XIX

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—Gracias por el mensaje, Hunter. Tenias razón.

Samael se quita la chaqueta del traje al y igual que Ryder y deja la de ambos encima del respaldo de una silla.

—Iugh no. Que luego tú no tienes que limpiar —digo dejandolas en el suelo. Están sucísimas y creo que sería más sencillo tirarlas directamente.

En cuanto la chaqueta de Ryder toca el suelo se puede escuchar cómo algo de cristal choca entre sí.

Los viales con la ambrosía de Maximilian.

Ryder reacciona al instante pero por una vez soy más rápida y consigo la chaqueta antes que él.

—Ups, muy lento.

Vuelo hasta el techo donde sé que no me puede alcanzar y empiezo a rebuscar en la chaqueta hasta que doy con los frascos de polvo violeta.

Ryder está abajo con Samael refunfuñando que baje y soltando cuatro improperios, pero creo que les queda claro que no voy a hacer lo que ellos me digan cuando le tiro a Samael la chaqueta en la cabeza.

—Ups, te has colocado donde no era.

Esto no les está molestando solo, les está enfadando a niveles superiores. Se nota en su lenguaje corporal.

—Gala enserio —habla Hunter pasándose la mano por la cara —no les enfades más.

Me encojo de hombros y con una sonrisa traviesa subo un poco más hacia el tragaluz que hay en mitad de la habitación.

Les doy la espalda para abrir la ventana y justo cuando consigo desbloquear el pestillo noto como un cojín me da en las alas.

—¿Enserio?¿Estamos en una fiesta de pijamas? —vuelvo a mirarles desde arriba con una sonrisa socarrona y uno a uno voy abriendo los viales. Creo que Ryder está planteándose si tirarme el jarrón de la mesa —mirad lo que voy a hacer.

Cojo el primer frasco y dejo que la ambrosía caiga a la noche, siendo esparcida por toda Toulouse por el viento. Tomo el segundo y realizo la misma acción, igual que con el tercero.

Cuando termino desciendo con una sonrisa triunfante, me siento en el sofá y sorbo un poco de chocolate.

—Te estás comportando como una niñata, Graciella —dice Samael mientras que se afloja la corbata. Se sienta en uno de los sillones y les hace un gesto a de cabeza a May y a Ryder que al segundo se desploman sobre ellos exhaustos.

Yo me encojo de hombros y me recuesto contra el pecho de Hunter que sé que al menos me va a defender y entiende mi punto de vista.

—Y vosotros esta noche habéis actuado por despecho. Hemos hecho todos cosas mal.

—Me has clavado una aguja china en el pecho —detalla Ryder señalándose el hilo rojo que baja por su camisa.

—Bueno creo que está bien ya —Hunter alza la voz por encima de todos, consiguiendo por fin un silencio por parte de los cuatro —sinceramente estoy cansado, así que si dejáis de discutir como niños pequeños y contáis qué ha pasado después de que nos fuésemos estaría muy bien. Gracias.

Levanto la mano de forma inocente, llevándome un bufido por parte de Samael y un ruedo de ojos de Ryder.

—Gala de verdad, una tregua.

—No, no, no —hablo de forma inocente —yo quiero saber qué habéis hecho con Maximilian primero, después cierro el pico y no oís más de mí.

Hunter hace un gesto a su hermana para que empiece a hablar y May que había estado curiosamente callada hasta el momento comienza a explicar.

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