Vamos todos metidos en una furgoneta negra. Ya es noche cerrada y quedan quince minutos para el encuentro. Estoy muy muy nerviosa y no puede dejar de pensar en si seré capaz realmente de utilizar las armas que llevo contra otra persona.
—Escuchad —Samael capta la atención de todos mientras conduce, habla sin quitar los ojos de la carretera ni un segundo —vamos a intentar que esto sea lo más limpio posible. No quiero que empecéis una pelea a no ser que ellos la empiecen, pase lo que pase. May, te lo recalco porque sé que te gustan mucho los follones, no empieces una pelea.
May resopla y Ryder a mi lado murmura algo entre dientes. Sin duda Ryder está totalmente en contra de esto.
—Gala... —parece dudar de sí mismo ante lo que va a decir a continuación —intenta mantenerte a salvo, si ves que la cosa se pone muy fea...
—No vayas por ese camino —le corto —no me voy a esconder y no voy a huir, tenlo claro. Si aquí os arriesgais todos, yo también. Puede que te guste llamarme princesa y toda esa broma, pero no estoy hecha de cristal.
Mis palabras suenan rotundas en la furgoneta y puedo ver cómo May agacha la cabeza y sonríe con orgullo, al igual que veo a Ryder evitar sonreír. No veo la reacción de Samael, pero Hunter le pega un puñetazo amistoso en el hombro.
—Fíjate, Samael. Nos ha salido guerrera Plumas.
El resto del camino lo hacemos en silencio y cuando ya hemos entrado en la ciudad, el coche no se dirige a las bonitas a venidas centrales. Tomamos la carretera de circunvalación que lleva a uno de los suburbios, y por lo que puedo ver, la gente en esta zona tiene un peor nivel de vida.
Bajamos de la furgoneta, que dejamos aparcada unas calles más atrás, y el resto del camino lo hacemos andando.
Siento la adrenalina fluir en mi torrente, moverse por mi cuerpo en forma de chispas de energía, lista para ser utilizada en la batalla. Nunca había sentido tal subidón, y si esto es lo que se siente todas las veces, creo que entiendo porqué hacen lo que hacen.
Cuando torcemos una esquina, puedo divisar cuatro figuras al final de la calle. Tres hombres por detrás y uno ligeramente más adelantado que ellos. Doy por supuesto que es Raymond.
Samael y Hunter van en cabeza. Nosotros solo a dos pasos por detrás suya. Cuando llegamos delante del resto a una distancia prudente, pero todavía civilizada para no tener que gritar, Samael da un paso más al frente, quedando cara a cara con el jefe del otro grupo.
Ahora que estoy más cerca puedo ver rasgos de sus facciones. Tiene un aspecto amenazador y una mirada calculadora que se pasea por encima de todos nosotros, y cuando llega a mí, se para. Una sonrisa lasciva se dibuja lentamente en sus labios.
Iugh.
—¿Quién es la nueva preciosidad? —me señala con el mentón a la vez que saca un cigarrillo y lo enciende.
La postura de Samael se vuelve más firme cuando me menciona, y noto como ligeramente tuerce la cabeza hacia un lado.
—Hemos venido a hablar aquí de negocios. ¿Tienes lo que he pedido?
Sin quitarme la vista de encima, mete la mano en su abrigo. Esa simple acción hace que todos nos pongamos en tensión, echando mano a las armas que tenemos aún sin desenvainar.
Con cuidado y levantando los dedos para que veamos sus movimientos, saca un papel doblado que le entrega a Samael y este le entrega a Hunter.
—Lista de invitados. Mi pago.
—Mismo sitio de siempre. Contraseña, 3086. Ahora, el mapa.
Su voz suena mucho más grave de lo habitual y no puedo salvo pensar en si él sentirá la misma adrenalina que siento yo. Casi me cuesta respirar.

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A N G E L
Ficțiune adolescențiSupe que eras especial antes siquiera de que me enseñases tus alas. Todo en ti gritaba que eras una princesita, la hija de un arcángel. Cuando enciendes una cerilla, el fuego no tiene sombra. La luz no tiene sombra. Eso es lo que eres tú: luz. Pura...