Capítulo XXI - Los Guardianes

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A la mañana siguiente hubo un gran revuelo en la oficina. Todo el mundo estaba muy agitado por algo. Como todos los días, me senté junto a mis compañeros y el equipo de Fritz.

- ¿Qué ocurre? – le pregunté a Fritz.

- ¿No lo sabes? – dijo efusivo – ¡Los Guardianes van a tener una reunión! ¡Aquí, en Styrke!

Mi cara confundida delató mi desconocimiento.

- ¿No sabes quiénes son los guardianes? – dijo Fritz – Es el grupo de los 7 únicos aventureros de rango SSS del mundo, son muy fuertes.

- ¿Y qué hacen aquí? – inquirió Sven

Fritz se quedó calmado un momento.

- No lo sé... Pero si están haciendo una reunión es porque algo importante ha ocurrido – explicó Fritz – Normalmente suelen estar dispersos por el mundo, ayudando a la gente o viajando, no suelen estar juntos.

Algo importante... Cómo de grande tendrá que ser para que esos aventureros legendarios se reúnan...

Durante los días siguientes me enfoqué en hacerme más fuerte, siguiendo el entrenamiento mágico de Azel, y por el otro lado, el entrenamiento físico de Klaus. Ya le había cogido el truco a congelar, y cada vez lo hacía más rápido y más fuerte, pero obviamente, esa no era la manera en la que estaba pensada para usarse. La magia debía canalizarse para levantar un muro, lanzar bolas de hielo, o hacer crecer punzantes clavos, pero todavía no estaba listo, según Azel.

En el entrenamiento físico, Klaus nos siguió enseñando a manejar nuestras armas y las habilidades.

Así pasaron varios días, hasta que el día de la reunión llegó.

Como todo el mundo quería ver a los Guardianes se agolparon a la entrada de la oficina, donde se vería con el rey, y tratarían algo de lo que nadie sabe.

Yo, por curiosidad, también me acerqué a verlos. Eran 8 aventureros, cuya presencia denotaba un poder enorme. Todos tenían pañuelos negros, el color más raro de todos, que demuestra la pertenencia al rango SSS. Mi pañuelo azul me pareció una birria inútil en ese momento.

La gente vitoreaba sus nombres como si fueran celebridades. Que grupo más curioso.

Fritz estaba mucho más emocionado que yo, y no les quitaba la vista de encima. Para él, esto debe de ser como un sueño.

Al poco tiempo, los Guardianes subieron a la sala donde se encontraba el rey y la puerta se cerró con un sonoro golpe, dejando a los admiradores tristes. Todos excepto Fritz, que me miraba con una sonrisilla.

- ¿Por qué me miras así? – pregunté

- ¡Vamos a cotillear! – dijo sonriente.

- No me parece una buena idea, Fritz – dije – Nos van a pillar enseguida.

No habían dejado las puertas vigiladas. Es entendible, para que necesitarían unos guerreros legendarios protección. Nos pusimos pegados a la puerta y empezamos a escuchar su conversación. No entendí absolutamente nada, hasta que de repente, dijeron algo que comprendí perfectamente.

- Los demonios han vuelto – dijo el rey.

En ese momento, la puerta se abrió repentinamente y un brazo me agarró adentro. Me agarró los brazos y se puso encima de mí para inmovilizarme.

- ¡He atrapado un espía! – dijo esa persona en un acento extraño.

Levanté la mirada y vi a los Guardianes, que me miraban con distintas expresiones entre ellos. Bueno, no eran los 8, supongo que el octavo era quien me estaba sometiendo.

- ¿¡Eres uno de ellos!? – exclamó la voz encima de mí - ¿¡Quieres que te mate!?

- Tranquilícese, Lord Chess – dijo el rey – Es el joven aventurero Silas, no es ningún espía.

El recién identificado Chess se negaba a dejarme ir.

- ¡¿Por qué estabas escuchándonos?! – gritó.

En ese momento, se dieron cuenta de que Fritz también estaba allí, así que también le atraparon.

- Soltadlos, también tienen derecho a saberlo – anunció el rey Eudes solemne.

- Este es el chico del que les conté, Silas Pierce - dijo Eudes - Fue el quien primero se enfrentó a un demonio.

Los Guardianes se pararon a mirarme bien, como si me evaluaran.

- Los demonios fueron tras él, incluso se atrevieron a profanar este mismo edificio para tomar la vida del joven SIlas.

Todos me miraron sorprendidos, mientras yo estaba confundido.

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