Capítulo 1: Un Atardecer en las Praderas

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Era un atardecer impresionante en las Praderas, en el reino del león Simba. En una pequeña colina, dos chitas disfrutaban del bello paisaje.

Fuli veía con nostalgia su antiguo hogar, ya había pasado más de un año desde que ella junto a sus amigos decidieron dejarlo para proteger el Árbol de la Vida en tierras lejanas. El regresar al lugar donde creció y ayudó a defender le daba una gran felicidad.

Junto a ella estaba Azaad, contento de por fin haber convencido a Fuli dejar La Guardia unos días para acompañarlo a las Praderas. Él mejor que nadie conocía el atajo que conectaba el Árbol de la Vida con estas tierras por lo que se convirtió en el mensajero para comunicar a ambos reinos. Realmente Azaad se ofreció serlo porque quería aportar en algo como lo hacía Fuli, era por ella que su mundo había cambiado completamente, a veces preguntándose si era el mismo Azaad que conocía.

"Tu antiguo hogar si que es fantástico" Azaad le dijo a Fuli en los últimos instantes en que el gran sol se podía apreciar.

"Lo sé, me encantaba estar aquí, gracias por invitarme", ella continuaba viendo el horizonte, en sus ojos se podía notar que miles de recuerdos le venían a la mente, sin duda se imaginaba alguna de las muchas aventuras que vivió cuando era parte de la Guardia del León.

"Siempre Azaad se acuerda de ti cuando está aquí".

Cuando escuchó esto, Fuli lo volteó a ver con una pequeña sonrisa y bajó su cabeza hasta tocar su hombro.

Ya la noche hacía presencia, y ambos se veían cansados. En tan solo un par de días consiguieron llegar; por supuesto, son un par de chitas, no existe ningún animal que se les pueda comparar al momento de correr, sobre todo cuando  tienen una carrera de por medio. Ellos durante todo su trayecto se la pasaron emocionados compitiendo para mostrar su velocidad.

Fuli dio un pequeño bostezo y miró a Azaad con los ojos entrecerrados por el sueño. El chita a manera de reflejo contestó con un exagerado bostezo. Aunque bien sabía que los dos estaban muertos de cansancio, le gustaba fastidiar a su amiga imitándola, pero esta vez no hubo algún infantil enfado, Fuli estaba agotada.

"Creo que mejor te dejaré descansar, nos veremos mañana" Azaad le dijo con la formalidad que siempre tenía, resaltada todavía más por su acento persa. Él bajó la cabeza para despedirse.

Fuli le dio las gracias mientras se acomodaba para dormir, y antes que pudiera escuchar la respuesta de Azaad, sus ojos se cerraron en contra de sus deseos, indispuestos a abrirse de nuevo para decirle adiós a su compañero. Ya estaba profundamente dormida.

Era sorprendente para Azaad saber qué, incluso en dormir, ella fuera tan rápida. Sonrió al mirarla vencida ante el sueño, y con cautela para no despertarla se retiró en silencio.

Bajando la colina observó las estrellas. Tranquilidad era lo único que ahora escuchaba. Al saber que se encontraba solo, se tiró al suelo a descansar.

Tan pronto como comenzóla mañana, Fuli ya se dirigía a la Roca del Rey. Su semblante reflejó una nostálgica sonrisa al divisar la cueva que atravesaba a la gran roca principal. Era la guarida en la que tantas veces pasó la mañana con sus amigos antes de un patrullaje, y que por la tarde descansaban después de una ardua jornada salvando el día. Ahora las leonas de la guardia debían estar adentro. Fuli se preguntó si era necesario pasar a saludar, aunque lo que en realidad quería era volver a adentrarse en el lugar, y en ese momento, alguien la distrajo de sus pensamientos.

De pronto llegó Azaad a toda velocidad, y dando un derrape perfecto se paró al lado de ella.

"¿Viste eso?" él sacó el pecho orgulloso y reio un poco.

El Corazón de una ChitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora