Cuando por fin me decido a bajar a comer después de estar dando vueltas en la cama durante tres horas sin poder conciliar el sueño, el reloj marca las tres y media de la madrugada.
Toda la casa está en silencio ni siquiera las brasas de la chimenea se atreven a hacer ni un ruido.
Me pongo una bata y las zapatillas de casa y bajo en dirección a la cocina. No tengo ni idea de qué cenaron pero estoy segura de que mi ración la dejaron a un lado.
Bajo con toda la intención de ir a la cocina, pero cuando llego al último escalón de la escalera y veo que del despacho de Ryder sale luz no puedo evitar acercarme como una niña curiosa.
Miro dentro para asegurarme de que Ryder no está y que solo se ha dejado la luz encendida, y en efecto, eso es lo que parece haber ocurrido.
Entro al despacho y cierro la puerta detrás mía.
Nunca había entrado a esta habitación, o al menos no lo suficiente para pararme a observar los detalles.
Tiene una doble entrada, unas puertas dando al recibidor de la casa y otras dando al pasillo de la derecha.
Todo está maquetado con grandes estanterías oscuras de madera de roble, teniendo en el lado derecho una gran biblioteca llena de tomos antiguos y pesados junto con una chimenea, con dos sillones colocados frente a ella.
En la pared contraria tenemos una especie de mini bar, lleno de licores de mil colores, copas y vasos al igual que los instrumentos necesarios para servir cada bebida. Entre todas las botellas puedo reconocer algunas que también tenía mi padre en casa, principalmente whisky, su bebida favorita.
Me aproximo al escritorio que se encuentra enfrente de las grandes ventanas. Todo está muy bien recogido, el ordenador se encuentra apagado y cerrado, no hay ningún documento ni ningún papel a la vista y todos los bolígrafos se encuentran en sus sitios respectivos.
Abro el primer cajón y solo encuentro sobres y papel de cartas, además de lo que parecen ser tarjetas de negocios con el nombre de May y Hunter referentes al hotel. En el segundo hay folios en blanco y un par de chinchetas, y en el tercero un reloj sin pila y un abrecartas.
Qué extraño. Esto no parece un despacho en el que trabaje nadie.
Levanto la pantalla del ordenador y espero a que se encienda. No se qué estoy buscando pero ni por qué estoy revisando las cosas de Ryder sabiendo que está mal, pero hay algo dentro de mi que me llama a encontrar algo sin saber el qué.
Cuando el ordenador se inicia, como era obvio y de esperar está bloqueado por contraseña dactilar y otra numérica, por lo que no tengo forma de cotillear lo que hay ahí. Lo vuelvo a apagar y lo dejo tal y como estaba.
Me acerco a la gran estantería y comienzo a leer los lomos de los volúmenes, casi ninguno me suena. Salvo por un par de clásicos que conozco el resto tienen nombres bastante similares.
Tengo mi mano colocada sobre uno de ellos "La estrella n°5" cuando escucho la madera del suelo crujir.
Sé que no he sido yo, me encuentro sobre un alfombra, así que por lo que pueda pasar decido dar media vuelta, apago la luz y cierro la puerta. Derecha de nuevo a mi dormitorio olvidándome completamente de la cena pero con una extraña sensación después de haber visto, o mejor dicho, de no haber visto nada en el despacho.
A la mañana siguiente me despierto de golpe cuando escucho un bote de cristal romperse en mil pedazos dentro de mi baño.
Me levanto rápido de la cama y entro en el servicio para ver a May agachada en el suelo recogiendo los trozos de cristal.
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A N G E L
Teen FictionSupe que eras especial antes siquiera de que me enseñases tus alas. Todo en ti gritaba que eras una princesita, la hija de un arcángel. Cuando enciendes una cerilla, el fuego no tiene sombra. La luz no tiene sombra. Eso es lo que eres tú: luz. Pura...