Capítulo 15: Un día de compras

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—Wow.

He de decir que no sé por qué digo "wow", a estas alturas debería estar ya más que acostumbrado a que hermosas chicas se cuelen en mi cama para dormir con el gran Tomas.

Esta vez, la visitante era una criatura de la noche, una despampanante vampiresa de cabellos rojos y ojos de color desigual, pero igualmente de hermosos. Llevaba un pijama de una sola pieza blanco con estampado de corderitos. Es tan mona como mi hermana Silvia llevando su pijama de gato. Sí, ese pijama que realmente es un mono de gato muy parecido a un disfraz, y que la capucha lleva orejas de gatito. Me gustaría tener uno de esos, pero me da vergüenza admitirlo. ¿Sería "cute"?

Erika, desde hace unos días, ha cogido por costumbre el meterse en mi cama y dormir a mi lado.

Gracias a mis anticuerpos de Cazador de vampiros, y el verme expuesto a las constantes mordidas de Erika, a quien le encanta mi sangre, he desarrollado inmunidad. Ya no hay riesgo de que me convierta en un vampiro pasadas 48 horas. Si Erika tiene hambre, solo tiene que darme un sensual mordisco en el cuello y beber de mi sangre hasta quedar satisfecha. Con un litro de mi sangre al mes le vale, pero le gusta picar un poquito.

Lo malo es que es vergonzoso: beber sangre es muy excitante, tanto para la víctima como para el vampiro. Se siente como si estuvieras teniendo sexo. De hecho, la primera vez que Erika me mordió en el cuello, casi me corro.

Le contamos a la enfermera del instituto, quien resultó ser parte de AURORA, nuestra teoría acerca de que cierto pegajoso líquido blanco que producimos los chicos podría servir como alimento alternativo para los vampiros, en especial los híbridos. Erika se negó por completo, alegando que era asqueroso. ¡Y chico puñetazo recibió Kevin al decirle que tarde o temprano lo probaría!

Nunca antes vi a alguien atravesar una pared de ladrillos en la vida real, solo en mangas, cómics y pelis de acción. Leticia, la enfermera, quiere hacerle unas pruebas a Erika, pero no me fío demasiado de esta tipa tan siniestra; honestamente es capaz de usarla de conejillo de indias. Aunque obtener información es importante: apenas existen híbridos, y es hasta plausible que si los hay, no los podamos detectar (son invisibles al Aurora Radar) y ellos no sepan que son medio vampiros.

Estamos ya a mediados de diciembre, y se acerca mi cumpleaños. Hoy domingo vamos por la mañana al centro comercial a comprar ropa y otras cosas; yo iré a ver si hay alguna que otra rebaja y me compraré algunos juegos. Y de paso encargaré la consola nueva a nombre de mi padre. Sí, es mi padre quien quiere la consola, pero obviamente yo haré más uso de ella que él, quien se pasa todo el tiempo volando alrededor del globo.

—Despierta, Erika. O te comeré la oreja. No... to tocaré la jalea...

Puse mi mano sobre su hombro y la zarandeé para espabilarla, pero estaba durmiendo plácidamente después de haberse dado un festín con mi líquido vital.

—Te la voy a comer...

Acerqué mis labios a su oreja y suavemente mordí su lóbulo. Como vi que no se despertaba, me tumbé de nuevo, me di la vuelta y me tapé con la manta. Aunque me costó robársela, puesto que la tenía pisada.

—Vaya...

Decepcionado con que no se despertase, intenté volverme a dormir hasta que el despertador sonara o mi hermana tocara y nos levantara, lo que sucediera antes. Pero sentí una suavidad repentina envolverme por todos lados. Erika solo estaba jugando, fingió que dormía y esperó a que bajara la guardia, y me abrazó por detrás.

—¡E-erika!

—¡He, he! ¡Pillado! —rio divertidamente—. Oye, ¿qué es eso de besar a una chica dormida?

NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora