Capitulo LIV

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Dos meses.

La energía había, semanas atrás, abandonado su cuerpo tras luchar en contra de la corriente que sin piedad alguna lo había arrastrado cual si fuera un simple trozo de madera flotando en el aterrador río del destino.

Su intento de suicidio le había costado permanecer más de ocho días conectado a un macrogotero recibiendo suero y vitaminas para recobrar la salud, sin ganas claro está.

La visita de Dean no había hecho más que recordarle que su vida parecía empeorar en cuanto más respiraba. Aquel chico era parte de aquella malvada organización a la que era obligado a pertenecer.

Con el pasar de los días, Jimin perdió su norte. 

Aquel sentimiento de soledad volvió a él.

De nuevo era aquel barquito de papel naufragando en el inmenso océano furioso por la tormenta que azotaba contra él.

Sus lágrimas habían desaparecido, pero no por no tener ganas de llorar, si no porque ya estaban sus ojos secos.

La tristeza fue reemplazada por la demacrada expresión sin vida ni emoción que ahora pertenecía a Jimin.

Dejó de luchar hace mucho tiempo.

Escuchando como único consuelo las palabras que Ji Mila, su enfermera, le repetía cada vez que cuidaba de él.

"Resiste... Pueden golpearte, pueden tirarte abajo, pueden hacerte sentir miserable, pero resiste Jimin..."

Su manera de resistir y al parecer la única que había encontrado era desistir.

Aceptó, luego de un mes su verdadera procedencia, sin sentirse avergonzado por ello.

Seguía firme en su posición de aceptar que su madre había amado con todo su corazón a aquel hombre, ya que cada una de las palabras escritas a puño y letra por su amada progenitora eran tan puras y llenas de amor, que en ningún momento se permitió dudar de aquellas sagradas letras.

Aceptó también permitirse conocer a aquel que alguna vez conoció en medio de un centro comercial.

Aquel hombre de mirada triste que le animó a seguir con su sueño y que además de eso le había dado las herramientas para ello.

Supo por las palabras de la sra. Han, la mucama de la mansión que siempre le llevaba cada una de las comidas del día, que el sr. Park Su Woo, era un hombre de aura pura, sonriente y noble... Le contó en modo de confidencialidad, como él enfrentaba a su padre porque no quería pertenecer a aquel negocio. Como su alma de rebelde lo llevó a vivir cada día como si fuera el último y así a conocer a la única mujer a la cual amó con total devoción.

Aquella mujer de avanzada edad contaba aquellos hechos con brillo en sus ojos al recordar la felicidad con la que Park Su Woo llegaba a casa luego de ver a su amada.

La Sra. Han había criado a Su Woo desde que este había perdido a su madre en un accidente automovilístico cuando él apenas tenía 5 años. Por lo tanto, lo había adorado como si fuera su propio hijo.

Ella también le había sugerido a Jimin no ir en contra del Viejo Park, ya que aquel hombre, no contaba con la empatía ni con el amor necesario para dejarlo ser feliz si no era bajo su control.

Ella veía en Jimin el mismo brillo que Park Su Woo tenía cuando tenía su edad, por eso cuidó de él en aquellos dos meses en los que la depresión lo consumía.

Jimin encontró en ella un soporte para lo que vivía, con aquellas historias y anécdotas sobre su verdadero padre, lo hacia sentirse bien en medio de tanta tristeza.

Take Me ~ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora