Capítulo I - El comienzo

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Me llamo Silas Pierce, soy un chico de 15 años, cabello castaño y corto, y también algo desaliñado. Físicamente hablando, soy un desastre, nunca fui bueno en los deportes, ni me gustaron, y soy muy lento. Tampoco he tenido mucha suerte en el amor, será porque me paso buena parte del día jugando al ordenador y leyendo. Desde siempre he sido muy tímido e indeciso, aunque intento lanzarme más cada día. Os contaré la historia que empezó una fatídica mañana.

Esa mañana empezó como cualquier otra. Me levanté un lunes bien temprano, más gruñón que un gato con malas pulgas por el simple hecho de ser lunes, por no decir que tenía examen. Como cualquier otra mañana me vestí tranquilamente y me dirigí a la cocina, dónde me preparé mi desayuno típico de leche y galletas. Después de revisar un poco el tema para tener los conocimientos frescos para el examen cogí mi mochila y me la puse a la espalda para salir. Antes de abrir la puerta de mi casa solté un gran bostezo, cogí mis llaves y abrí la puerta adormilado.

Cuando crucé el umbral de la puerta, estaba en otro mundo, y así fue como yo, Silas Pierce acabé en el mágico mundo de Haien.

De repente, una poderosa luz inundó mis alrededores y me cegó por completo, haciéndome tapar mis ojos. Cuando este misterioso haz de luz se detuvo estaba en un precioso y verde prado. Me quedé de pie, parado, con la mirada fija en el horizonte intentando procesar la información. Esto, definitivamente, no podía ser verdad. Llevo estudiando duro unos días y me he quedado dormido. Sí, será eso, tiene más sentido, así que simplemente esperaré a despertarme. Pero ese momento nunca llegó.

Bueno, si no puedo despertarme aprovecharé lo que me quede de sueño. Con esa premisa divisé los alrededores. No había mucho, tan sólo unas colinas y algunos árboles. Sin embargo, me di cuenta de que, aunque movía la mirada de lado a lado había una especia de cuadrado blanco en una esquina que no se iba. Cuando estaba mirándolo, el cuadrado se expandió hasta ocupar gran parte de mi visión y me mostró esto:

[ESTADÍSTICAS] HABILIDADES

NOMBRE: Silas                                          PV:15/15 PM:10/10

NIVEL: 1                                                       Atk:3 Def:2 Hab:1

ESPECIE: Humano                                  Vel:1 Int:3 Lck:2

VOCACIÓN: Ninguna

RANGO: D

AFINIDAD: Desconocida

ESTADO: Sano

AFILIACIÓN: Ninguna

¿Qué querrían decir aquellas cosas? Parecían sacadas de un RPG, aquel género de videojuegos que me gusta tanto. Pero hay cosas que no llego a entender, como el rango, o la afinidad.

Sin más dilación, me puse en marcha, explorando mis alrededores. Noté que el aire que respiraba era más limpio, más puro, y menos contaminado que el de la ciudad en la que vivía. Decidí subir a una colina para tener una visión general del entorno. Desde allí descubrí que un pequeño pueblo se encontraba no muy lejos. Bajé de la colina corriendo, cuando oí una voz resonando en mi cabeza.

Habilidad conseguida: Correr Nv:1

¡Genial, he aprendido a correr! La verdad es que nunca fui muy veloz, ni me gustó correr, pero bueno.

En un momento ya estaba casi en el pueblo, cuando me encontré con un slime. Era una pequeña bola azulada que se movía lentamente arrastrándose con todo su cuerpo, deformándose, estirándose y ensanchándose continuamente. Cuando me detectó se detuvo, abrió su boca y escupió una sustancia en mi dirección. Intenté evadirla, pero fue inútil. Aquella sustancia, de un color azul oscuro cayó en mi brazo. Era como si tuviese aceite hirviendo en el brazo, el dolor era muy realista como para ser un sueño.

- ¡Ahhh! – grité de dolor. Caí hacia atrás sorprendido.

Intenté quitármelo, pero lo único que hacía era extenderse y provocarme más dolor. Fue entonces cuando me di cuenta de que había unas barras en la parte inferior derecha que decían así:

PV:12/15

PM:10/10

Al parecer, el ataque del slime me hizo un daño de 3 PV, lo cual teniendo en cuenta de que tan sólo tenía 15 era un montón, y yo todavía seguía en el suelo indefenso ante su próximo ataque, pero este nunca llegó. Una flecha alcanzó al slime y este cayó muerto.

Un señor que tendría en torno a cuarenta años era mi héroe.

- Hay que tener cuidado con los slimes, estoy cansado de decirlo – dijo el hombre, resignado.

- Esto... no soy de aquí, no estoy acostumbrado a los slimes – me defendí.

- Pues es raro ver un viajero por esta zona, además de nivel 1 – dijo, aguantándose la risa ante este último dato – Anda, ven a mi casa y trataré esa herida.

El señor me condujo hasta su hogar, una humilde casa de madera por fuera, aunque por dentro era muy agradable y tranquila. Noté que todos los muebles eran de madera, y además artesanales, nada de basura producida en masa.

Me hizo sentarme en una silla y después de rociar un líquido verde sobre la herida me la vendó.

- ¿Cómo se llama, señor? – le pregunté.

- Matthias, soy un artesano en este pequeño pueblo. – dijo.

- Yo me llamo Silas – me presenté – y tengo una pequeña duda rondando en la cabeza desde hace un rato.

- Dime, quizás sepa responderla. – dijo confiado.

- ¿Es esto un sueño? – pregunté elevando mucho el tono de voz.

Se hizo el silencio. Pasaron unos incómodos segundos de miradas fijas del uno al otro hasta que Matthias respondió con una carcajada.

- ¿Te has dado en la cabeza? – se rió – Esto es la vida misma te guste o no.

Lo suponía, esto es como aquellas historias de aquellos que son enviados a otros mundos, como Ro: Zero, Kanasuba o Tata no Yuusha. Esto sin duda es un regalo de los dioses. ¡Gracias a esto no tendré que hacer aquel examen! Luego lo celebraré, ahora tengo que saciar mis dudas. Creo que lo primero será contarle mi situación.

Time TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora