Capítulo 26: Reencuentro

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Todos los árboles de las Praderas movían sus ramas y ellas sus hojas a dirección norte, también lo hacían los pastizales y el follaje que se desprendía de la tierra. El viento soplaba con mucha intensidad. Este hizo un cambio repentino causando que la vegetación se moviera hacia el sur. Este hizo que el pelaje de Fuli se levantara y se moviera a dicha dirección.

El sol ya había desaparecido, solo un poco de su brillante aura naranjas continuaba en el horizonte.

Fuli bajó su cabeza al momento de perderlo de vista. El cielo por un momento se tornó rosado y el viento paró de soplar. Era momento para los animales de descansar por lo que el bullicio para despedir el día empezó.

Los elefantes comenzaron a barritar, mientras que las cebras a relinchar. La parvada de garcetas graznaba mientras aterrizaban al estanque de los hipopótamos que ya habían empezado a bramar.

"De verdad te extraño" dijo Fuli.

Los insectos y aves llevaban con su propio ritmo el característico canto que los distinguían, también el croar de sapos y ranas se escuchaba, y un fuerte pero breve rugido de la Roca del Rey terminó con el espectáculo.

Las estrellas iluminaban las Praderas, mientras tanto, Fuli se acostó para también descansar. Recargó su mejilla con sus dos patas delanteras que ya estaban acomodas para dormir, pero ella no estaba lista para hacerlo. Levantó la cabeza para mirar el cielo y con su pata derecha limpió sus ojos.

Ya no existía el ruido, solamente el grillar de los grillos, por lo que un sonido ajeno a ellos hizo que las orejas de Fuli la alertaran.

Ella de inmediato se levantó, pero un olor familiar la dejó congelada.

"Hola... mi hermosa chita".

Fuli giró su cuerpo, enfrente de ella estaba Kion con una gigantesca sonrisa.

"¡Kion, volviste!".

Él estaba allí parado, en la falda de la pequeña colina, con los brazos abiertos para abrazarla.

Fuli, que por poco olvidaba que no podía correr, caminó tan rápido como ella hacia el león. Cuando lo tuvo de frente, dejó que sus sentimientos actuaran por ella.

"¡Auuch!, ¡¿y eso por qué?!", Kion se sobó su hombro izquierdo que había sido golpeado por Fuli.

Ella utilizó su serio semblante para responderle. Y otro golpe al hombro más.

"¡Fuli!" Kion reclamó como si le avergonzara que los grillos los observaran.

"¡Los chicos han estado como locos buscándote!" finalmente ella espetó, "¿¡Y ahora se te ocurre aparecer así como así!?".

"Pero...".

"¡Y tus papás!" Fuli interrumpió, "Tu familia está muy mal, ya imaginaban lo peor".

Kion lucía un cachorro regañado, con las orejas decaídas y la cola entre las patas, "Pero, ya estoy aquí", inclinó su cabeza, con esa sonrisa de cachorro que muerde la cola a un adulto sin querer pero sí queriendo y con inocencia le pide perdón.

Fuli cambió de semblante, seguía siendo serio, pero era distinto; como de una madre seria, pero amorosa.

Los grillos de nuevo grillaban, y repentinamente, Fuli abrazó a Kion.

"Pensé que también te perdería" le dijo al león.

Kion disfrutaba sentir una vez más el suave pelaje de su chita. Ella lo miró a sus ojos marrones con un semblante completamente distinto. En su mirada estaba claro que quería algo, y Kion se lo dio. Un beso, pero este solamente fue a la frente.

El Corazón de una ChitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora