–Oh querida muñeca, deja ya el juego– retumbaba una voz en aquel cuarto oscuro en donde solo se lograba observar por un débil foco aquel tablero con la mayoría de las piezas negras inertes, hizo caso omiso a las plegarias de que abandonara porque ya no servía de nada echarse hacia atrás, estaba lo suficientemente dañada para que su corona cayera de la testa y no le otorgaría el placer al vil villano oculto tras su figura. Con sus ojos reflejando la nada y su expresión de indiferencia movió la siguiente jugada, pobre de aquella pieza victima de su poder pero era la reina y una reina debía ser la portadora de belleza aunque también ser símbolo de guía para el bien de su reinado; un crujido desgarrador sonó como un eco y sus manos fueron bañadas nuevamente en rojo escarlata, cual títere espero a que llegaran a limpiar todo sin dejar rastro y nuevamente era perfecta, nuevamente era aquella reina pura sin crímenes aunque en el fondo estaba llena de cicatrices que jamás se borraran.
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Notas a la noche
RandomAquí se encuentran aquellas alegrías, tristezas, miedos, seguridades e inseguridades, insomnio, dolor, amores, imposibles e infinidad de sentimiento y emociones plasmadas en letras llenas de cansancio o de lágrimas junto al tembloroso pulso. Hecho d...