•Capítulo 23•

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Maratón 3/3

Joel estacionó a Holly en el sitio habitual del subterráneo.

Realmente no daba para más.

Las piernas me dolían como un infierno. Demonios, odiaba definitivamente los jueves. Y obviamente la pelea con Elena no había ayudado mucho que digamos, lo había empeorado, si existe manera alguna. Libere un pesado suspiro, Joel tenía si iPhone en sus manos, tratando de pasar uno de los niveles de una de las muchas aplicaciones que tenía.

Verlo con el ceño fruncido, concentrado en presionar la pantalla táctil varías veces, me hacía recordar al Joel pequeño. Cuando ambos hacíamos estúpidas apuestas como “te apuesto que la luz del semáforo está en rojo, si gano tienes que hacer lo que yo quiera un día entero”.

Siempre perdía, porque el hombre que está a mi lado tiene una suerte increíble.

-Mejor toma una foto, duraría más- dijo haciéndome salir de mi trance.

Guardó su teléfono en su bolsillo y me dio una sonrisa de oreja a oreja.

-¿En qué piensas?- preguntó.

-En lo estúpidas que eran nuestras apuestas, cuando éramos niños.

-Solo dices eso porque siempre perdías. Yo creo que eran geniales- viré mis ojos y él solo rió- Eres una mala perdedora.

-No lo soy.

-Perdías en todos los juegos y nunca querías cumplir los castigos- dijo acusándome con la mirada.

-No perdía en todos, mentiroso. Te gané una vez en el ajedrez, ¿recuerdas?

-Ni siquiera sabía que existía ese juego, perdí en la primera partida y en la siguiente te gané.
Crucé mis brazos sobre mi pecho, él tenía un argumento. Era verdad, era una pésima perdedora. Odiaba perder tanto como odiaba bailar. Imagínense.

-Hay que hacer una apuesta. Él que llegue de último al apartamento tiene que cumplir el castigo del otro- indicó.

Estaba a punto de quejarme cuando Joel abrió la puerta de su lado y bajó corriendo, sin siquiera dejarme un microsegundo para quejarme y decirle que no tenía ganas de jugar.

Bajé corriendo, tratando el dolor en mis piernas por la clase de gimnasia. Joel entró al ascensor, corrí más fuerte antes de que la puerta se cierre, pero fue en vano, ya que la puerta se cerró con un Joel sonriente y divertido adentro.

Comencé a subir por las escaleras, cada paso que daba era forzado. Cuando llegué al cuarto piso, llamé al ascensor. Apenas llegó subí inmediatamente, apreté el botón de nuestro piso y las puertas se cerraron automáticamente.

Cuando llegué a nuestro piso, la puerta del departamento estaba abierta. Joel estaba sentado en el sofá con una sonrisa enorme en el rostro. Si las piernas me dolían antes, ahora era peor.

Técnicamente me había cerrado las puertas del ascensor en la cara. El desgraciado me las iba a pagar. Corrí al sofá y antes de que me diera tiempo de hacer algo, Joel me jaló de la cintura haciendo que me cayera encima de él. Me pegó a su cuerpo, sin soltar sus brazos y se dio vuelta haciendo que yo me quedara debajo de él.

-Te… voy… a… matar- dije con la respiración entrecortada.

-Mala perdedora.

-Viniste en ascensor, el perdedor eres tú- me quejé.

-¿Lista para tu castigo?- preguntó.

-Como sea. Pero muévete- moví mi cuerpo tratando de separarme de él, pero parecía ser totalmente imposible.

×Promesas de amor× J.P (adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora