Capítulo 20: Cambio y Peligro

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"¡Poa!, ¡muchas felicidades, Fuli!" con emoción Beshte le dijo.

Fuli le mostró una tierna sonrisa y le dio las gracias, de igual forma Beshte le respondió sonrientemente moviendo sus orejas, "De verdad Azaad te quiere mucho, se pondrá muy feliz cuando se lo digas".

"Eso me gustaría", Fuli volteó a ver el suelo sin cambiar su alegre rostro.

"Sí. Él por fin estará alegre, lleva mucho tiempo triste desde que ustedes pelearon" Beshte inocentemente se lo dijo.

"¿Peleamos?" Fuli susurró, en realidad no recordaba ningún momento en que hubiera peleado con Azaad. De vez en cuando ella se solía enojar con él y tal vez le levantaba la voz, pero no recordaba ningún momento en el que Azaad hubiera hecho lo mismo con ella. "Hay, Azaad" ella dulcemente decía su nombre en la mente mientras recordaba lo mucho que disfrutaba pasar el tiempo con él, empezaba a creer que algo con un chita podría funcionar, pero solamente lo sabría cuando lo viera frente a ella. 

"Él se sentía responsable porque estuvieras sola tantos días" Beshte intentó explicarle a lo que se refería, pero no fue necesario, Fuli ya había comprendido perfectamente de que hablaba y su imborrable sonrisa se esfumó para comenzar a lucir triste. "Azaad te ama, Fuli, y amará mucho a tu pequeño".

Al escucharlo, Fuli por poco y derramaba una lágrima, aunque simplemente sonrió para ver de nuevo a Beshte.

De repente todos los de La Guardia miraron hacia arriba al escuchar a Ono llegar, él estaba muy agitado, "¡Atención!, ¡atención!" gritaba casi sin aliento. En el momento en que aterrizó en la espalda de Beshte se acostó para descansar. 

Todos se acercaron a él, le pedían que dijera el por qué de tanto alboroto, "¡Kion!", Ono de nuevo se puso de pie, "¡Azaad me dijo que Kion está en graves problemas!", solo había confusión, nadie entendía que estaba sucediendo, "Ellos se encuentran en el cañón, a camino de las tierras del reino" les contó la garceta tratando de esclarecer su mensaje.

Mientras todos se juntaban alrededor de Ono para dialogar sobre lo que estaba pasando con Kion, Fuli dio un paso atrás. Ella pensaba que esos dos se pelearían por su culpa y volteó hacia atrás, "Lo siento chicos, esto lo tengo que resolver sola" susurró, y sin pensarlo más, comenzó a correr.

Anga fue la única en escucharla y le gritó para detenerla, pero no pudo, Fuli se había marchado a su máxima velocidad.

"¿De verdad Kion y Azaad van a pelear?" Beshte preguntó.

"¿Qué?, ¡no!", Ono se bajó a tierra para que todos lo vieran de frente y le prestaran completa atención, "¿Cuándo dije eso?, es Makucha el que le puede hacer daño".

"Ja, ese leopardo no tiene ninguna oportunidad contra Kion", Bunga buscaría con su comentario tranquilizar a todos.

"¡Eso no importa!" Anga gritó para que todos la voltearan a ver, "¿Qué no se dan cuenta?, esto puede ser una trampa". Ella comenzó a emprender el vuelo para saber cuál era la ruta que debían tomar. "¡Fuli!" dijo inmediatamente al verla a la distancia. Anga se había dado cuenta que ahora tres amigos corrían peligro.

"Azaad ya está en camino para ayudar, debemos hacer lo mismo" dijo Ono.

"¡¿Y qué estamos esperando?!", Bunga se puso enfrente de todos, "¡No podemos dejarlos solos!", empezó a correr para así comenzar a liderar a La Guardia y tomar acción.





"¡Aléjate de mí!, no te lo volveré a decir Makucha sabes muy bien que puedo hacer", Kion dio un potente rugido sin usar su poder, solamente para dar una advertencia.

Era claro que Makucha no tenía ninguna oportunidad de vencer en un duelo a Kion y el leopardo lo sabía muy bien, pero la astucia estaba a su favor, el plan estaba por finalizar

Kion imponía su figura, contaba con demasiado valor y experiencia. Tantos años, tantas batallas, tantas lecciones aprendidas habían formado al mayor guerrero de las Praderas y el Árbol de la Vida jamás visto. El propio Makucha aún dentro de su locura respetaba al león como a ningún otro, verlo enfrente de él le transmitía un maquiavélico orgullo, así que sonrió.

El leopardo retrocedió, su silueta desaparecía poco a poco al ocultarse en las sombras del cañón, mientras tanto, Kion sin temor avanzaba. Los rayos del sol iluminaban su insignia del Orgullo Nocturno; fueron los rayos del gran sol quienes despertaron su insignia de la Guardia del León.

Por unos segundos se alumbraría todo el cañón. Al regresar las sombras, solo los brillantes ojos de Makucha delatarían su silenciosa presencia; este, impresionado, hablaría con la mayor sinceridad, "Que honor conocerte, Kion, líder de la Guardia del León"

"Aaaah" Kion gritaba de dolor, una cobra mordía su pierna. Él no lograba liberarse, sentía un espantoso dolor. Kion pateaba a la serpiente, pero esta no cedía.

Intentó golpearla, morderla, era una sensación insoportable. Finalmente, la cobra lo soltó para arrastrarse hacia Makucha que reía con su horripilante risa.

Kion daba fuertes respiraciones y volteó para observar su herida, el veneno escurría fuera de su piel, probablemente todavía no estaba haciendo efecto, pero comenzó a sentirse mareado.

El sufrimiento para Kion todavía no acabó. De inmediato Makucha se lanzó hacia él tirándolo al suelo y clavándole sus garras, el leopardo iba directo a morder el cuello de Kion, pero el león todavía contaba con suficiente fuerza para defenderse y golpeó la mala pata de Makucha haciendo a este soltarlo por el dolor.

Ambos felinos se levantaron. Ellos se miraban fijamente en posición defensiva y comenzaron a moverse en círculos cautelosamente, los dos cojeaban.

"Es cuestión de tiempo para que mi veneno lo deje sin posibilidades de luchar".

Kion volteó a ver a la víbora, su cara se había palidecido, una escalofriante sensación le haría tocarse su cicatriz.

El Corazón de una ChitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora