- c a t o r c e

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al día siguiente se levantó cerca de las dos de la tarde, puesto a que de la nada se había encontrado sintiéndose mal, físicamente hablando. junhui no le creía, ya que decía que lo inventaba por lo sucedido la noche anterior. y no era así, realmente no lo era. le importaba poco lo que había pasado, no se arrepentía ni se avergonzaba.
había amanecido con dolor de cabeza y con el cuerpo demasiado cansado. de todos modos no discutió con él, no tenía ánimos cuando sabía que tenía las de perder.

se colocó su bata bordó con las iniciales de su nombre en hilo blanco, bordado de una manera muy sutil y delicada. fue hasta el comedor sin siquiera haberse peinado, eso significaba que estaba mal de verdad.
jun estaba en el sofá con el celular, pero al sentir la presencia de el más pequeño, lo bajó y lo miró a él.

— son las dos de la tarde, estas no son vacaciones y aún tienes que limpiar el establo. — indicó. chan lo ignoró y con los brazos sin demasiada fuerza, se sirvió una taza de té de limón.

jun, al no obtener respuesta, frunció el ceño.

— en serio no puedo creer que estés fingiendo sentirte mal. eso no va a salvarte de hacer tus tareas. los caballos están a tu cargo.—

dejó la taza con fuerza sobre la mesada, harto de ese trato, se acercó a él y le pegó una bofetada que le giró la cara.

— vete a la mierda. — dijo con la voz rasposa debido a su malestar y se fue otra vez a la habitación.

no iba a permitir que lo tratara de mentiroso, no cuando se sentía tan débil física y mentalmente. se sentía deprimido porque extrañaba a seungkwan, y muy cansado por sus defensas bajas. sus ojos pesaban amenazando con cerrarse y su garganta dolía. se miró en el espejo y se sintió miserable. ¿desde cuándo había ojeras en sus párpados inferiores? sabía que podría ser por estar enfermo, pero odiaba tenerlas.
se quitó la bata con furia y se colocó las zapatillas. ¿quería que trabajara? iba a trabajar.

de todos modos, si se enfermaba aún más sería su culpa por hacerlo trabajar sintiéndose mal. salió afuera ignorando los llamados de junhui diciéndole que debían hablar, que hicieran las paces. pero estaba demasiado enojado como para hacer las estúpidas paces.
sacó a los caballos del establo aprovechando el fresco del día, estornudó y comenzó a juntar el heno que no servía. otro estornudo y sintió la mirada de todos los hombres de chaleco sobre él al igual que la de su bobo compañero. no iba a parar.

arrojó el heno a una carretilla, así hizo con todo lo que debía ser desechado. limpió la caca que estropeaba el camino de tierra, otro estornudo, y otro. sintió que la respiración se le aceleraba debido al malestar y se detuvo un segundos, sosteniéndose de la pala. otro estornudo.
sintió su estómago revolverse por el inmundo olor a la cagada de caballo, más la tierra húmeda. soltó una arcada y corrió hasta quedar atrás del establo para soltar todo de una maldita vez. odiaba vomitar. sus ojos se cristalizaban con cada arcada y eso era peor.
al acabar, se apoyó en la madera roja y cerró los ojos calmándose. si estaba alterado se sentiría mucho peor. pero unas manos en su cintura lo hicieron abrir los párpados, encontrándose con la mirada arrepentida de junhui.

— lo siento. —

frunció el ceño y bajó la mirada. si lo miraba iba a ceder.

— vete, tengo que continuar. — pidió en voz baja. se convertirá en la persona más vulnerable cada vez que jun lo manejaba de esa manera. y eso también lo odiaba.

— no, ve a descansar. yo sigo. —

lo empujó despacio para que caminara, pero había acabado de agotar sus energías vomitando y se tambaleó un poco sintiéndose mareado, así que se abrazó al cuerpo del mayor antes de poder caerse.

— deberías darte un baño. — sugirió.

chan puchereó.
— apesto... en todos los sentidos, apesto. —

jun rió suave.
— claro que no. verás que vas a sentirte mejor cuando acabes de bañarte. —

llegaron a la cabaña y con la mirada pidió a los hombres que le abrieran la puerta.
siguieron caminando hasta el baño, y sentó a chan en la tapa del inodoro.

— no creo tener fuerzas para hacer algo. — se quejó bajito.

él sonrió abriendo las llaves de agua, templándola.
— levanta los brazos. —

y en unos instantes más, ya estaba dentro de la bañera vieja con ropa interior puesta y con el chino mojando su cabello delicadamente. colocó shampoo y comenzó a masajear su cuero cabelludo con parsimonia, relajándolo al punto de casi dormirse. sus pequeñas manos estaban entre sus piernas, caídas por el cansancio, y sus labios abultados tristes.

— cierra los ojos. — susurró. e hizo caso, al instante sintió el agua caliente mojarle el cabello, quitando la espuma. — ¿quieres ir al médico? — preguntó frotando sus brazos para que no comenzara a tener frío.

negó.
— no me gustan las clínicas. — comentó tirando la cabeza hacia atrás hasta chocar con el hombro del mayor, mojando su suéter.

junhui miró sus párpados cerrados, se notaban las venas en ellos, sus pestañas estaban reunidas en pequeños grupitos por el agua, su nariz tan perfecta y redondita estaba un poco roja por la alergia. y sus labios... rosados y húmedos. tan hermosos y tan suyos. porque sí, él creía que aquellos labios ya le pertenecían a pesar de no sentir algo sentimental por él.
besó su frente, arriba de su ceja.

— deja que termine de quitar el shampoo y ya luego dormimos. —

chan se incorporó y se dejó hacer.

— ¿no tienes que ir a la ciudad hoy? — preguntó.

jun solía ir a beijing los martes y jueves para corroborar algunas cosas con sus clientes y firmar papeles con otros nuevos.

— hoy no. — dejó la taza con la que mojaba su cabello a un lado y cogió la bata. — ya está, sécate. te dejo para que te cambies, mientras te haré un té.—

le entregó la prenda y se la puso de inmediato por el frío. esperó a que se fuera y cerrara la puerta para comenzar a cambiarse por completo. pero antes de colocarse la camiseta (que era del mayor) se miró al espejo y notó una pequeña, casi invisible, marquita rosadita causada por las delicadas mordidas que jun le había proporcionado anoche. la acarició con la yema de sus dedos y se terminó de vestir por fin.

salió del baño con una toalla en la mano secando su cabello. se tambaleó nuevamente, pero no perdió el equilibrio ya que se sentó se golpe en el sofá.

— ¿no es mejor que te acuestes? puedes tomar allí el té. —

— no quiero té. — se quejó.

— entonces ve a dormir. — dejó la taza en la mesada y se puso en frente de él. — venga, que no vas a recuperarte si no descansas. — extendió las manos.

y las tomó.

jun se encargó de que estuviera bien tapado, también tomó su temperatura, pero no estaba tan mal, apenas y tenía un poco de fiebre. se sintió realmente muy mal por no creerle, al fin y al cabo él no podría mentir con algo así.
lo dejó descansar con un beso en la frente.

poco después, tal vez dos horas, se acostó él también para procurar que descansara lo suficiente para reunir un poco de fuerzas. se refugió en las frazadas y su mano pasó por la cintura caliente del menor, acariciándola debajo de aquella camiseta que sabía era suya. el otro se removió un poco con el ceño fruncido y le quitó el brazo de encima para cambiar de posición y abrazarlo de brazos y piernas. sus extremidades inferiores entrelazadas y su rostro colorado por la fiebre en su cuello.
se quedó sorprendido y quieto unos segundos. debatiendo si abrazarlo también o no, si quitarlo o no, le correspondió. no lo apretó contra su cuerpo como hubiera querido, pero sí acarició su espalda por el resto de aquella tarde.

esa sería la primera de las muchas veces que dormirían abrazados. y junhui sabía que si no ponía un alto, iba a caer en sus encantos naturales de niño rico y hermoso.

eso no era parte del contrato...

(...)

¿qué contrato? saquen sus conclusiones.

1380 palabras.

cielo color verde - juno svtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora