Capítulo 48: tacones.

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Te despiertas cada mañana para luchar con los mismos demonios que te dejaron completamente exhausto anoche y eso, cariño, es valentía... 


Luna.

Abro los ojos y no sé si es peor el hecho de que no veo más que obscuridad o el dolor infernal que se abre paso desde mi espalda hasta la punta de los dedos de mis manos.

Con las manos, sin moverme mucho voy tocando donde estoy acostada, por la dureza y lo frío sé que es piso de concreto, era obvio que no me darían siquiera una cama, si al cabo lo que quieren es hacerme sufrir.

Con mucha fuerza en mis brazos, me siento. No puedo evitar sacar gemidos y jadeos por el esfuerzo que hago. Vamos, siento que me han molido a golpes y mi espalda se siente como si tuviera algo atravesada. Empiezo a tocarme el cuerpo, no llevo camisa ni sostén y además hay unas cadenas ajustadas a mis tobillos. De igual forma no puedo escapar.

—¿Cómo pude ser tan tonta? —recrimino a mí misma, poniendo mi mano en la frente.

No debí venir sola, tuve que pedir ayuda. Esa bruja era obvio que no me daría todo tan fácil y no creí que fuera tan lista como para pedirme algo tan fuerte a cambio de los recuerdos de Jun.

Jun... él ahora deberá estar mejor. Para este momento él ya debería tener todas sus memorias y yo debería estar fuera de su vida. No me arrepiento del precio que he tenido que pagar por conseguirlo, pero sí me arrepiento de bajar la guardia un segundo cuando me inyectaron el veneno. En el momento que esa perra me dio el frasco debí matarla e irme, y no sé si fue curiosidad o qué fue lo que me invadió para cumplir mi parte del trato.

Esto sin duda es lo peor que me ha pasado en la vida.

Juro que no sé qué me duele más. Ya no estoy segura si mis alas volverán a crecer y tampoco estoy segura cuándo volveré a ver, si es que puedo volver a ver. Pero ya no sé qué más puedo hacer, el maldito veneno aún tiene dormidas mis piernas, el dolor y el ardor en mi espalda ni siquiera me deja concentrarme en algo más, ha, ¿y en qué podría concentrarme si no veo nada?

Mi única opción para sobrevivir es tele transportarme y para eso necesito beber sangre, sé que he perdido mucha sangre, todo el lugar apesta a mi sangre y ahora mismo por más deseo que tenga no puedo escapar. Esa perra lo planeó todo tan bien.

¿Será que llegó el momento de morirme?

Es que ya no veo soluciones a esto. No puedo caminar, no puedo volar y no puedo ver, ni siquiera puedo cambiarme de posición para acostarme. En verdad este es mi fin.

Me pregunto cuánto esperará esa perra para venir a matarme, me pregunto cuánto tiempo ha pasado, ¿alguien estará preocupado por mí?

Me alarmo y empiezo a temblar cuando escucho una puerta abrirse, por todos los sonidos que hace puedo suponer que es de metal y que tiene más de un seguro y candado. Si la puerta está así de reforzada entonces estoy casi segura de que no hay ventanas en ese lugar, o tal vez estoy en un calabozo subterráneo.

Ya no tengo el sentido de la vista, pero tengo que utilizar y apoyarme aún más en el resto de mis sentidos.

Giro mi cara para percibir de dónde viene el aire que la puerta abierta a dejado entrar y para poder escuchar alguna señal. Mis manos apoyadas en el piso me ayudan, sintiendo cómo tiembla y retumba en el piso el movimiento de los pies. Vienen de mi lado izquierdo, casi puedo estar segura.

—¿Quién eres? —pregunto firme, sea quien sea nadie verá mi dolor.

—Veo que te estás recuperando, zorrita —aprieto los dientes en cuanto escucho la voz de Samigina. No lleva tacones, sino la habría reconocido al instante por el resonar de éstos, aunque no está sola, huele a vampiro macho que apresa completamente el olor de ella.

"Beast" ||Diabolik Lovers||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora