Todavía con el miedo hirviendo en las venas, atravesé el campus, apenas atreviéndome a mirar para atrás, y contemplar al demonio siguiendo mis pasos. Alejandro era observado con avidez por las chicas, quienes le flirteaban y le sonreían. Continué con aplomo, abriéndome campo entre un montón de estudiantes tumbados en el césped, conversando, y consultando un puñado de libros.
Era la primera vez que entraba en los espacios deportivos de Oxford, y centraba mi atención en un evento que no me agradaba en nada: mi primer entrenamiento de futbol.
Alguien me esperaba a la entrada de un edificio gótico de tres plantas, con ventanales en arco y un campanario. Un poco más allá estaba la cancha rodeada de largas gradas donde podrían caber por lo menos unas diez mil personas.
Larry miraba el reloj impaciente.
—¿Por qué llegaste tarde? —dijo Larry. Parecía molesto—. ¿Intentas hacer que te suspendan antes de siquiera jugar el primer partido?
Pero cómo. ¿Se suponía que debía llegar antes que nadie? Me sonrojé; ¿acaso los demonios tendrían algún tipo de influencia sobre el paso del tiempo? Porque para haber llegado tan tarde cuando Alejandro se detuvo a recogerme a los cuatro de la madrugada, no había otro tipo de respuesta. No tenía sentido, o quizás sí. El demonio había extendido su tormento por más tiempo del que yo percibí: en vez andar tres horas en el auto, había sido más tiempo, el tiempo suficiente para llegar tan tarde como nunca lo hice en la vida.
—Lo siento, pero tuve un gran inconveniente —dije notando que Alejandro se acercaba hacia nosotros—. ¿Qué hace él aquí?
—Es miembro del equipo —dijo Larry extrañado—. Si hubieras venido a los otros entrenamientos ya conocerías a todos los jugadores.
No podía creer lo que oía, Alejandro un miembro del equipo. Genial. ¿Qué podía ser peor? ¿O qué venía después? Miré a Larry con tal mezcla de incredulidad y de disgusto que sentí la presión de la sangre en la cien.
—Ah, y lamento decirte que Jasón Lewis fue nombrado el capitán del equipo —dijo Larry desesperanzado.
Diablos. Eso sí que era mala noticia.
—¡Bromeas! No puede ser verdad —dije mientras Alejandro llegaba y se detenía a un paso de nosotros.
—Qué dices, Larry —saludó Alejandro con tono simpático. Sentí un escalofrío—. ¿Cómo estás, Tom?
Asentí. Después de lo que me había hecho pasar no quería dirigirle la palabra nunca más.
—Hola, Alejandro, espero que te hayas curado de esa lesión en la pierna —dijo Larry sonriéndole.
—Estoy bien. Listo para darte la batalla —dijo Alejandro con sarcasmo. Entró al edificio y se dirigió a los vestuarios.
—¿Lesión? —pregunté perplejo. Los demonios son inmunes a ese tipo de accidentes. A menos claro que finja un poco para que nunca nadie pueda cuestionarle que es un completo humano.
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Resurrección Luna Llena
Macera¡¡Hey, tu!! ¡¡¡Siii, estoy hablando contigo!!! ¡Mírame! Quiero hacerte algunas preguntas. No tiembles, sólo responde ¿Dónde está la chica que se suicidó la semana pasada, la que se amarró una soga al cuello y se colgó del techo? ¿Cuántas personas cr...