Capítulo VIII - El Bosque de la Miseria

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A la mañana siguiente, nos reunimos en la oficina. Yo fui el último en llegar.

- ¡Vamos, Silas, hay que levantarse temprano y con energías! – exclamó Klaus.

Yo no era para nada un madrugador.

Ahora que me doy cuenta, no he comprobado a mis compañeros.

[ESTADÍSTICAS]

NOMBRE: SVEN

NIVEL: 7

ESPECIE: HUMANO

RANGO: D

ESTADO: SANO

[ESTADÍSTICAS]

NOMBRE: KARA

NIVEL: 6

ESPECIE: ELFO

RANGO: D

ESTADO: SANO

¿Elfo? La verdad es que sabiendo que en este mundo hay monstruos, la existencia de elfos me parece de lo más común. Además, me he dado cuenta de que, si mi nivel es cercano al de mi objetivo, puedo ver más datos. Parece que por ahora llevan la delantera, por ahora.

- Bien, ya estamos todos, elijamos una misión – dijo Klaus – la usaremos como prueba.

Nuestro maestro se quedó de pie frente al cartel mirando todas las misiones, su cuerpo fornido y grande apenas dejaba ver al resto de aventureros las misiones. Después de varios instantes se decidió.

- ¡Esta! – dijo al fin.

El texto llegó a mis manos.

"¡Encuentra a mi hijo!

Mi hijo Bert entró en el Bosque de la Miseria y no ha vuelto"

Recompensa: 1000 Zors

Rango: C

Esta era una misión de rango C, mientras que nosotros éramos de rango D. Cuando iba a comentarlo, Sven se adelantó:

- Capitán, somos de rango D, pero esta misión es de rango C, ¿no será demasiado complicada? – dijo

- Los rangos funcionan de la siguiente manera: un rango D puede aceptar misiones de rango D y C, uno de rango C puede aceptar misiones de rango D, C y B; y siguiendo – explicó – estáis capacitados, además yo estoy aquí.

Sin muchas confianzas, fuimos a dicho bosque. Su nombre ya me daba mala espina.

Pude reconocerlo a distancia. Daba un aura de peligro y misterio. Los árboles eran frondosos, y muy altos. Tapaban casi toda la luz y allí siempre parecía ser de noche. Sin embargo, como me explicaron, no es un lugar demasiado peligroso, sin embargo, hay que tomar precaución.

Pronto llegamos al bosque.

- Antes de entrar, tengo que comentaros algo – dijo Klaus – esto será vuestra prueba, y obviamente yo no puedo intervenir, sólo lo haré en casos de vida o muerte.

Los tres asentimos al unísono. Creo que podría trabajar bien con Sven, pero Kara era otro mundo.

Sin más dilación, nos adentramos en el Bosque de la Miseria. Pronto me di cuenta de que allí, respirar se hacía algo más difícil. Íbamos en fila. Kara se había posicionado a la cabeza, después Sven y luego yo. Klaus iba detrás para no interferir en nosotros.

El corazón me latía muy fuerte, estaba muy nervioso. Lo que más miedo me daba era lo que se oía, absolutamente nada. Nada de nada, excepto el crujido de las ramas bajo nuestros pies. De repente, me pareció escuchar algo. Kara se detuvo en seco. El sonido de los matorrales se acercaba. Kara puso una mano en la guadaña que tenía en la espalda.

De repente, un ser parecido a un jabalí saltó de la oscuridad. Kara desenfundó su arma y lo ajustició en un parpadeo. No me dejó tiempo ni a mí ni a Sven a sacar nuestras armas.

Sin decir una palabra se acercó al cadáver y empezó a llevarse algunos huesos. Ante mi confusa imagen, Sven me lo aclaró.

- Ciertas partes de algunos animales se pueden usar en la fabricación de herramientas o pueden venderse – me dijo.

Después de acomodarse su bolsa prosiguió su camino.

Por lo que había visto, parecía ser muy hábil y muy veloz. Sin embargo, no pude ver a Sven en acción, ya que tenía ganas de ver cómo luchaba.

De pronto empezamos a escuchar algo, pero esta vez no era ningún monstruo, sino que era el gorgoteo del agua. Parecía ser un riachuelo.

- Bien chicos, hora de un descanso, vamos a la orilla del río – anunció Klaus.

Acampamos a la orilla del pequeño riachuelo, y así aprovechamos para beber. Trajimos algo de comida porque sabíamos que la misión podría ser larga. Aunque tenía hambre, el hecho de acampar mientras que un niño pequeño está perdido en un bosque me parecía demasiado insensible.

Cuando le estábamos hincando el diente a la comida, oímos a lo lejos un grito desgarrador.

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