Capítulo 30: Cachorritos

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Azaad nunca se había cansado de correr, pero hoy fue la excepción, llegó donde se hallaba Fuli lo más rápido que un chita podría haberlo hecho.

La Roca del Rey estaba custodiada por una gran cantidad de animales que jamás había conocido. Azaad no pudo correr más, ya no tenía espacio para hacerlo. Era demasiado el ruido, eran demasiados los animales; eso y la imposibilidad de saber en dónde exactamente estaba ella lo asfixiaban. 

Por fortuna Rani ya lo esperaba. Ella fue con él y después de un rápido pero alegre intercambio de saludos lo guio donde encontraría a su chita.

Era en la guarida y debía entrar en ella, pero una parte de él le impedía adentrarse. Rani entró y lo invitó a pasar, "Todo estará bien" ella le prometió.

Azaad caminaba con cautela, por cada paso que daba unos chillidos desagradables se escuchaban, decidió bajar sus orejas. Los gritos le resultaron más familiares al momento en que la luz exterior se comenzó a perder, eran de Fuli, desde donde Azaad estaba podía sentir su dolor, y sin pensarlo, dejó a Rani atrás para llegar donde ella se encontraba.

Azaad se quedó pasmado cuando la vio.

Nunca había visto a su bella chita de esa manera. Estaba envuelta en sudor y con un rostro mojado por lágrimas, gritando realmente fuerte. Pero todo cambió cuando ella lo vio. No solo consiguió mostrar por unos segundos su sonrisa, también su semblante expresaba alivio por verlo.

"Vamos, Fuli, sigue pujando" Rafiki la animaba mientras supervisaba el parto.

Lentamente Azaad se acercó a Fuli que de nuevo sonrió al sentir la pata de su apuesto chita con la suya. Ella la agarró y de nuevo comenzó a gritar.

Azaad la animaba y con ello Fuli parecía mejorar. Ella apretaba con fuerza la pata de él, hacía su mejor esfuerzo en pujar y terminar con esto, y entonces, al momento de sentir otro fuerte dolor en su vientre clavó accidentalmente sus garras a su macho, "¡Hay, Azaad!", Fuli se asustó, aunque todavía lo seguía haciendo con más fuerza.

"¡Vamos, Fuli!... ¡puedes¡" Azaad se tragó su grito, solo Fuli merecía ser consolada por dolor.

"Muy bien, Fuli, sigue, ya casi viene el primero" dijo Rafiki, que ya se preparaba para recibir al cachorro.

"¡Primero!", por poco y Azaad se desmayaba al saber que tendría más de un hijo. Cada vez se mostraba más tenso y comenzó a palidecerse aún más cundo dio un paso atrás. El radiante pelaje amarillo de Fuli y su blanco vientre estaban manchados por un repulsivo líquido viscoso mezclado con unas cuantas gotas de sangre mientras que ella seguía gritando por el dolor. Sin duda Azaad quería salir de inmediato de ahí.

En medio de los esfuerzos para que los cachorros nacieran, Kion y los demás chicos se asomaron entusiastamente a la boca de la cueva preguntando si ya había nacido el bebé. Eso hizo que Fuli estallara de enojo y comenzó a reclamarles que necesitaba privacidad.

Una ingeniosa idea había llegado a la cabeza de Azaad. De inmediato él se encargó de sacar a los chicos de la habitación y aprovechando también se saldría para tomar un poco de aire fresco.

"¡Azaad!" Fuli le gritó molesta porque se estaba yendo.

"No te preocupes, Fuli, en un segundo vuelvo, ¡sigue pujando!", Azaad, tratando de simular una sonrisa, sacaba a rastras a la última hiena que faltaba.  

Al fin la luz del sol volvía a deslumbrar la vista de Azaad que de inmediato se recostó en el suelo para relajarse un poco.

"¿Todo bien?", Kion se acercó a él.

El Corazón de una ChitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora