Capítulo IV - Hacia la capital

17 1 0
                                    

Ya en casa le conté a Matthias lo que había hecho aquel día.

- ¿Ya has ganado 100 Zors? – me preguntó – en mis tiempos, los aventureros no ganábamos tanto dinero con tan poco trabajo.

- ¿Eras aventurero? – inquirí.

- Sí, cuando era joven – narró mientras recordaba su pasado – aunque nunca fui buen aventurero, ya que sólo llegué al rango C, el superior al tuyo.

- ¿Y por qué lo dejaste? – pregunté – Ser aventurero suena divertido.

- Y lo era, pero mis compañeros de equipo progresaban mucho más rápido que yo, y me quedé atrás. – respondió – pero no me quejo, la vida como artesano es bastante cómoda.

Acto seguido se levantó y me enseño una foto enmarcada. En ella aparecían 3 muchachos y un señor algo más mayor sonriendo.

Ese de ahí soy yo – dijo señalando al joven de cabellos rubios – Y los otros son Estald, Liza y el maestro Stocke, que recuerdos...

En la imagen se mostraban dos chicos y una chica que rondarían los 15 años y un hombre algo más mayor.

- Desgraciadamente, el maestro Stocke ya no está entre nosotros, y mis compañeros se han vuelto aventureros de alto rango, hace décadas que no les veo – explicó.

Matthias se quedó mirando la fotografía con una leve sonrisa por unos instantes, aunque en sus ojos se podía vislumbrar un atisbo de pena. Poco después, volvió a dejar la foto en su lugar.

- Espero que te guste ser aventurero, es un trabajo con grandes posibilidades y muy emocionante – dijo.

Después de aquel día, fui a la botica de Yakare, donde me enseñó la fabricación de pociones, además de un antídoto simple contra venenos débiles. Era bastante simple cuando le pillabas el truco. Lo único que tenías que hacer era mezclar distintos tipos de plantas y materiales con agua. Algo que me decepcionó es que las pociones no pueden curar las enfermedades, sólo sirven contra daño físico. La razón de esto es porque una enfermedad está causada por otro ser vivo que ataca tu cuerpo, y no es una herida.

También me enseñó que la medicina está infravalorada, ya que muchos optan por magia de curación, lo que resulta en su muerte cuando gastan sus PM.

Durante el resto de la semana me dediqué principalmente a completar misiones de poca monta: coge esto, dale esto a nosequién, busca mi gato...

Con todo esto conseguí la decente cantidad de 1500 Zors, y subí al nivel 4.

Mis estadísticas son estas:

[ESTADÍSTICAS]                                     HABILIDADES

NOMBRE: Silas                              PV:24/24 PM:16/16

NIVEL:4                                             Atk:9 Def:5 Hab:3

ESPECIE: Humano                       Vel:4 Int:10 Lck:6

VOCACIÓN: Ninguna

RANGO: D

AFINIDAD: Desconocida

ESTADO: Sano

AFILIACIÓN: Reino de Tiria

Había mejorado ligeramente, aunque mis estadísticas eran todavía bajas.

Aquella mañana habían llegado unos buhoneros a Tesivias, y estaban vendiendo sus baratijas. Todo el pueblo se había acercado a ver lo que traían, incluido yo, pero nada valía la pena. De repente, Matthias me llamó con la mano.

- Ven aquí – me dijo.

Me acerqué y él me recibió con una gran sonrisa.

- ¡Hoy es tu día de suerte! – anunció Matthias – Hoy irás a la capital por fin.

- ¿La capital? – inquirí.

- Sí – asintió – se llama Styrke, es una gran ciudad que no tiene ni punto de comparación con este pueblecillo.

- Aja – dije – pero, ¿cómo que voy a la capital?

- Pues eso, ¿no querías ser aventurero? – preguntó – un aventurero no puede prosperar en una aldea como esta, debes ir a la capital, tienes madera de aventurero.

- ¿Tú crees? – pregunté extrañado – tampoco es que haya hecho mucho.

- Se te ve en la mirada.

Después, Matthias charló un rato con los buhoneros mientras tomaban algo. Yo me quedé cerca, jugueteando con el cuchillo.

Al rato, Matthias me llamó con la mano.

- Estos dos son los que se encargarán de llevarte a Styrke. Eran dos señores de alrededor de la edad de Matthias que tenían pinta de ser gente agradable.

Les saludé cortésmente.

- Vete preparando, nos vamos en poco tiempo – anunció uno de ellos.

Asentí y volví a casa a recoger las pocas cosas que tenía. Me aseguré de tenerlo todo: dinero, carné de aventurero, cuchillo, etc.

Cuando iba a salir por la puerta, ya preparado, Matthias me detuvo.

- No tan rápido – me dijo – todavía tengo que darte algo.

- ¿De qué se trata? – inquirí.

Matthias me entregó un extra de dinero y un colgante.

- Con lo que has ganado no vas a durar mucho – dijo negando con la cabeza – Ten en cuenta de que tendrás que afrontar numerosos gastos.

Miré mi otra mano, en la que estaba el colgante. Mostraba una cruz cuyas cuatro líneas eran de la misma longitud dentro de un círculo.

- ¿Y este colgante? – pregunté.

- Es un amuleto de buena suerte, son muy comunes por la zona, cada línea simboliza una cosa: vida, amor, salud y prosperidad.

Sonreí y me lo puse.

- Muchas gracias – dije.

- No, gracias a ti, durante estos días no me he sentido sólo – dijo con la cabeza gacha – muchas gracias.

Me acerqué a él y le di un abrazo.

- Escucha, en Styrke debes ir a la oficina central de aventureros, está en el centro, no tiene pérdida; y allí te facilitarán un dormitorio por poco dinero.

Asentí.

Unos momentos más tarde ya me estaba subiendo al carro camino a Styrke. Me despedí con la mano mientras nos alejábamos más y más del pueblo. 

Time TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora