Zombie; Chronicles

Realidad 5.0 MISIÓN

Monterville
Mayo 2103
Día 26
(Mañana)

Me despedí de un grupo de policías y me unis a Guillén que acababa de bajar al vestíbulo.

—Buenos días, Michael.

—Buenos días, Guillen —respondi dándole un apretón de manos—, ¿cómo está la familia?

—Bien, mi mujer está desayunando ahora mismo con mi hijo —saludo con una sonrisa en la dirección de la cafetería.

—Me alegra. ¿Vamos a ver al sargento?

—Vamos.

—Ya estoy aquí —Ale apareció a los pies de la escalera.

Guillén la saludo y los tres nos dirigimos a la central de alarmas.

Cuando entramos a la sala, Judha y Bárbara estudiaban un mapa sobre la mesa. El sargento se giró al oír mis pasos.

—Buenos días, ¿están preparados?

—Sí, sargento —respondió Guillén sin pestañear.

—Sí —añadió Ale.

Todas las miradas se dirigieron a ti.

-Estoy listo

Ale abrió la puerta y subió por las escaleras; sus pasos retumbaban fuera y dentro mi mente.

Intenté dar un paso pero mi instinto me lo impidió.

—¿Monterd? —la voz del sargento me arranco de mis pensamientos.

—¿Sí?

—¿Va a quedarse allí todo el día?

—No, perdone —dije y subí al primer escalón.

Judha esperaba pacientemente detrás de mi pero no me movia.

—¿Monterd?

—Vale, sí —le disparé una mirada—, sí tengo una pregunta.

El sargento arqueo una ceja.

¿QUÉ VA A HACER USTED?

—Ir con ustedes, por supuesto —cogió unas llaves de la mesa—. Conduzco yo.

Preparado para una confrontación, permaneci allí de pie; confundido y desactivado.

Judha  abrio un cajón de pronto y saco una pistola.

—Vamos —dijo notablemente entretenido y me la entrego—, no hay tiempo que perder.

—Vamos —dije guardando el arma y le seguí, aún confundido.

Cuando llegué al vestíbulo me encuentre con la doctora Rodriguez cruzada de brazos.

—Sargento, no creo que sea aconsejable llevar a Michael en su expedición.

La ceja de Judha volvió a pedir explicaciones.

—No creo que esté —bajo el tono de voz— preparado ni física ni psicológicamente para salir de nuevo allí fuera tan pronto.

—Gracias por hablar como si no estuviese aquí —dije irónicamente—, pero estoy bien. No te preocupes

La doctora se arrimo a tu oreja.

—¿Y la voz?

Di un paso atrás.

—Estoy bien, en serio, estoy bien.

—Vale, es eso lo que le preocupa —el sargento asintio con una mirada de comprensión—. Tranquila, tanto Monterd como el resto del equipo y yo volveremos sanos y salvos.