Capítulo 8: Asesinos Gentiles

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Había olvidado que Larry Thompson vivía en la casa

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Había olvidado que Larry Thompson vivía en la casa. La verdad era que la muerte de tía Margaret y la resurrección que teníamos que llevar a cabo me tenían trastornado. Honestamente, me daba pánico haber dejado a Larry a merced de una propiedad tan inmensa, que incluso yo la temía, y más a sabiendas de que podía llegar a descubrir muchos secretos. Me daba temor que Máximo lo asesinara, no le importaría en lo más mínimo hacerlo, ya que controlar la mente era para él pan comido. Y alguien que mata una vez, lo hará de nuevo.

Me tranquilicé cuando recordé que no lo había dejado del todo a su suerte, ya que Úrsula estuvo pendiente de todo lo que un chico de diecisiete años pudiera necesitar. Y aparte de la universidad no había ninguna otra labor que le hubiera asignado aún. Era libre de hacer lo que quería, o de salir cuando así lo creyera conveniente, no era mi intención tener a nadie como prisionero. Qué pensaría de mí Larry, que era el típico chico que dejaba tirado los estudios, y se lanzaba en una desesperada vagancia.

Cuando amaneció, me desperté con el bullicio de los pájaros. Me vestí y me preparé de lleno a retomar mis estudios en Oxford, donde seguramente me llamarían el turista, por haber faltado dos días continuos a clase. Todavía tenía un montón de preguntas rondando por mi cabeza. Máximo se había negado a responderme unas cuantas, excusándose de que no era el momento y lo haría después. Antes de que cambiará de opinión, planeé salir de dudas el próximo sábado.

Por el pasillo me encontré al chico risueño. Larry no estaba tan enojado como pensé que lo estaría. Avanzó hacia mí y cerró el puño de su mano derecha. Retrocedí temeroso, estaba poseído, no podía estar furioso, porque sonreía y eso era algo que lo caracterizaba infinitamente. A un metro de mí, me golpeó con fuerza en el hombro. Me dolió. Sentí que se me habían roto los huesos, tuve que hacer caras para que no se percatara de lo frágil que era yo, y del dolor que estaba sintiendo.

—Estabas perdido —dijo mientras avanzábamos rumbo a la cocina; me masajeé el hombro cuando él miraba al frente—. Úrsula me dijo que habías salido.

Asentí.

—¿Qué es tan importante como para faltar dos días a la universidad? —preguntó Larry preocupado.

Lo miré avergonzado.

—No vayas a creer que soy el típico chico que no va a la universidad nunca, excepto para recibir el diploma —dije algo desanimado—. Supongo que últimamente he estado un poco ocupado. Asuntos sumamente importantes... Me disculpo por no haber estado.

Él sonrió.

—Tranquilo —dijo él, dándome otro golpe en el hombro. Dolió más, tuve la sensación de que escuché crujir uno de mis huesos—. Estoy acostumbrado. En mi casa cada uno estaba por su lado. No significa que no nos lleváramos bien. Mis padres trabajan y no pueden pasar mucho tiempo en casa, así que es más o menos lo mismo.

Resurrección Luna LlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora