Algo oculto en el bosque (II)

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Título: Algo oculto en el bosque (II)

Universo: N/A

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Los días se convirtieron en semanas y estas sucesivamente en meses, para después en años. Y tal como se esperaba el pequeño niño se transformó en un joven buenmozo. Y, como antes, aún seguía yendo a visitar a aquella criatura que había conocido hace más de seis años.

Aquel invierno fue especialmente duro y muchos habían perecido. Las personas que aún quedaban se habían vuelto paranoicas y más egoístas, velando solo por ellos mismos, la unidad que habían mostrado en un inicio se había deteriorado por completo y la tierra ya casi no daba frutos, sin importar cuanto trabajaran.

Ben lo sabía, quedarse dentro de esos muros sería la perdición de su aldea. Pero el miedo aun los controlaba, a pesar de los años, las personas seguían temiendo salir al exterior.

Soltó un suspiro luego de reacomodar los últimos troncos en el almacén. Secó el sudor de su frente con su manga y estiró brazos soltando un bostezo. Un hombre malhumorado entró en el almacén llevándose algunos de los palos que apenas había apilado, cosa que le molestó, pero prefirió solo alejarse, la gente ya estaba bastante encabronada como para seguir encendiendo más chispas.

Como cada tarde se escabulló por el agujero que lo llevaba al exterior y que había mantenido bien escondido todo ese tiempo.

A lo lejos, logró divisar a Blonko, su azulada cabeza sobresalía entre la nieve blanca y la madera oscura. Sin dudarlo, corrió hacia él y lo abrazó para luego darle un beso en la nariz. Cuando era más pequeño era su forma de saludarle pero con el tiempo ninguno de los dos se conformó solo con eso. El más alto sujetó la mano del menor para luego besarlo en los labios haciendo sonrojar a Ben, pero este no intentó resistirse, sino que correspondió gustosos el beso.

Ambos sonrieron al separarse y tomados de la mano se internaron en el bosque.

A pesar de saber lo que pensaban las escrituras, para Ben, el simple hecho de amar era más que suficiente. Las palabras humanas no eran el verdadero pensar de Dios y si había amor ¿Qué estaba mal?

Cuando se dieron su primero beso se asustó y estuvieron varios días separados, pero cuando llegó a esa conclusión no solo se sintió mejor, sino que cuando vio a Blonko de nuevo, fue él quien lo besó mientras susurraba un suave "te quiero".

En el bosque, Ben empujó a Blonko contra uno de los árboles para luego correr y el de ojos dorados se dio cuenta muy tarde de la razón, pues la fría nueve ya lo había cubierto por completo, enterrándolo.

El castaño reía porque su pequeña travesura había salido, pero Blonko sujetó su brazo atrayéndolo a la nieve también, quedando enterrado.

- ¡esta frio! – se quejó intentando salir, pero el de pelaje azul no lo dejó. Abrazándolo, impidió que el humano pudiera escapar.

El más alto soltó una carcajada al ver las expresiones del más bajo, sabía que Ben no podía regular su temperatura tan rápido como él, pero luego de esa jugarreta no iba a soltarlo fácilmente, al menos, no sin darle un escarmiento.

Sujetando a Ben como si fuera un muñeco de trapo, Blonko se levantó alzando al castaño en el aire alzándolo con sus brazos estirados.

- espero que no estes planeando lo que creo que planeas – dijo Ben temeroso.

El mayor sonrió mostrando sus colmillos, confirmando el pensamiento de Ben. El humano solo pudo gritar cuando fue arrojado al aire por Blonko. Y así, como si fuera una pelota, comenzó a lanzarlo al aire para luego atraparlo y repetir lo mismo una y otra vez.

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