—¿Cuántas armas lleváis? —pregunto una vez que me termino la que puede ser mi tercera copa de champán.
Samael con un movimiento suave hace a un lado la parte derecha de la chaqueta, dejando ver que lleva una pistola en el costado.
—Los tres llevamos lo mismo. Pistola y unas cuantas armas blancas.
Frunzo el ceño y May hace también una mueca al ver cómo esquiva la pregunta con un movimiento de mano, haciendo como que no tiene importancia. Decido dejarlo correr porque casi prefiero no saberlo y pido que por favor me pase otra copa de champán mientras que me estiro un poco.
—¿No me dijiste que te ibas a poner zapatos planos? —inquiere Samael dando con sus zapatos un toque a mis tacones.
—Cierto, no se cómo pero May me convenció para ponerme tacones. Gracias —respondo estirándome para coger la copa de champán que May me ha servido.
—Plumas, no quiero ser aguafiestas, ¿pero no crees que deberías bajar el ritmo con el champán?
—No. Además, yo no me voy a meter un chute de droga como vosotros —pego otro sorbo y disfruto de la sensación de las burbujas en mi garganta. Este champán es del bueno y no lo voy a dejar ahí sin aprovechar.
—¿Como sabes...? —Ryder pregunta enfrente mía.
—Te he visto los viales de ambrosía rubí metidos en el bolsillo interno del traje. No quiero preguntar como lo has conseguido, pero me preocupa y asusta a partes iguales.
Eso se me ha escapado. Lo estaba pensando, pero no debería haberlo dicho en voz alta.
La mirada helada de Ryder me deja bien claro que no le ha gustado el comentario, pero aún así no me da respuesta.
—Bueno, Graciella, ¿cómo es Maximilian? —May saca tema de conversación intentado alejar ese momento incómodo y por el cambio de postura de Samael se nota que a él también le interesa.
—Pues es alto, rubio, fuerte, amable, atrevido, valiente... —suelto un suspiro pensando de nuevo en él. Hacía tiempo que no le dedicaba tanto tiempo en mi mente. La verdad es que siempre le he querido. Le sigo queriendo —ha heredado el fuego del arcángel y tiene las alas ribeteadas en polvo de amatista. Siendo sincera, es bastante letal la verdad, os podría machacar con un chasquido de dedos. Debéis de tener cuidado.
Creo que hasta ahora no le había mencionado el tipo de ambrosía que tenía Maximilian, una bastante inusual que solo se había dado en tres ocasiones, incluyéndose él.
—Nunca he visto ningún ángel con polvo de amatista —menciona Samael mirando a Ryder buscando una explicación.
—Es bastante inusual. Solo hasta ahora únicamente conocía dos casos pero supongo que con este son tres. Lo malo de esa ambrosía es que es tan inusual pero a la vez tan poderosa es que los casos anteriores fueron asesinados por conseguirla. El amatista tiene el poder de la parálisis y bien utilizada puede convertirse en un arma muy peligrosa.
Asiento a Samael como reafirmando lo que Ryder ha dicho.
En ese mismo momento todos sentimos como el coche se para y Hunter nos avisa de que ya estamos en la fila de coches esperando a pasar el control.
—Tomad —Ryder saca los botecitos de la chaqueta y los muestra sobre la palma de su mano, esperando a que cada uno coja el suyo.
—¿Por qué nunca nos has dado esto? —pregunta May mientras que se echa el líquido a la boca.
—Nunca nos habíamos tenido que enfrentar a algo como esto. No es fácil de conseguir la ambrosía y prefiero guardarla para momentos extremadamente necesarios.
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A N G E L
Teen FictionSupe que eras especial antes siquiera de que me enseñases tus alas. Todo en ti gritaba que eras una princesita, la hija de un arcángel. Cuando enciendes una cerilla, el fuego no tiene sombra. La luz no tiene sombra. Eso es lo que eres tú: luz. Pura...