ser marihuana. suspiró para calmarse.

las cogió y salió de la cabaña, buscando a yixing, que estaba fumando. se acercó a él y le lanzó en la cara ambos paquetitos.

yixing se sobresaltó y tiró el cigarrillo. miró hacia abajo para ver qué le había lanzado.

— te dije que no metieras en cosas raras a chan. — dijo con el ceño fruncido.

el chino, se apoyó en el tronco del árbol que tenía detrás.
— qué va, sólo es un poco de coca, que por cierto, no me ha terminado de pagar. — levantó el dedo índice.

junhui rodó los ojos, suspiró y con apuro sacó su cartera del bolsillo trasero de sus vaqueros. cogió varios billetes y se los pegó en el pecho. yixing los cogió.

— no vuelvas a venderle droga. aléjate de él. — advirtió.

y luego de eso, entró nuevamente a la cabaña.
chan seguía bajo la ducha, en exactamente la misma posición que lo dejó.
chasqueó la lengua al no poder enojarse con él como solía hacerlo en un principio.

se acercó a él, cerró el paso de agua y lo envolvió en su bata. posteriormente corrió los cabellos mojados que se adherían en su frente, y lo miró a los ojos. ¿cómo alguien tan delicado podía hacer cosas como esas?

— a dormir, señorito. — susurró con una sonrisita. chan también sonrió, cansado.

— pensé... pensé que ibas a dejarme...— murmuró súper bajito mientras jun lo vestía con ropa seca.

le acomodó la camiseta de dormir y secó su cabello con la toalla, suavemente para no marearlo.

— no voy a dejarte, pero tienes que prometerme que nunca más vas a drogarte. — lo miró.

y al no obtener respuesta, suspiró y lo acostó correctamente, cubriéndolo. acomodó las cortinas y bajó la persiana para que no molestara el sol.
se acostó también, pero no lo abrazó. se quedó mirando el techo, pensando en qué hacer con lo que había pasado. sabía que yixing no iba a alejarse, y eso no le agradaba. lo necesitaba lejos, muy lejos para que dejara de dañar a su novio.

y hablando de él, chan volteó y se abrazó a su torso, colocando su cabeza sobre su pecho. le devolvió el abrazo, sin poder negarse a ello.

— yo no quería comprarle, de verdad. él me insistió mucho, no sabía cómo negarme. — confesó en voz baja, como con miedo.

jun quiso salir de allí e ir a buscar a ese gilipollas. pero en vez de eso, comenzó a hacerle mimos en el brazo y el cabello húmedo.

— vale, vale. te prometo que no volverá a ofrecerte. — ni a acercarse.

chan subió su pierna para poder entrelazarlas con las de él.

— ¿me perdonas? — preguntó triste y cansado.

— sí, chan. te perdono. — pronunció.

pero se preocupó cuando sintió como algo cálido le humedecía la camiseta; lágrimas.
se acomodó mejor, sentándose con la espalda en el respaldo. y colocó al menor sobre él, abrazándolo como a un bebé.

— ¿por qué lloras? — habló lo más suave que pudo. aunque eso hizo que el otro comenzara a hipar.

su cabeza se posó sobre la de él. sólo lo había visto llorar una sola vez, y todavía no aprendía cómo debía consolarlo.

— yo... yo me asusté... pensé que te enojarías mucho... perdón. — habló hipando, con el rostro en el cuello del mayor, a quien no le importaba mucho si lo humedecía con sus lágrimas.

— no puedo enojarme contigo.—

comenzaba a desesperarse, ¿cuánto más podría soportar mentirle sobre la promesa?

(...)

1270 palabras

cielo color verde - juno svtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora