Capítulo 21: Redención

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La cobra miraba hipnóticamente a Kion. Era una abominación natural, emergida de las tinieblas, con piel negra y escamas carmesí. Tenía un cuerpo demacrado y un rostro espantosamente desfigurado que, si no fuera por sus largos colmillos que salían de su boca y de su único ojo, se estaría describiendo a una serpiente sin alma.

"¿Ushari?", Kion la continuó viendo inmutado y como respuesta solamente la cobra sacaría la lengua.

Makucha dio un paso al frente y Kion uno atrás costándole mantener el equilibrio.

"Ambos hemos esperado mucho para esto", Makucha se acercaba más a Kion sin que este pudiera moverse. "Mi amigo, a llegado el momento de nuestra redención", el leopardo sacó sus garras, rasgando el suelo mientras caminaba.

"¿Crees que con esto revertirás todo?" un debilitado Kion lo cuestionó mientras se tiraba al suelo contra su voluntad.

Makucha, una iracunda sonrisa mostró, "¡Sigo viendo roja la nieve!", comenzó a reírse sin control, "Fue muy tarde para cuando controlé de nuevo mis instintos, pero juro que la última gota de sangre que derrame será la tuya... maldito león".

"Es suficiente, leopardo".

Makucha, al igual que los otros dos animales, miró hacia arriba y sonrió, le daba la bienvenida a Azaad, "¿Qué te dije cobra?, sabía que vendría para ver pagar a Kion" se le veía emocionado.

El chita caminó despacio hacia Kion quien lo miró con una sonrisa de agradecimiento. Azaad lo observó seriamente y volteó de nuevo a donde estaba la cobra y el leopardo, "Azaad ya vio a Kion ser humillado, pero ahora debo regresarlo al árbol para que ayude a la reina".

Makucha no estaba sorprendido, solamente rotaría los ojos, "Lo lamento, pero eso no se va a poder". Entonces Azaad se puso en posición de combate. "Que pena, comenzaste a caerme bien", Makucha hizo la misma posición y miró a la serpiente, "Cobra, vigila a Kion mientras me encargo del chita".

Después de intercambiar gruñidos, Makucha fue directo hacia Azaad lanzándole las garras, fácilmente este logró esquivar el ataque. De nuevo Makucha lo intentó, ni siquiera lograría tocarlo. Sus movimientos no solo eran lentos si no que se veía torpe intentando atacar a un chita que lo eludía sin ninguna dificultad. Azaad le lanzó polvo a su cara y comenzó a retroceder, y posteriormente, a correr. Makucha rugió y lo persiguió por varios metros pendiente arriba, sin darse cuenta estaba siendo llevado a la cima del cañón, lugar donde no habría otra salida más que el precipicio. Allí se plantó Azaad y de nuevo su rival, que iba encarrerado, saltó sobre él. El chita lo esquivó con agilidad y el leopardo por poco y cae por el basio de no ser por su estado físico que le impedía dar grandes brincos. Makucha se estampó de cara al suelo, pero por orgullo rápidamente se levantó escupiendo tierra.

Makucha miró a Azaad con un odio casi tan grande al que reservaba para Kion, estaba lleno de rabia al saber que por poco caía en la trampa y su plan se destruía. Por su soberbia se había metido a una batalla sin salida y comenzó a desesperarse del apático chita que no atacaba. "¡Cobarde, ven y enfréntame!" el leopardo gritaba exhausto.

Solamente eso hizo a Azaad sonreír y para hablarle dejaría de moverse un segundo, "Tengo la flama de los chitas, Azaad sabe como debe pelear".





"Que bello rostro, no tienes idea como la cicatriz magnifica tu figura".

Kion levantó su cabeza del suelo, veía como la cobra se deslizaba hacia él. Sin poder hacer nada, sintió como un escalofriante frío invadía su cuerpo, "Les prometo que pagaran por lo que me están haciendo", fue lo único que lograría hacer para defenderse mientras la serpiente se enrollaba en su cuello.

La cobra abrió la boca mostrando los colmillos para buscar sonreír, tenía una fría risa casi imperceptible, "Eres tú el que está pagando por tus actos, por las mentiras que defiendes".

Kion trató de rugir, era inútil, estaba siendo estrangulado por la serpiente y el veneno comenzaba a hacer efecto.

"Calma cachorro, el veneno te aturdirá, eso será misericordioso, ¿sabes?, ya que Makucha insistió mucho en terminar él mismo con tu sufrimiento".

Kion tenía el rostro pálido, pero sonreía, trataba decir algo.

Eso confundió a la cobra que dejaría de estrangular al león para poderlo escuchar.

"Siempre eres el segundón" dijo Kion que empezaba a perder el aliento más por su propia risa que por su cuello rojo. La víbora carmesí bajó al suelo y movió su cabeza hacia un lado luciendo extrañada por el comportamiento del león. "Je, primero, je, siguiendo ordenes de Scar, y ahora, de Makucha, je", Kion actuaba como un chiflado, sin duda el veneno lo estaba enloqueciendo.

"Continúa riendo, pequeño león, ¿acaso quieres morir en agonía?, ¡esa risa te matará por sofocamiento!". Kion no le hizo caso, su risa estaba irritando a la cobra. "Me estás hartando, ¿por qué no simplemente te mato de una vez?".

La amenaza elevó las carcajadas de un insensato Kion, "¡Uy que miedo, Ushari!, por primera vez conseguirás hacer... ¡algo malo bien ja, ja, ja!".

Kion estaba en un mundo surreal, él abrió los ojos completamente al ver a Ushari, la mismisima Ushari de piel rojiza que había caído al vocán que alimentaba al espíritu de Scar. Estallaba de cólera. "¡Yo resucite a Scar!" Ushari siseaba, "Yo fui quien causó el caos en las Praderas, y algo se me ocurrirá para conquistar el Árbol de la Vida".

Kion sacudió violentamente la cabeza y vió de nuevo a la cobra con su horripilante figura carmesí. Esta alzaba su cuerpo para buscar a Makucha y así liberarse del león lunático.

Ese lunático león volteó a ver su vieja insignia de la Guardia del León iluminarse, le comenzó a arder la marca, sabía que le estaba llamando para cumplir su deber y con su máximo esfuerzo, Kion se puso de pie, "Nunca lograras causarle el mismo daño al Árbol de la Vida, Ushari, no si puedo evitarlo".

La cobra impresionada abrió completamente su ojo, "Imposible" espetó.

Kion clavó sus pies a la tierra, su postura era la más recta posible, entonces, por fin, rugió.

Los leones del pasado se presentaron sobre el cielo acompañando el rugido de Kion hacia la cobra, un estruendo sacudió todo el cañón mandando a volar cualquier cosa que el rugido se encontró a su paso.





"¡No, Kion!", Fuli lo escucharía mientras saltaba de roca en roca para llegar lo más rápido al cañón, "Por favor", aceleró su pasó muy preocupada de lo que pudo haber sucedido.

El Corazón de una ChitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora