Realidad 4.7 PLANES

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Monterville
Mayo 2103
Día 24
(Noche-Madrugada)

-Qué majo -dijo Ale entre dientes.

-¿Ha destruido Babylon? -Guillen se llevo una mano al rostro-. Estuvimos allí hace solo unas semanas...

-Lo sé... -mastique las palabras.

Judha caminaba en círculos, suspiro y nos miro a los tres.

-Puede que tenga razón.

-¿Sobre qué? -busque los ojos del sargento.

-Oliver.

-Estoy de acuerdo con Michael -Ale negó con la cabeza-, no creo que Oliver siguiese allí.

Guillen se acomodo la gorra.

-Yo tampoco, sargento. He visto al sujeto y es demasiado listo.

-Bien -dijo el sargento cruzándose de brazos-, creo que no queda otra opción. Tendremos que volver; tendremos que buscar entre los escombros.

-Con todo respeto -Ale medía sus palabras-, no tiene sentido volver a la Puerta del Sol. Si el bombardeo ha tenido éxito, es obvio que no hay nada allí para nosotros.

Estába a punto de hacer público mi apoyo a Ale, cuando una persona se levantó de una silla. Oculta en una esquina, y fuera del alcance de la luz de los monitores, no la había visto hasta ahora.

-Nada resulta más engañoso que un hecho evidente -dijo desde las sombras una voz femenina.

-¿Quién eres? -pregunte y conseguí ver su rostro.

-Mi nombre es Bárbara -dice la mujer de ojos oscuros y cabello castaño.

Judha asintio en su dirección.

-Barbara es mi informante, antes del virus trabajaba en el Centro Nacional de Inteligencia.

-¿Una espía? -dijo Guillen incrédulo.

La mujer dejo escapar una risilla condescendiente.

-No es la palabra que usaría.

Ahora que las luces la iluminaban me percaté de su cuerpo musculoso

La mujer se masajeo la cabeza y se dirigió al sargento.

-A ver, el espectáculo del coronel ha estado fenomenal y nuestra conversación de ahora es tremendamente enriquecedora pero lo que me interesa a mí en estos momentos, querido Judha, es saber cuáles son mis órdenes.

El sargento no parecia inmutarse con el comentario de Daniella.

-Irán a investigar lo que queda de la plaza. Guillén y Monterd, su misión será acompañar Bárbara y ayudarla con lo que necesite. Sí, ya sé que es una persona especial -la mujer fingio una reverencia- pero sus talentos son innegables.

-¿Y yo? -pregunta de pronto Ale.

-¿Usted?

-Quiero acompañar a Michael.

-Ya tengo a otro policía preparado para acompañarlos, gracias, pero no será necesario.

-Insisto -respondió Ale apretando los dientes.

El sargento Judha clavo sus ojos en mi.

-Ale ya demostró lo útil que es cuando me rescató.

Ale infló el pecho orgullosa.

-Gracias, Michael.

-Vale -retomo el sargento-, ya tienen sus órdenes. La idea es no perder tiempo, mañana repasaremos los detalles una vez más y llevaremos a cabo la misión. Eso es todo por hoy.

Asenti y me dispuse a abandonar la central de alarmas.

-¿Y Bárbara? -pregunte al percatarte de su ausencia.

-Váyase acostumbrando -río Judha.

-Espía... -repitio Guillen antes de salir por la puerta.

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-Lo siento, Ale, pero creo que sería más seguro que te quedases aquí. Ya te has arriesgado demasiado por mí.

Ale nego con la cabeza, giro sobre sus talones y se dirigio a la puerta.

-No puedes estar protegiendo de todos todo el tiempo, a veces tienes que ser tú el protegido. Tu ego va a acabar contigo un día, Michael.

La puerta retumbo al cerrarse y Ale desaparecio.

-Vale -retomo el sargento-, ya tienen sus órdenes. La idea es no perder tiempo, mañana repasaremos los detalles una vez más y llevaremos a cabo la misión. Eso es todo por hoy.

Asenti y me dispuse a abandonar la central de alarmas.

-¿Y Bárbara? -pregunte al percatarme de su ausencia.

-Váyase acostumbrando -río Judha.

-Espía... -repitio Guillen antes de salir por la puerta.
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