Capítulo XX - Debilidad

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- ¿Q- Cómo? – pregunté nervioso.

- Se la llevó cuando estabas desprevenido – aportó Kara – Jamás pensé que mi hermano llegase a hacer algo así.

- Todo es mi culpa, soy tan débil...

En ese momento, Klaus entró al cuarto.

- Exacto, lo eres – dijo fríamente – Sin embargo, no tienes por qué seguir siéndolo, tienes mucho potencial, puedo verlo en ti.

- ¿De verdad? – dije – No lo creo.

- Silas, si quieres que la gente crea en ti, primero debes creer en ti tú mismo – dijo Klaus – No hay otra.

Se hizo el silencio unos momentos.

Me giré hacia Klaus.

- ¡Por favor, hazme más fuerte!

Klaus soltó una carcajada.

- Eso depende enteramente de ti – rio – Pero te entiendo; por ahora concéntrate en recuperarte, tengo que enseñarte algo vital.

Pasé unos cuantos días en la cama, y a partir de un tiempo pude salir a dar paseos y moverme más libremente. Kara me vino a visitar varios días.

Al cabo de una semana y media, ya volvía a empuñar mi espada y me reintegraba en el grupo. Klaus iba a aprovechar que volvía para enseñarnos algo poderoso.

- Hoy aprenderéis sobre las técnicas – anunció Klaus – Es de lo más útil para un aventurero.

Klaus sacó su hacha.

- Será mejor si os lo enseño – dijo - ¡Técnica de Roca: Senda rocosa!

El hacha de Klaus se iluminó como lo hizo la espada de Rei y con ella golpeó el suelo, y en frente de él surgieron rocas puntiagudas.

- Es eso, sencillo – dijo Klaus – Estas habilidades consumen PM, así que administradlo cuidadosamente.

- Capitán, ¿Cómo aprendemos las habilidades? – preguntó Sven.

- Obviamente no las aprendes por arte de magia, alguien te las tienes que enseñar o puedes inventarte tus propias habilidades – explicó Klaus.

- La clave es concentrar el maná en el arma, es realmente sencillo, es como usar magia – dijo Klaus.

A cada uno nos enseñó una habilidad que se daba mejor en nuestras armas. La mía se trataba de "Tajo oblicuo".

En mi mente, me imaginé que simplemente estaba haciendo magia, que ya controlaba. La hoja de mi espada se volvió brillante, dando a entender que la habilidad estaba lista.

- ¡Tajo oblicuo! – exclamé.

Ataqué con mi espada y un haz de luz siguió adelante, dejando una profunda marca en un árbol.

Habilidad conseguida: Tajo oblicuo Nv: 1

Todos conseguimos superar el entrenamiento satisfactoriamente.

- Muy bien, ¡a por Rei! – grité.

-No tan rápido – dijo Klaus – Ese chico es muy fuerte, demasiado para vosotros tres, no estáis preparados.

Kara miró alicaída, resignada. Me pregunté entonces, cuál era la razón por la que ellos estaban enfrentados. Sería una maniobra arriesgada el preguntárselo, pero me comía la curiosidad. Conseguí una oportunidad más tarde.

­- Todo comenzó cuando yo tenía diez años – explicó Kara – hasta ese momento, yo vivía con mis padres y mi hermano mayor en un país lejano de elfos. Entonces, mi hermano usó magia prohibida y asesinó a nuestros padres. Las leyes de aquel lugar son duras, y si un miembro de la familia viola la ley, todos deben pagar. Por esa razón, fui exiliada y estuve vagando por meses hasta llegar a Tiria, donde me asenté. Sé que mi hermano no estuvo haciendo buenas acciones durante este tiempo, pero no le veía desde entonces.

- Lo comprendo, ahora entiendo por qué nunca nos hablabas – dije – debió ser duro.

- ¿Y qué hay de ti? – preguntó – Pareces desconocer muchas cosas, ¿realmente eres de aquí?

Titubeé.

- Sí, ya lo dije, del pueblo de Tesivias – mentí.

Me dirigió una mirada desconfiada y cada uno nos fuimos a nuestros cuartos a descansar por aquel día.

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