Capítulo III - Convirtiéndose en aventurero

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Por la mañana, lo que me despertó fue el sol, que ya había salido y me estaba alumbrando directamente a los ojos. Cuando salí de la habitación, me llamó la atención una nota que reposaba sobre la mesa de la sala de estar.

"Buenos días, dormilón:

Si estás leyendo esto es que me he ido al taller y todavía no he vuelto, tienes el desayuno en la mesa."

Miré hacia la derecha y efectivamente, allí se encontraba una sopa. No era lo que esperaba por un desayuno, pero igualmente, probé aquella sopa verdosa. No podría decir de que era, pero sabía realmente bien. Tenía un sabor suave y delicioso. Me la terminé en poco tiempo y salí de la casa.

Caminé algo perdido por la pequeña aldea hasta que me encontré con una señora y me acerqué a preguntarle.

- ¿Sabe dónde está el taller de Matthias? – pregunté.

La señora me miró de arriba abajo con una mirada despectiva.

- ¿Eres un bufón o un juglar? Nunca te había visto por aquí – respondió.

Me sentí algo insultado, e iba a responderle cuando una voz desde detrás me llamo.

- ¡Silas, ven aquí! – Exclamó Matthias.

Me acerqué dejando a aquella grosera señora detrás y le pregunté a Matthias:

- ¿De verdad parezco un bufón? – pregunté algo enfadado.

- La verdad es que con esa ropa destacas bastante, pero tranquilo, yo te puedo prestar algo que te quedará bien – respondió.

Acto seguido se adentró en su taller y yo pasé para verlo.

Era un local espacioso con varias mesas y taburetes, y las paredes estaban repletas de herramientas que desconocía. No había más aparte de nosotros dos en aquel momento, aunque por el número de taburetes supuse que serían varios los artesanos.

- Lo encontré – exclamó. Se trataba de un conjunto de ropa – Pruébatelo.

Al principio no me convencía, pero lo probé igualmente. Consistía en una camisa de color blanco y unos pantalones cortos amarillos, además de una capa verde.

- No te queda mal, chico – dijo al verme.

No era del todo cómodo llevarlo, pero era bastante ligero.

- Oye, a pesar de que soy bastante bueno, no dejo a nadie vivir de gratis – anunció - ¿Por qué no vas a la oficina de aventureros? Está en la plaza del pueblo.

Dicha plaza no estaba muy lejos ya que el pueblo era minúsculo. Me fui paseando por la plaza hasta que pasé por un pequeño local. Tenía una señal con una pluma y una espada cruzadas. Pasé al interior. Como se esperaba, era realmente pequeño. Una joven me recibió al entrar.

- ¡Bienvenido a la oficina de aventureros de Tesivias! – dijo la chica con una gran sonrisa en la cara – No me suenas de nada.

- Acabo de llegar – respondí escuetamente.

- No pasa nada, yo te guío – me dijo – Me llamo Jana.

- Encantado, soy Silas – me presenté.

- Empezaremos haciendo tu licencia de aventurero, la necesitarás para muchas cosas – me avisó – Rellena este formulario.

Me pasó un papel con una pluma y un tintero. Cogí el tintero y leí con atención. Me sorprendió que el texto estuviera en castellano. Rellené todo con facilidad hasta que llegué al punto del origen. Jana me vio atascado y me dijo que podía dejarlo en blanco si no quería ponerlo.

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