¡Happy Birthday!

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Nuevamente se repite aquella fecha, cerrando aquel cuarto con llave volvió a la mullida cama en donde retiro las intravenosas.

Una, dos, tres pastillas; el sol comenzó a aparecer nuevamente cegando a la porcelana por un momento mientras apartaba las molestas agujas, tanteando sus omóplatos suspiro decepcionada.

Aun nada

Susurro con cierto dolor que se hizo costumbre desde hace muchísimo, su regalo no había llegado. El sonido de la puerta intentando ser abierta tomo la atención de la pequeña, no lograrían abrirla hasta que viniera el conserje con su gran manojo de llaves, aun en tiempos modernos aquel señor seguía teniendo todas las llaves enumeradas y revueltas en un gran aro de acero.

Cuatro, cinco pastillas; no sabia cuanto tiempo había pasado hasta que vio la puerta ceder, una sonrisa se formo en su pálido rostro.

¡Bienvenidos todos! Lamento aquello, anoche alguien intento entrar en la habitación y del miedo se me salieron las intravenosas al ir a cerrar rápido.

La excusa logro ser digerida por los presentes sin reproches ni duda si las palabras dichas eran verídicas o no, volviendo a colocarle unas nuevas agujas y esta vez con mas cinta por si las dudas; aquel día volvió a ser examinada mientras le invadían de preguntas sobre su dolor dando negativas al sentir su cuerpo adormecido. Luego de aquel pequeño escandalo la habitación se vació casi en su totalidad a excepción de quien descansaba ahí y una linda chica pelirroja sentada en la aquella silla donde el frio nunca se extinguía y el polvo devoraba el tapizado.

¡Feliz día, pequeño angelito!

Se escucho por parte de la linda pelirroja mientras le extendía un gorro de fiesta a modo de regalo, la porcelana sonrió ante su gesto agradeciendo en silencio mientras le invitaba a comer un trozo de pastel a su lado, era de chocolate, uno muy delicioso y adictivo aseguro para que no se negara ante la tentación a los dulces y la dejara sin compañía; sin negarse ambas pasaron la tarde entre risas y anécdotas de antes de estar en aquel lugar.

La porcelana hablaba con entusiasmo ante la muñeca frente a ella quien aseguraba que era real, las miradas de tristeza inundaron la sala de monitoreo ante lo visto y la amargura llegaba a sus paladares; pese a ser categorizada como demente no impidió que su humanidad les afectara un poco la situación de la pequeña.

«Aquel fue un lindo cumpleaños pese a que luego las luces se apagaron dando aviso de la marcha de mi nueva amiga, espero que cuando vuelva a visitarme yo tenga devuelta mis alas aun cuando no recuerde como volar»

Notas a la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora