Capítulo VI - La Oficina Central de Aventureros

10 1 0
                                    

La oficina era en realidad un edificio enorme, que más parecía un castillo. Estaba prácticamente en el centro de la ciudad, y era uno de los edificios más grandes de esta.

Entré. Era un lugar muy muy concurrido, y había una gran variedad de personas, pero la mayoría eran aventureros. Miré al techo, y la bóveda estaba tan alta que apenas la veía. Era gigantesca. Me quedé abrumado durante varios instantes antes de siquiera entrar completamente. Pasé adentro y me abrí paso poco a poco entre los aventureros. Me sentí muy insignificante comparado con lo increíbles que se veían muchos de ellos. Al fin, llegué a un puesto, donde, según Matthias deberían darme asilo.

Saludé al dependiente y este me miró con indiferencia, hasta que me preguntó.

- ¿Qué pasa? – preguntó.

- Ah, yo venía aquí... – me saqué el carné apresuradamente – soy un aventurero nuevo, venía a instalarme aquí.

El dependiente tomó mi identificación, la revisó y concluyó que era válida.

- Bien, entra por aquella puerta y alguien te enseñará tu dormitorio – dijo sin apartar la mirada de sus documentos.

Qué poco entusiasmo, pensé.

Al cruzar la puerta, un amplio pasillo se abrió ante mí. Había también muchas personas allí. Al ver mi cara confundida, un joven se acercó a mí.

- Chico, ¿eres novato? – preguntó con una sonrisa.

- ¿Sí, se nota mucho? – me excusé.

- No pasa nada, todo el mundo tiene dudas al principio – me dio la mano – Me llamo Shepard.

Era un joven de cabello azul oscuro y corto, bien peinado, como si fuera un noble. Sus gestos delicados mostraban una personalidad selecta y educada. Un pañuelo rojo adornaba su cuello. Me parecía alguien curioso así que usé Evaluación en él.

[ESTADÍSTICAS]

NOMBRE: Shepard de Virea

NIVEL: ¿?

ESPECIE: Humano

RANGO: A

Qué raro, no puedo ver su nivel. Quizás sea demasiado alto como para siquiera verlo.

Shepard me guio a través de las numerosas salas del edificio.

- Siempre me gusta ver nuevos aventureros por aquí. Por cierto, ¿no tienes grupo, cierto? – preguntó.

- ¿Grupo? – inquirí.

- En las ciudades grandes, los aventureros se suelen organizar en grupos de 4, siendo uno de ellos el líder, de más rango – explicó – Cuando el aventurero es de rango bajo y joven, como tú, el líder es un maestro que enseña a los novatos a ser buenos aventureros.

- Ya veo – respondí.

- Los grupos se dividirán mañana – anunció – quién sabe, quizás yo sea tu mentor.

El experimentado aventurero se detuvo cuando llegamos a una habitación.

- Esta ha sido tu habitación asignada – dijo – cuando hayas terminado de aterrizar puedes bajar a las salas comunes. Los horarios de desayuno, comida y cena son 8:00, 14:00 y 21:00, respectivamente; ¡Espero que disfrutes mucho tu estancia!

Era una habitación no muy grande, modesta y simple, por ahora, ya que no tardaría en llenarla de tonterías. Tenía unas paredes de un color beis y una cama bastante grande. Además, había una estantería, por ahora vacía, y un escritorio. Encima del escritorio había una nota, y me acerqué a leerla.

"El pago por la estancia es de 100 Zors semanales. No es necesario pagarlos, nuestro recaudador lo tomará sin molestar. DA IGUAL SI ESCONDES TU DINERO, ÉL LO ENCONTRARÁ."

Eso fue bastante agresivo. Me da igual, tengo dinero de sobra por el momento. Además, asumo que en la capital los trabajos serán mejor pagados que en un pueblecillo. Me tumbé en la cama. Estaba cansado del largo viaje. Ya luego iría a esas 'salas comunes'.

"Ding, Dong, Ding, Dong, Ding, Dong"

Me había quedado casi dormido cuando una campana sonó. Su tañido me sobresaltó. Sonó tres veces antes de parar. Salí para ver de qué se trataba. La gente de las otras habitaciones también salió y se dirigieron en la misma dirección. Miré en un reloj y me di cuenta de que era la hora de la cena.

Bajé junto con el resto. Había un gran comedor con muchas mesas. Tomé rápido asiento en una mesa vacía ya que no conocía a nadie. Sin embargo, no tardaron en sentarse junto a mí.

- ¡Hola! – me saludó un chico.

Parecía un chico risueño, de cabello rubio y largo más alto que yo. Una banda azul le acompañaba en el brazo.

- Buenas, me llamo Silas, y tú eres...

- Fritz, Fritz Sander; ¿tú también eres nuevo? – preguntó efusivamente.

- Sí – respondí – asumo que tú también.

- ¡Sí! – asintió - ¡Madre mía, que emoción, esta noche no voy a poder dormir!

- ¿Por qué? – pregunté.

El chico se me quedó mirando, extrañado.

- Mañana nos dividirán por equipos, y por fin podré ser aventurero.

- Veo que te gusta ser aventurero – noté.

- ¿Y a quién no? – dijo – pero yo quiero ir más allá, ¡me convertiré en el rey de Tiria!

Me quedé extrañado, ¿Qué tendrá que ver ser aventurero y rey? Pero eso me recordó que yo también tengo un objetivo, encontrar a quien sea que me haya mandado aquí y volver a casa.

Nos pusimos a cenar mientras charlábamos. La comida era algo distinta a la de Tesivias y La Tierra. Cuando terminamos, volvimos a nuestras habitaciones.

Mientras me preguntaba quiénes serían mis compañeros de aventuras, caí dormido.

Time TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora