XI

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Una vez ya calmados y sentados todos en la cama, en mitad del círculo Ryder coloca los planos y saca un listado con nombres.

Estamos durante unas varias horas todos juntos, memorizando tramo por tramo cada habitación, pasillo y ventana de aquel palacio.

Por un momento, mientras que imagino aquel majestuoso sitio por dentro, me emociono de una manera que no debería al pensar en ir de nuevo a un baile de la alta sociedad. Soy muy consciente de que no vamos para eso, y que nuestras vidas como la de las tres victimas asignadas corren peligro, pero no puedo parar de imaginarme a Samael y a mí bailando una pieza en el salón principal.

—Gala —Ryder chasquea dos dedos delante de mi cara haciéndome salir de la ensoñación —¿me estás escuchando?

—Ehh... No, lo siento. ¿Decías?

—Necesito que estés bien atenta ahora a la lista de invitados, si hay alguien que conozcas a lo mejor tenemos que cambiar el plan.

Comenzamos a ir buscando y leyendo a todas las personas de esa interminable y larga lista, todo yendo de lujo ya que de momento no me sonaba ningún nombre conocido.

Hasta llegar al último de la lista.

Elías Fabreau.

Yo conozco ese nombre demasiado bien.

—Este —señalo su nombre en la lista, sabiendo que va a ser un gran inconveniente —Elías Fabreau, le conozco muy bien y estoy segura de que me puede reconocer.

—No me suena su nombre, ¿de qué lo conoces? —pregunta inquisitivo Samael.

Pienso un instante en si debería callarme parte de la verdad, en esconderla, esos detalles que tampoco pienso que sean muy importantes. Pero a estas alturas creo que no soy yo la que de verdad sabe si algo peligroso o no. Al menos, no fuera de Aurivana.

—Ese es un nombre falso —esas palabras captan su atención más rápido que la de un niño con un caramelo —son trucos que muchos chicos y chicas de Aurivana tenían para poder entrar en las fiestas sin ser reconocidos como hijos de tal, como uno de los alados.

—Espera un momento —May interrumpe con cara de estar perdida —¿quienes son los alados?

—Es el nombre con el que se nos llama a los niños que vivimos en Aurivana, un sitio al que solo puedes acceder y salir con permiso de los arcángeles, el sitio de la élite —digo marcando comillas con los dedos —El caso es que, muchas veces, por protección no se permite que salgamos de ahí, así que crean nombres falsos para que ni se les reconozca ni a la salida ni a la entrada.

—Si todos los que salen de fiesta tienen un alias de estos va a ser como buscar una aguja en un pajar de quién se trata —resopla Hunter, a lo que niego con la cabeza.

—No, no va a ser tan difícil. Yo ayudé al chico a elegir este alias.

Ahí va.

—Se trata de Maximilan de Astor... primogénito y heredero del arcángel Gabriel.

En cuanto digo esto, Ryder salta de la cama y Samael resopla frustrado. Sabía que sus reacciones iban a ser así, lo que no sabía es como se iban a tomar lo que venía a continuación.

—Hay más...

—Por supuesto que hay más —ríe cínicamente Ryder —con vosotros siempre hay más.

—Ryder —le reprocha May. Aunque se que Ryder no lo dice específicamente dirigido hacia mí, algo sí se me queda dentro.

—Yo estaba comprometida con él... —suelto dudosa de mis palabras.

A N G E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora