Capítulo 2: Rehabilitación

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Fuli y Azaad emprendieron su regreso al Árbol de la Vida, pero no fue igual al viaje de ida. Esta vez no llevaban el deseo de competir en una carrera, solo caminaban.

Al principio hablaron poco y se mantuvieron más tiempos en sus propios pensamientos. Azaad estaba seguro que el causante de esta extraña forma de comportarse era la noticia que recibieron del Rey Simba. Un grupo de chitas adultos significaba un grupo de machos, y eso pudo haber sido un problema para Fuli, incluso un peligro. 

Azaad les guardaba cierto rencor a esos clanes, nunca tuvo la oportunidad de formar uno junto a sus hermanos por razones que jamás expresaría a alguien, excepto a Fuli. Aun así evitó por cualquier motivo hablarle del tema, creía con esto protegerla de una situación desagradable de pensar.

Durante el trayecto consiguió entretenerla pidiéndole que lo ayudara a memorizar los mensajes que debía dar a su llegada, siendo lo bastante malo adrede como para gastar un día entero colmando la paciencia de su amiga. Al serle imposible cometer más equivocaciones originales la animó a contarle aventuras de la Guardia del León, aun cuando él, de tantas veces escucharlas, ya las tuviera tan bien grabadas en su cabeza como los mensajes.  

"Fue bueno visitar las Praderas, ¿no?" Azaad comentó al observar que estaban muy cerca de llegar al reino.

"Sí" dijo Fuli con poca emoción. 

Se encontraba decepcionada del nulo interés que mostró Azaad por conocer a más chitas. Por un lado sabía que él estaba feliz de haberla conocido, pero por el otro, consideraba que a Azaad no le empatizaba el concepto de convivir con más animales. Fuli deseaba que comprendiera que no tenía nada de malo hacer nuevos amigos. Y necesitaba hacerle saber qué hablar con un chita era importante para ella, sobre todo cuando lo que Simba les contó le hizo rondar un pensamiento muy profundo de su interior. No pudo esperar más para preguntárselo. 

¿Crees que conocían a mis padres?". 

El chita entonces entendió cuál era el tema que ella en realidad quería tocar: saber por qué perdió a su familia.

Fuli no solía hablar mucho de sus papás y lo que les sucedió, ni si quiera con sus amigos, pero con Azaad era diferente. Con él había podido desahogar más de una vez ese tema tan íntimo. Esto tal vez se trataba por ser de su misma especie; o porque no solía interactuar con otros animales; o simplemente, por ser un buen amigo al que podía confiar.

"Lo dudo"

Fue lo primero que se le ocurrió a Azaad decir, y lo que instantes después intentó corregir. Pero antes que supiera qué más agregar, un grupo de animales llegaría corriendo hacia ellos. 

Era la guardia, quienes se habían preparadodesde la mañana para darles la bienvenida al reino. El hipopótamo Beshte, el tejón melero Bunga, la garceta Ono y el águila Anga los recibieron con entusiasmo, y formando fila miraron a Fuli, ya extrañaban a su líder. 

Este era el equipo encargado de mantener la paz durante el tiempo en que el sol posara sobre el reino. Ya era hora de comenzar su patrullaje rutinario. No había mucho por hacer sin problemas o enemigos que enfrentar, por lo que todo lucía en perfecta armonía en el Árbol de la Vida. 

"¿Y cómo les fue en su viaje?, ¿han cambiado las Praderas?" Beshte preguntó.

"Siguen siendo como todos las recordamos" Fuli les aseguró a sus amigos "Sin duda fue bueno haber ido allá", concluyó volteando a ver a Azaad para agradecerle con una sonrisa.

Bunga observaba a los felinos, desde siempre había notado aquellas miradas tan sospechosas. Ahora que tenía a Fuli y Azaad en el mismo lugar estaba decidido a ayudarles a dar el primer paso. Se acercó a ellos para unirse a la conversación. "Me alegra que así fuera. Ya era hora que ustedes dos hicieran un viaje en pareja" comentó al grupo sin discreción mientras intentaba juntar a los dos chitas más de lo que ya lo estaban. 

El Corazón de una ChitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora