Capítulo 16: Luna Llena

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"Lo más hermoso de vivir es morir, y como lector, espero que estes de mi parte y apoyes mi fanatica idea de querer volver al mundo de los muertos, de donde nunca debí haber vuelto" Clara Varthy

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"Lo más hermoso de vivir es morir, y como lector, espero que estes de mi parte y apoyes mi fanatica idea de querer volver al mundo de los muertos, de donde nunca debí haber vuelto" Clara Varthy.

Las cartas estaban echadas. Cada jugador observaba su juego como un león furtivamente a su presa. Cada uno sopesando sus propias posibilidades y, de ser necesario, equilibrándolas con las del contrario. Sólo faltaba lo más determinante; comenzar el juego. Ver cómo trascurría y finalizaba.

Aquella mañana del domingo comenzaba el ciclo de luna llena. Abrí los ojos, sorprendido de que aún me encontrase con vida; al comprobarlo me estremecí de pensar que no había nada, ninguna excusa, por absurda que fuera, que evitara que trajera a los resucitados esa noche, cuando el reloj marcara la medianoche. No sabía en realidad cómo se llevaría a cabo la resurrección. Faltaban detalles precisos que Máximo nos diría en su momento. No sabía si Clara, Sara y Víctor volverían los tres en la misma noche, o si sería por separado según durase el ciclo lunar; lo que sí sabía era que aquello no era un juego de póker, y requería de todos nosotros la máxima discreción y responsabilidad que se necesita en este tipo de casos. Qué más daba si vivíamos o éramos asesinados esa noche, todos estábamos involucrados hasta el cuello; y después de todo, valía la pena arriesgar la vida por otros que ya la habían perdido: después de todo, no se resucita a tres muertos todos los días.

No podía pensar en nada más. Aún no había aclarado el día, y me aterraba como nunca ver los rayos del sol atravesando por la ventana y dándome en la cara; en otros momentos eso me satisfacía en gran medida. Oxford, Larry, el entrenamiento de futbol, así como algunos exámenes habían quedado en segundo plano. Sólo podía absorber el sutil encanto de la omnipotencia de la muerte. Embelesado en la fugaz y distante melodía fúnebre que se había tocado durante los funerales de dos de esas personas. Mi corazón latía a acelerado y mi mente se sumía en un caudal de tinieblas que lograban penetrar en lo más profundo de mi subconsciente y, de algún modo, eclipsar cualquier sentimiento de triunfo que era lo que indudablemete debía albergar ese día.

Por una parte era bueno lo que iba a hacer, traería a los muertos a la vida.

Unos muertos que habían estado respirando como yo en este momento. Muertos cuyas vidas habían estado compuestas por fragmentos de ciertas emociones hostiles, de un pasado turbio, o un presente inestable, que vivieron con delirio, miedo, y en el caso de Clara, como el opresivo futuro que no quería vivir: la oportunidad perfecta, la vía de escape para decirle adiós, mediante la muerte, a esos designios abrumadores, y obstinantes. Me costó respirar; casi con desgana, imaginé cómo un cuerpo joven, hermoso, lleno de vida como el de Clara, pudiera hallarse varios metros debajo de una fría lápida, sin vida, putrefacto. Tan esquelético, que me costaba entender cómo algo así podía volver a estar vivo.

Pero no todos querían morir. Sara, por ejemplo, fue un digno ejemplo de valentía y coraje; quitando esto, su mayor debilidad fue darse por vencida y abandonar la pelea antes de que el árbitro acabase de contar hasta tres; le dio, de la manera más fácil, la victoria a la muerte.

Resurrección Luna LlenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora