Cuentos Brooken End

I.A.

Título: I.A.

Universo: [redactado]

Aquella mañana comenzó como cualquier otra. Los villanos, alienígenas o humanos hacían de las suyas en el planeta y ellos, al ser Plomeros, tenían el deber de detenerlos y llevarlos ante la justicia. Era un trabajo gratificante, salvabas vidas, ayudabas a los desprotegidos y hacías la diferencia; pero también tenía sus riesgos.

- Blonko, aun estas dormido – sus pensamientos se cortaron con dulce voz de aquel castaño que tanto adoraba – y decías que yo era el flojo, vamos, levántate – abrió un ojo con desgano y luego bostezó.

Aquel chico acarició su mejilla con su mano, para luego depositar un dulce pero corto beso en esa zona. Al ver que el ravonnaghander no respondía, siguió dándole besos y otros mimos en distintas partes de su cuerpo.

- Ben... ¿tenemos que salir hoy?

- ayer no fuimos a patrullar, el abuelo se enojara si seguimos faltando – le recordó.

El castaño se sabía sentado en el abdomen del más alto, acariciando su pecho con sus suaves manos, para luego darle un pellizco.

- ¿y se supone que yo soy el irresponsable? – Se quejó el castaño cuando Rook se dio la vuelta casi botándolo de la cama, para luego volver a acurrucarse para dormir - ¡vamos Rook! No puedes quedarte todo el día así...

- puedo y lo haré – sentenció con voz fría y algo desagradable se removió dentro del castaño.

Al ver que no conseguiría que se levantara de buena forma, decidió que sería a la mala. Presiono el ya distintivo símbolo en su muñeca y su forma cambió a Eco Eco y con uno de sus gritos hizo saltar a Blonko de la cama.

El de ojos ámbar miró al pequeño alíen con enojo, pero este se cruzó de brazos mirándolo de la misma forma. Sabía que ya no le dejaría dormir, así que de mala gana se levantó del suelo y caminó hacia la cocina, seguido por Ben.

Aquel departamento lo había comprado junto a Ben hacía algunos años, era pequeño, pero era suficiente para ambos. Era acogedor y ambos se sentían cómodos en él, en especial teniendo al otro al lado.

Rook bebió su café, cargado y sin azúcar, como cada mañana en la que se dignaba a despertarse. Si no fuera por Ben, muchas veces ni siquiera habría salido de su cama, pero aquel parecía ser de esos días en los que no podría escapar del mundo exterior.

Ben, ya en su forma humana, se dedicó a lavar los trastes que habían quedado de la noche anterior, aunque de vez en cuando miraba hacia atrás, esperando a que Blonko digiera algo. Pero no lo hizo.

- ¿quieres que vaya contigo en el camión? – preguntó, cortando el silencio.

- no – contestó Blonko de forma seca y Ben soltó un suspiro.

- iré de todas formas, aunque sea en mi moto – secó el ultimo plato y lo guardó en su lugar. El joven adulto de ojos dorados ya no contestó.

Desanimado, se dedicó a caminar alrededor de la estancia, repasando con su mirada las fotos que estaban colgadas en las paredes. Viejas memorias en las que él y Rook participaban. Sus rostros sonrientes ante la cámara, incluso había una donde ambos estaban en el hospital, pero ni siquiera con la gravedad de sus heridas habían dejado de sonreír.

Miró hacia atrás, a los ojos opacos de Rook y suspiró.

¿Cuándo había cambiado tanto todo? – otra vez aquella sensación amarga recorrió su vientre.

Ya desayunado, Rook tomó las llaves del proto camión y sin despedirse de Ben salió por la puerta.

El día afuera esa soleado, con una suave briza que refrescaba a aquellos que estaban ya a esa hora en el exterior. Bajó las escaleras y subió al vehículo, encendió el motor y sin esperar al muchacho de cabellos castaños, arrancó.