•Capitulo 18•

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(Capitulo anterior)

Elena se había metido a mi habitación. Ahora el lugar me parecía repugnante.

Lágrimas de frustración comenzaron a rodar por mis mejillas.

Mañana todo el mundo sabría todo, la parte más sensible de mí, todos lo sabrían mañana. Lo único que realmente me podía lastimar. Casi podía oír cómo serían los susurros mañana en los pasillos. Como se burlarían de mí y me dirían "zorra".

Gracias a Elena.

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Faltaban apenas unos minutos para que la campana que daba inicio al primer periodo sonara. Y aquí estábamos, acabábamos de llegar a la escuela hace como unos 10 minutos y aún no me atrevía a bajar del carro.

No sabía si iba a ser lo suficientemente fuerte como para soportar todo lo que estarían murmurando de mí.

-¿No podemos solo quedarnos en casa?- pregunté.

-No. Porque no has hecho nada malo, Bubbles. Vas a demostrarle a la perra de Elena, que eres fuerte. Y que te importa una mierda cualquier cosa que haya hecho.

-¿Y si no es verdad?- levanté mi mirada, encontrándome con la suya.
Atrapó mi mano, y entrelazó mis dedos con los suyos.

-Eres fuerte, Bubbles. No dudes de eso- acarició suavemente mi mejilla, con su mano libre, haciéndome reír.

¿Cómo es posible que supiera que decir para hacerme sentir mejor?

-De acuerdo. Vamos- dije colgando mi bolso encima de mi hombro.

Ambos bajamos del auto al mismo tiempo, cuando se puso a mi lado, pasó su brazo por encima de mis hombros, estrechándome más a su cuerpo. Se acababa de colocar sus lentes negros Ray-Ban, y se veía más sexy de lo normal. Si es posible.

No estaba nada mal. Al parecer Elena no había usado lo que sabía... aún. Joel me acompañó a mi primera clase y se despidió de mí con un corto y firme beso en los labios.

El día no tuvo nada fuera de lo normal, cuando llegó el período del almuerzo salí lo más rápido que pude de álgebra. Letras y números juntos, definitivamente no era lo mío. Empuje las pesadas puertas del comedor, cuando unas manos rodearon mi cintura.

-Entonces... podemos ir a las afueras del campo de fútbol- susurró Joel en mi oído haciéndome estremecer.

-Olvídalo- dije sin poder evitar reírme.

Él me imitó, y depósito un suave beso en mi cuello. Genial. Ahora éramos la atención del comedor entero.

-Mantengan el contenido para todo el público- murmuró Israel, cuando pasaba por nuestro lado con una sonrisa en los labios.

-¿Eh...Emma?- me giré, Zabdiel estaba enfrente de nosotros, con el ceño fruncido. Obviamente esta no era una situación muy cómoda para él. Y Joel no iba a estar dispuesto a soltarme, lo supe porque cuando vio a Zabdiel estrechó más mi cuerpo al de él.

-Hola Zabdiel- dijimos Joel y yo al mismo tiempo.

-Eh... ayer dejaste esto detrás de esa enorme planta. Tuve que abrir la maleta para asegurarme de que era tuyo. Había una libreta con tu nombre- me entregó mi mochila dorada, la cual había dejado olvidada ayer.

-¿Ayer? ¿En el ensayo?- preguntó Zabdiel- Ayer no hubo ensayo por... ahora recuerdo que sí, si hubo.

Joel me miraba fijamente, cuestionándome con la mirada. El intento de arreglar las cosas de Zabdiel había sido inútil.

-Gracias, Zabdiel- dije.

-De nada, y... lo siento- abandonó el comedor.

Joel tomó mi mano y me llevó a las puertas traseras de este, saliendo hacía el campo de fútbol.

-¿Qué quiso decir? ¿Qué hiciste ayer, Emma? Ya que obviamente no fuiste a ensayar.

-Es una larga historia.

-No me importa llegar tarde, habla.

-Ayer... conocí a mi verdadero padre- comenté sin poder mirarlo a los ojos. Sabía que se iba a enojar, y no era para menos.

Debí haberle contado esto, pero después de lo que pasó con Elena ayer, me olvidé por completo de eso, y después no tuve la oportunidad. Yo me enojaría con él si estuviera en su lugar.

No sabía si me iba a responder, porque solo se quedó con la mirada dirigida a la nada, con el ceño fruncido.

-¿Qué tiene que ver Zabdiel con esto?- preguntó al fin.

-Él me ayudó con una identificación falsa, ya que entre por una entrevista de otra tipa. Él se ofreció a acompañarme y quedarse conmigo hasta que saliera.- expliqué.

-¿No crees que a mí también me hubiera gustado estar ahí para ti, Emma?- negó con la cabeza con indignación- ¿Por qué me ocultaste esto?

-No te lo oculte. Te lo iba a decir, lo juro. Simplemente después de lo de Elena se me olvidó por completo.

-¿Sabes cómo me siento, Bubbles? Como si me estuvieras dejando de lado.

-Joel, yo...

-Solo necesito pensar- me dijo y se alejó corriendo hacia el campo de fútbol.

Entré al comedor, y apenas puse un pie los murmullos empezaron más fuertes. No sabía que qué se trataba esto, hasta que vi la sonrisa maliciosa en el rostro de Elena y el papel que sostenía en sus manos.

Le quito uno de esos papeles que tenía todo el comedor a un chico que estaba sentado con los del club de ciencias.

Era la carta de mi mamá.

Era la carta de mí mamá la que estaba en manos de toda la escuela en este momento.

×Promesas de amor× J.P (adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora