—¡¿Qué haces?! —le digo dándole un empujón para que se aleje.
Ryder me mira impasible pero llevo tiempo con él y por mucho que lo intente ocultar veo que está muy enfadado. Lo noto en su postura y en la forma que respira.
—Deja de hacerte la niña estirada, si no hubieses salido corriendo hacia aquí no tendría que haberlo hecho. Graciella, te iba a ver la cara —dice desabrochandose el botón de la chaqueta del traje.
—¡Aún así eso no te da derecho! —me sentía frustada de que hubiese hecho eso. Me cruzo de brazos delante suya, intentado no elevar la voz.
¿Enserio? ¿No se le había ocurrido nada más?
—¿Has termiando con el berrinche, Graciella?
Resoplo con fuerza antes de dar media vuelta y volver por donde había llegado. Siempre que se enfada conmigo tiene que llamarme por mi nombre de pila. No me molesto en girarme, se que Ryder viene detrás.
Estoy molesta con él, peor se que todo esto es una mezcla de sentimientos por culpa del champán, el crizol, los nervios y el miedo. No me puedo echar toda la culpa a él.
Cuando alcanzo el borde de la pista de baile me paro buscando con la mirada al resto.
Me giro para preguntarle a Ryder, pero antes de tener oportunidad de abrir la boca me agarra de la mano y entramos en él.
Mis pies siguen al instante el ritmo de la música, sabiendo de memoria la coreografía que se debe realizar. Me olvido enseguida del enfado que tenía hacia un momento y me dejo guiar por Ryder, que sorprendentemente se sabe los pasos.
La delicadeza con la que sostiene mi cintura me sorprende, dándome cuenta de que a lo mejor no quiere que tenga más razones para enfadarme con él.
—No se si te has dado cuenta pero en este baile hay que cambiar de pareja.
Le miro a los ojos aprovechando que está analizando toda la estancia, ignorando lo que le he dicho. Tiene un perfil perfecto, una tez casi tan blanca como el mármol y los ojos del tono del mismísimo hielo. Por mucho que esté acostumbrada a él ver los detalles tan de cerca siempre me sorprende.
Cuando gira la cabeza me pilla analizandole de arriba abajo, pero no suelta ningún comentario sarcástico, solo me sostiene la mirada.
Cuando empiezo a soltar la presión de mis manos sobre sus hombros para cambiar de pareja Ryder esta vez sí que me agarra fuerte de la cintura a la vez que hace un giro para evitar chocarnos con la otra pareja.
Me quejo entre dientes al sentir cómo la daga hace presión contra mí vestido, oculta bajo el lazo que llevo en la cintura y rezando para que no se mueva del sitio.
—Si cambiamos de pareja alguien puede sentir la daga que llevas aquí —me susurra en en el oído mientras que traza círculos en mi espalda con el pulgar —o peor aún, podrías caer en los brazos de Maximilian y eso sería un desastre total —no se si es la voz con la que lo dice o la posibilidad latente pero sea lo que sea hace que un escalofrío me recorra entera.
Me quedo callada mientras que continuamos hasta llegar a la parte en la que Ryder me tiene que elevar. Me agarra de la cintura y me sube al son de la música ligeramente, sin parecer que le suponga un gran esfuerzo.
Ese pequeño gesto me permite dar una rápido visual al salón, en el que encuentro en una esquina a Samael adulando y charlando con uno de nuestros objetivos. Una ángel de veintitrés años de alas violetas.
—¿De qué te ríes? —pregunta curioso a la que me deja en el suelo.
—¿Era más fácil bailar conmigo que hacer de casanova? —doy una vuelta sobre mí misma y retomo la postura con Ryder.
Resopla por lo bajo también intentado esconder una sonrisa, pero esta se le escapa a su pesar.
—Yo no sirvo para eso —responde negando con la cabeza —de eso se encargan los mellizos y Samael. Yo soy más de quedarme entre las sombras.
Menuda tontería, es suficientemente guapo para encandilar a cualquiera.
Y de nuevo vuelve a alejar su mirada de mí para dar otro vistazo a las parejas que hay en la pista de baile, asegurándose de que no haya ningunas alas blancas cerca.
—Si nos has salido tímido y todo... —se muerde el labio mientras que mira a otro lado algo avergonzado con un ligero rubor en las mejillas —pero desde luego para darme un beso no tienes ningún reparo.
Veo como ese comentario le ha pillado por sorpresa ya que al segundo el tono rosado de sus mejillas aumentan y se aclara notoriamente la garganta.
—Oh, no puede ser —dice de golpe fijando la mirada en la zona de las mesas donde hay una fuente con ponche y canapés.
Me giro también para ver a qué se refiere y al segundo entiendo el porqué de su reacción.
May está hablando con otro de los objetivos, un ángel de alas moteadas marrones de nuestra misma edad. Justo cuando May intenta apartarlo de esa zona para llevarlo a un lugar más tranquilo como teníamos planeado, Maximilian y su amigo de alas cobre le pasan al otro chico una mano por los hombros, saludandose amistosamente delante de nuestra amiga que se ha quedado en el sitio completamente helada.
—Tengo más malas noticias.
Ryder se gira como un resorte hacia mí cuando me escucha.
—El chico de alas cobre es el mejor amigo de mi hermano, Archer.
No le había reconocido en el balcón porque no le había visto la cara, pero cuando se ha acercado a May no he tenido ninguna duda. He crecido viéndole jugar con mi hermano en casa y es otro que me puede reconocer.
—Me preocupa que esté aquí, Ryder. Él no estaba en la lista de invitados, ni siquiera con nombre falso. Quién dice que mi hermano no está aquí también y nosotros no lo sabemos. Maximilian, Archer y Dominic siempre han sido un pack de tres.
En ese momento exacto suena el golpe final de la música indicando que la cena se va a servir en breve. Hago una reverencia a Ryder y él me imita el gesto para salir pitando a buscar a a Samael y Hunter para avisarlos.
—Gala, tú ve a buscar a Hunter y Samael, yo me quedo vigilando a May.
Asiento y empiezo a caminar entre la gente tan rápido como puedo sin llamar la atención, tengo que encontrarlos antes de que la mayoría de gente se meta al comedor a cenar. Ese es el momento en el que podremos salvar a estas personas.
Llego a la zona donde está Samael con la chica y le doy un apretón en el brazo cuando paso por detrás suya. Él sabe lo que significa, no hace falta que nos vean interactuar.
Me dirijo hacia el ala izquierda del salón de baile, que lleva hacia el comedor pero también hacia las escaleras que van hacia el jardín junto con otras habitaciones en las que puede estar.
Me voy asomando una a una, cada vez más nerviosa porque la gente se está yendo hacia el comedor y porque el tiempo que tenemos es muy justo, no solo nosotros vamos a utilizar el rato de la cena sino que los encargados de matar a esas personas probablemnte también.
No tengo ni idea de donde puede estar Hunter, pero esperando que siga con el plan me vuelvo a asomar al salón de baile. Este ya está casi vacío. Samael no está, por lo que supongo se habrá ido al jardín como planeamos pero May sigue todavía hablando con Maximilian y nuestro objetivo, con Ryder al lado intentado dar por terminada esa situación.
Me giro tal rápido como puedo para evitar que así me vea y giro la esquina para caminar hasta las escaleras que llevan al jardín. Voy tan rápido y fijándome en mis alrededores que ni me doy cuenta cuando una persona va a salir al pasillo de una de las habitaciones anexas.
Me choco contra su espalda y trastabillo con los tacones pero unas manos firmes me sostienen antes de que caiga por completo.
Yo conozco ese agarre de sobra. Es Hunter.
Dando gracias al cielo me doy la vuelta para reprocharle que donde se había metido cuando quedaba tan poco para la cena pero todas las palabras mueren en mi boca cuando me giro y veo que no es Hunter.
Es Archer. Y desde luego se le ve bastante desconcertado.
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A N G E L
Teen FictionSupe que eras especial antes siquiera de que me enseñases tus alas. Todo en ti gritaba que eras una princesita, la hija de un arcángel. Cuando enciendes una cerilla, el fuego no tiene sombra. La luz no tiene sombra. Eso es lo que eres tú: luz. Pura...